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EL RUTÓMETRO

Van der Poel se corona en la Milán-San Remo

San Remo es conocida como la ciudad de las flores. Su costa, el sol siempre presente, y la fiesta dedicada a los ornamentos florales la consagran como una ciudad eminentemente primaveral. Por algo será por lo que también se la conoce como la Riviera di Fiori. Una carrera legendaria, histórica, que cruza el norte de Italia desde la invernal Lombardía hasta la primaveral provincia de Imperia, y que tiene por sobrenombre la clásica de la Primavera. Es la Milán-San Remo, un canto al ciclismo de resistencia y a la sorpresa por el inquietante final que aguarda. Y en este 2023 el protagonista fue Van der Poel, que volvió a reinar.

Aburrida para algunos, los más ansiosos aspirantes al Monumento reniegan de las casi tres centurias de kilómetros que tienen que rodar y gestionar para alcanzar el momento decisivo y trepidante. Todos saben que, en la Cipressa, y sobre todo, en el Poggio, se juegan las bazas del triunfo. La longeva historia de esta clásica tiene su final sellado ante el fedatario de la experiencia. No cabe posibilidad para el estreno.

Fue Sagan en el 2017 quien añadió el desenlace más moderno. Desde la victoria de Demaré, un año antes, no ha vuelto a darse un final con sprint masivo. Durante décadas fueron muchos los que ganaron al milímetro. Pero desde aquel demarraje de Peter Sagan a pocos metros de coronar el conocido Poggio, perseguido por un joven Alaphilippe y el polaco Kwiatkowsky, el guion se ha mantenido invariable, cambiando únicamente los actores principales.

Llega el momento crucial

Cipressa decepcionó. Los precedentes al primer escollo fueron los previsibles. Fugas autorizadas, látigos y parones dosificadores. Afirmo que decepcionó porque se esperaba con emoción contenida un ataque furibundo de Pogacar. La afición clamaba desde las veredas, así como ante los televisores, por una nueva exhibición del esloveno. La estrategia del año pasado fue descartada por el gran favorito. Pogacar se reservó. Todas las ruedas y mentes apurarían hasta el último pronunciado obstáculo a fin de evitar el protagonismo a los velocistas y a sus respectivos lanzadores.

Van Aert, Filippo Ganna, Van der Poel, Pedersen, Mohoric y Sorensen recelaban de Pogacar, escoltado por Wellens. No andaban errados en su desconfianza. Pogacar quería su cuarto Monumento y lo iba a intentar en cualquier momento. Dio luz verde a Tim Wellens a lanzar toda su furia, formándose un grupeta de órdago.

Mohoric se rendía, Pedersen, que detesta esta carrera, no pudo aguantar el ataque despiadado. Solo quedaban, con manifiestas y serias dificultades, la pareja de los Van, Filippo Ganna y un interesado Sorensen, compañero de filas del nieto más famoso del pelotón.

Era todo o nada. Pogacar jugó su baza en la última bala. Quizá se precipitó unos metros. Es imposible saber dónde y cuándo era el mejor momento. La Classicissima es, probablemente, la carrera más difícil de ganar para el esloveno por su tipología y características. El esperado fogonazo resultó baldío. Cuando Van Aert neutralizó a Pogacar, se formó un cuarteto de ensueño, completado por Ganna y Van der Poel. Alea jacta est.

Van der Poel se exhibe

Lo comentaba en la previa. Van der Poel andaba escondido. Desde su campeonato del mundo en Ciclocross, pasaba desapercibido por las carreras. Apenas se le vio en la Tirreno Adriático. Es evidente que se estaba preparando para dar el golpe en San Remo. A falta de cinco kilómetros, en los últimos tramos en ascensión, antes de trazar la primera curva del decisivo descenso, la bestia neerlandesa irrumpió destrozando todos los parámetros en forma de watios. Imposible amortiguar el zarpazo. La elegancia sobre la bicicleta, posicionado de la forma más aerodinámica posible, un espectáculo a pedales que le permitió arañar segundos en cada trazada. Estábamos presenciando la coronación definitiva de este emperador de las clásicas, que promete darse continuidad para gloria de este deporte.

Van der Poel sumaba en la Vía Roma de San Remo su tercer monumento. Una victoria incontestable. Antológica, como merece y precia el contexto, lugar e marco histórico de tamaña obra ciclista.