Tres victorias de etapa

Un Tour para la esperanza del ciclismo español

Tour
Izagirre, Rodríguez y Bilbao, triunfadores en el Tour. (AFP))
Guillermo Sáez

Esperanza. Esa es la palabra que define el balance del ciclismo español después del Tour de Francia recién clausurado en París. Se sigue resistiendo el maillot amarillo, 14 años ya desde la última vez que Alberto Contador se lo enfundó victorioso en los Campos Elíseos, pero más allá del premio gordo hay brotes verdes que invitan a mirar con optimismo al futuro, sobre todo con un nombre propio: Carlos Rodríguez.

Y eso que el Tour no pudo empezar peor para la afición española. En la primer etapa, Enric Mas decía adiós. El triple subcampeón de la Vuelta a España se caía cerca de Bilbao bajando el Alto de El Vivero y se rompía la escápula derecha. El balear se iba para casa y tocaba girar la vista hacia otras bazas.

En la décima etapa de la carrera ciclista más importante del mundo, Pello Bilbao regaló una alegría que compensaba muchos sinsabores. Cinco años después del triunfo de Omar Fraile, demasiado tiempo, el ciclismo español volvía a cantar victoria en el Tour. Como la vida es así de caprichosa, después de quebrar una racha que parecía eterna solo hubo que esperar dos días para celebrar de nuevo por medio de Ion Izagirre, que cruzaba en solitario y brazos en alto la meta situada en Belleville-en-Beaujolais.

Pero lo mejor estaba por llegar. En la etapa reina del Tour, un recorrido alpino con desenlace en el mítico Col de Joux-Plane, el ciclista de Almuñécar ganó con una autoridad insólita para sus 22 añitos. Se escapó de los dos barones de este Tour, Jonas Vingegaard y Tadej Pocagar, y se marchó a por la mayor victoria de su todavía corta carrera. El español más joven en cantar una etapa en la historia de la Grande Boucle. Palabras mayores.

¿Qué más se le podía pedir a Rodríguez en su debut? ¿Pelear por el podio? A buena fe que lo intentó, pero acabó vencido por la experiencia de los hermanos Yates, que le relegaron a la quinta posición. En cualquier caso, matrícula de honor para el ciclista del Ineos Grenadiers, que dio una última muestra de pundonor en la penúltima etapa, cuando sufrió una durísima caída que le dejó el rostro ensangrentado y magulladuras por todo el cuerpo. Apretó los dientes, pedaleó con rabia y se reintegró al pelotón. Suyo es el futuro.

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