BBVA mete una presión sin precedentes a sus empleados para convencer a los accionistas de aprobar la OPA
El miedo del BBVA a que la junta extraordinaria del 5 de julio tumbe la ampliación de capital necesaria para la OPA sobre Banco Sabadell se traduce en una presión «nunca vista» a los empleados para que convenzan a los accionistas de que voten a favor, incluso controlando las llamadas que les hacen. De hecho, el banco califica esta movilización de los accionistas como «la acción comercial más importante en cinco años», según fuentes conocedoras de la situación.
Estas fuentes añaden que la dirección comercial y la de banca personal están ejerciendo un «control rigurosísimo sobre las llamadas que hacen los empleados de las oficinas a los accionistas. Tienen que poner una descripción de las llamadas, si el accionista irá a la junta, incluso cuántos minutos duran las llamadas; si el accionista cuelga enseguida, no les cuenta para el ranking».
«La red está atemorizada, están sufriendo un nivel de control nunca visto en el BBVA», concluyen las fuentes. Como informó OKDIARIO, la cúpula del banco ha elaborado un ranking de las oficinas en función del número de citas con minoritarios que van concertando. Esta presión se concentra especialmente en Cataluña, donde el BBVA es líder del mercado gracias a la adquisición en el pasado de CatalunyaCaixa y Unnim.
Precisamente, las oficinas de esa comunidad van en la cola del ranking de toda España, en especial Lérida y Cataluña central. Lo cual explica esta presión comercial. En Cataluña, muchos accionistas del BBVA son pymes que también son clientes del Sabadell y temen que con la fusión la entidad resultante les restrinja el crédito o les endurezca las condiciones, por lo que se oponen a la operación.
«Se prevé que en Cataluña salga que no a la ampliación en la junta y que el banco eche la culpa a los trabajadores por no haber hecho bien su trabajo. Por eso, los sindicatos están muy movilizados en esa territorial para impedir que se tomen represalias contra la plantilla», según las citadas fuentes.
Miedo a la junta
Dado que la OPA sobre el Sabadell consiste en un canje de acciones, el BBVA tiene que aprobar una ampliación de capital de hasta 1.126 millones de acciones nuevas (unos 9.900 millones de euros a los precios actuales) para atenderlo en la citada junta de accionistas del 5 de julio.
En caso de que la junta no aprobara la ampliación, Carlos Torres, presidente del BBVA, no podría seguir adelante con la OPA sobre el Sabadell y quedaría en ridículo porque sus propios accionistas no apoyarían la operación. Y, aunque no parece probable, no se puede descartar por completo: como ha publicado también este medio, hay informes independientes que aseguran que los accionistas de BBVA no ganan apenas nada con la compra; por otro lado, se oponen radicalmente a mejorar las condiciones de la OPA. De ahí esta movilización de la red y el envío de un vídeo a los accionistas.
Esta situación se complica con los problemas que está sufriendo el banco en México, por la ralentización de su economía y el futuro impuesto a la banca, ya que ese país supone el 66% del beneficio del BBVA. Unos problemas que están castigando su cotización en Bolsa y, por ende, reducen el valor de la oferta para los accionistas del Sabadell.
¿Mejora de la OPA?
Esto debería traducirse en una mejora de la OPA, bien mediante una mejor ecuación de canje, bien mediante el pago de una parte en efectivo, bien con una mezcla de ambas cosas. Pero los accionistas del BBVA se oponen radicalmente a una mejora, puesto que sería perjudicial para ellos.
Esto mete en un dilema diabólico a Torres, que tiene que elegir entre dos grandes riesgos. Por un lado, si mantiene la oferta como está -él siempre ha defendido que es la mejor que puede hacer-, se arriesga a que la OPA fracase, algo que no se puede permitir tras el fiasco de la primera intentona de compra del Sabadell en 2020. Por otro lado, si la mejora, se arriesga directamente a que la junta de accionistas del 5 de julio no apruebe la ampliación de capital necesaria para lanzar la OPA, lo cual supondría un ridículo aún mayor.
Puede hacerlo tras la junta -sólo hace falta que lo apruebe el consejo-, pero eso sentaría todavía peor a los accionistas, que se sentirían traicionados.
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