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Los radicales dañan la imagen de todo un país

La Vuelta a España de la vergüenza

La Vuelta a España cierra su edición más complicada, marcada por los radicales que boicotearon la última etapa en Madrid

La victoria de Jonas Vingegaard queda en un segundo plano después de los incidentes de las últimas semanas

Bochorno en la Vuelta: Vingegaard celebra la victoria improvisando un podio sobre neveras en un parking

La Vuelta a España 2025 finalizó después de tres semanas y lo hizo de forma obligada, por los radicales que boicotearon la carrera. Las manifestaciones propalestinas que marcaron desde el comienzo la carrera terminaron cortándola en su etapa final, manchando ya no la imagen de la Vuelta –a la que las instituciones han abandonado en este tiempo– sino de todo un país. No es para menos, puesto que los disturbios dejaron más de una veintena de policías heridos. España, habitual organizador de eventos deportivos de máximo prestigio mundial, muestra al exterior lo peor de sí, puesto que lo sucedido ha dado la vuelta al mundo.

Los violentos consiguieron empañar lo verdaderamente importante. Jonas Vingegaard se hizo con una victoria que quedó totalmente eclipsada. Nadie habla hoy del danés, ganador con pleno merecimiento, tras 21 etapas en las que ha demostrado ser mejor que el resto de corredores. Era el gran favorito, sí, pero no fue ni mucho menos un paseo hasta la capital. Pese a ello, consiguió imponerse y suma la tercera grande de su carrera, tras el Tour de 2022 y el de 2023.

Pero por lo que se recordará siempre esta edición, muy al pesar de los aficionados a este deporte, es por el vergonzoso boicot que protagonizaron los ultras propalestinos. Algo que se ha visto en todos los rincones del planeta. La imagen de nuestro país queda por los suelos, tras abortar la llegada de la etapa a Cibeles, así como el podio en el que se iba a rendir con honores a los mejores de esta carrera.

Las movilizaciones convocadas en los aledaños del recorrido terminaron en batalla campal, con la Policía Nacional cargando contra los manifestantes. El Gobierno y sus socios habían instigado a la desobediencia y, además, colaboraron con unas medidas de seguridad ridículas para la cantidad de propalestinos a los que se esperaba. Algo que, por mucho que se empeñen en negarlo, puso en riesgo a los miles de aficionados al ciclismo que acudieron a disfrutar de la cita y que tuvieron que huir despavoridos ante la violencia de los radicales.

Una Vuelta plagada de incidentes

La Vuelta comenzó en Italia, saliendo de Piamonte el pasado 23 de agosto y, en su quinto día, con la llegada a España, comenzaban los incidentes. La presencia del Israel-Premier Tech en carrera, puesto que es uno de los 20 mejores equipos del mundo y, por tanto, tiene su presencia asegurada en las carreras World Tour, entre las que figura la ronda española, generaba mucha controversia. Las manifestaciones comenzaron en Figueras, parando unos instantes la contrarreloj por equipos al paso de los israelíes.

De Figueras, las protestas pasaron a Navarra y, de ahí, a Bilbao. En la ciudad vasca llegó la primera medida drástica. Tras un primer paso por meta, la etapa no podía llegar a su fin, ya que los radicales destrozaron el vallado. Quedó desierta, sin ganador y se tomaron tiempos a tres kilómetros de meta. No fue la única vez que pasó, puesto que en Mos (Pontevedra) una invasión masiva del recorrido y un corte provocado por la tala de un árbol por parte de radicales hizo que finalizara ocho kilómetros antes.

Entonces empezó a temerse seriamente que la carrera pudiera finalizar en Madrid. Las manifestaciones continuaron, aunque de forma pacífica, hasta que para la contrarreloj de Valladolid no se pudo garantizar la seguridad, se recortó el recorrido y, aún así, hubo detenidos por intentar cortar el paso de un ciclista del Israel-Premier Tech.

La llegada a la capital se convertía en un serio reto para la organización, a la que las instituciones que debían garantizar la continuidad de la carrera le daban la espalda por completo. Y en Madrid se comprobó. La Vuelta llegaba a su fin tras unos cortes en Cercedilla en la penúltima etapa, donde la Bola del Mundo confirmaba la victoria de Vingegaard. Pero el domingo, en el paseo triunfal del danés, reinó el caos. Lo deportivo pasó a un segundo plano cuando en el paseo del Prado comenzaron los incidentes que obligaron a parar la carrera.

Los violentos ganan en Madrid

Los manifestantes se agolparon en el vallado del recorrido de la última etapa de la Vuelta en las horas previas a la llegada del pelotón. Cuando se acercaba la carrera al circuito final, el habitual que pasa por Gran Vía, paseo del Prado y Castellana, los radicales comenzaron a tirar al suelo las vallas. Coincidió con el despliegue de agentes en la zona para evitar precisamente eso, que pusieran en riesgo el paso de la carrera por esa zona. Entonces comenzaron las invasiones del recorrido por todo el paseo del Prado, hasta Neptuno.

Los radicales tiraron abajo las vallas del recorrido, invadiendo la carretera en el centro de Madrid para evitar el paso de los ciclistas, desatando una batalla campal. Los hechos comenzaron bajo la pancarta de un kilómetro, situada en el paseo del Prado para la meta. Lanzaron de todo, a lo que los agentes, totalmente desprotegidos y huyendo en un primer momento a la carrera, tuvieron que responder cargando y echando gas pimienta a los violentos.