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¿Cuánto pagarías por evitar otra Gran Depresión?

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Los mercados esperan más claridad de los bancos centrales sobre los estímulos

Dicen que no hay nada más concreto y obsesivo que el pasado. Pero por contra, el futuro nos regala muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Y para los valientes es la oportunidad que nos brinda la educación como pasaporte de futuro, ya que el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él, teniendo en cuenta que aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo. Al fin y al cabo se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.

Por ende, yo optaré por una memoria selectiva para recordar lo bueno, prudencia lógica para no arruinar el presente, y optimismo desafiante para encarar el futuro.

Y volviendo al presente, entre halcones, palomas, gorriones y águilas, se debate nuestro devenir. Todos ellos forman parte del breviario bursátil de hoy en día, un breviario que si me permiten, parece más un “aviario”, puesto que el argot actual de los mercados financieros está al parecer más preocupado de las diversas aves que liderarán la toma de decisión de los bancos centrales, que no tanto de los diferentes indicadores que muestren de manera fehaciente la recuperación de nuestra economía.

Lamentablemente entre halcones y palomas se debate en el centro de los principales bancos centrales el futuro de nuestra economía, impuestos aparte, es la cantidad de dinero existente en los mercados financieros, lo que determinará si aplazamos los excesos para más adelante o nos enfrentamos con valentía a la auténtica realidad de los hechos señores, y es que las bolsas han extendido lo «no convencional» a lo «habitual», y la adicción bursátil a los estímulos es tan, pero tan exagerada que cualquier excusa sirve para llenarnos de miedo, ¡sí sí, miedo! el miedo sistémico del que viven los halcones desde hace ya, demasiado tiempo…

Vamos a necesitar algo más que un milagro, vamos a necesitar ¡inflación o muerte!

Esta pasada semana, la propia Christine Lagarde nos hablaba de tapering… una palabra archiconocidamente muy poderosa y temida en todas las mesas de negociación del planeta tierra, puesto que nadie que verdaderamente sepa de esto concibe un ‘soft landing’ cohabitando con el tapering, ¿no les parece?

La barbaridad de trillones que capitalizan actualmente en los mercados financieros únicamente pueden absorberse con inflación, y cualquier tipo de retirada de estímulos, por pequeña que sea, tendrá unas consecuencias devastadoras en las bolsas. Y es que para vender los cerca de siete trillones de USD que los bancos centrales se han inventado para comprar activos, vamos a necesitar algo más que un milagro, vamos a necesitar ¡inflación o muerte!

Y bajo este maravilloso pretexto, seguía Lagarde con el desglose de su propuesta de ‘tapering’, una propuesta enfocada claramente a contentar a los halcones, pero ciertamente dictada por unas palomas que siguen viviendo «en los mundos de Yupi» y encima felices de ver que el temido tapering se ha convertido en pasar de comprar 80.000 millones de euros al mes a unos 65.000 millones de euros mensuales.

Dicho de otro modo, el BCE podría comprar en Bolsa el 100% de Telefónica y BBVA cada mes y todavía sobrar algunos miles de millones de euros… Y claro, si entendemos ‘tapering’ por retirar los estímulos, déjenme decirles que aquí de ‘tapering’ señores; ¡nada de nada! Seamos conscientes que venimos de un mundo no convencional en Europa desde 2012, que se ha ampliado como consecuencia de la pandemia, una pandemia que parece más o menos controlada y al menos, combatida por lo fiscal más que por lo monetario.

Ávidos de liquidez

Así que; ¿qué sentido tiene sobreactuar? Y es que los mercados van tan ávidos de liquidez, que ya no se conforman con tipos negativos, como tampoco se conforman con un nuevo plan de estímulos. Ahora bien, parece que los bancos centrales tienen que convertirse de facto en demandantes eternos de activos financieros y eso, queridos lectores, consiste en fomentar el mayor mercado especulativo de toda la historia, un mercado preparado para ganar dinero con la subida de los precios, endosando “basura financiera” a los contribuyentes de igual manera que en la burbuja ‘subprime’ trataron de hacerlo a las compañías aseguradoras. ¡Pas mal!

Claro está que con esta premisa no podemos criminalizar a unos especuladores que constantemente se burlan del incesante intento regulatorio de unos estados que no dan con la tecla, y que tratan de actuar olvidando que a veces ¡hecha la Ley, hecha la trampa! Mientras tanto, la economía más voraz sigue haciendo de las suyas demostrando que si alguien ha aprendido la lección, es el maravilloso sector privado. Puesto que la idea de atomizar el riesgo sistémico entre el sector privado es un problema, pero hacerlo con los contribuyentes, es una alegría inmensa.

Al fin y al cabo, si tratamos de criminalizar al mayor especulador de todos los tiempos, que sea éste el BCE, ¿no? Y así de paso podamos decirle al tío Ben que lo que estaríamos dispuestos a pagar para evitar una segunda depresión económica son nada menos que ¡siete trillones de dólares! Lo que me quedaría pendiente de resolver amigo Ben, es si eso realmente nos servirá para evitar o aplazar a un gran coste una segunda y temida Gran Depresión.

Gisela Turazzini, Founder CEO, Blackbird Bank.

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