Adiós a la indemnización: esta es la jugada maestra de algunas empresas para no darte ni un duro
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La palabra despido ya de por sí genera un nudo en el estómago. Nadie quiere enfrentarse a la incertidumbre de quedarse sin trabajo de un día para otro, y mucho menos, sin la compensación que legalmente creemos que nos corresponde. En el imaginario colectivo está muy arraigada la idea de que, si una empresa te echa de manera injusta y un juez lo confirma, automáticamente recibirás una jugosa indemnización. Pero, en realidad, el asunto no es tan automático como parece, tal y como ha explicado un abogado laboralista.
Muchos trabajadores desconocen que el despido improcedente no garantiza, en todos los casos, la indemnización que puede aliviar temporalmente la pérdida de ingresos. De hecho, la ley en España contempla otra posibilidad que pocas personas conocen, pero que algunas empresas están aprovechando cada vez más: la readmisión del trabajador en lugar del pago. Y no, no es el empleado quien elige qué camino tomar. La decisión es enteramente de la empresa. Esta estrategia legal, aunque totalmente válida según el Estatuto de los Trabajadores, se ha convertido en una especie de as bajo la manga para evitar indemnizaciones elevadas. Especialmente en casos donde la antigüedad del trabajador supondría un coste muy alto, algunas compañías optan por un movimiento que les ahorra mucho dinero, aunque no siempre sea del agrado de ninguna de las partes.
Adiós a la indemnización: esta es la jugada maestra de algunas empresas
Lo primero que hay que entender es qué implica realmente que un despido sea declarado improcedente. Tal y como explica claramente la cuenta del abogado laboralista Ignacio de la Calzada (@un_tio_legal), se produce cuando un juez considera que las razones alegadas por la empresa para despedir a un trabajador (ya sean objetivas o disciplinarias) no se sostienen legalmente. En ese momento, y según el artículo 56 del Estatuto de los Trabajadores, la empresa tiene cinco días para tomar una decisión: o readmite al trabajador en su puesto, o le paga la indemnización correspondiente.
Esa es la clave del asunto: la elección no está en manos del empleado, sino del empresario. Y aunque muchas veces se cree que la indemnización es el camino habitual, lo cierto es que algunas empresas prefieren, estratégicamente, evitar pagar grandes sumas readmitiendo al trabajador… aunque sea de forma simbólica o temporal.
Readmitir al trabajador, la opción que ahorra miles de euros
Imaginemos un caso real: un trabajador con diez años de antigüedad que, tras ser despedido, impugna la decisión y gana el juicio. Si la empresa tuviera que pagar 33 días por año trabajado, la indemnización podría superar fácilmente los 15.000 euros. Sin embargo, si opta por readmitirlo, sólo tendría que pagar los salarios de tramitación (el sueldo correspondiente a los meses que han pasado desde el despido hasta la sentencia), que en procesos rápidos suelen ser apenas dos o tres mensualidades.
Para muchas empresas, este camino resulta mucho más rentable. Incluso si el trabajador finalmente no vuelve a ocupar su puesto (porque ambas partes lo consideran inviable tras el conflicto), el hecho de ofrecer la readmisión les da un margen para negociar una salida con menos coste. En definitiva, una jugada legal que se traduce en un ahorro considerable.
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Esta capacidad de decisión por parte de la empresa también afecta a las dinámicas de negociación antes del juicio. Tal y como explica el abogado, en algunos casos las compañías ofrecen una cantidad cerrada para evitar que el proceso avance o para que el trabajador no vuelva al puesto. Es una forma de resolver el conflicto antes de que haya sentencia, aprovechando que muchos empleados prefieren una compensación directa antes que volver a una empresa con la que ya hay tensiones evidentes.
Esta estrategia, aunque perfectamente legal, requiere que el trabajador esté bien informado. Porque en un escenario de despido, el desconocimiento puede jugar muy en contra. Creer que la indemnización está garantizada, cuando en realidad no lo está, puede llevar a aceptar condiciones menos favorables o a llevarse una decepción aún mayor después del juicio.
¿Qué dice la ley?
El famoso artículo 56 del Estatuto de los Trabajadores es claro en este aspecto. Si el despido es improcedente, la empresa puede optar por readmitir al trabajador con el abono de los salarios de tramitación, o bien pagar la indemnización. La única excepción a esta regla ocurre cuando el despido afecta a representantes legales de los trabajadores, en cuyo caso es el propio empleado quien decide qué quiere: readmisión o indemnización.
El resto de trabajadores, sin embargo, quedan supeditados a lo que decida la empresa. De ahí que algunas compañías hayan convertido este artículo en una herramienta más de estrategia empresarial, especialmente en un contexto económico donde cada euro cuenta y los márgenes se ajustan cada vez más.
En un proceso de despido, tener claro cómo funciona la ley es crucial para poder defenderse. No se trata solo de contratar un abogado, sino de entender las reglas del juego. Saber que la indemnización no es automática y que la empresa puede optar por la readmisión cambia por completo la manera en la que uno se plantea las negociaciones o incluso la impugnación del despido.
Ignacio de la Calzada lo resume de forma contundente: «Que no te engañen: si el despido es improcedente, la indemnización no es automática».