James Rodríguez no quiere decepcionar a su ídolo Zidane
Nada tiene que ver el James Rodríguez de la presente temporada con el que brilló bajo las órdenes de Ancelotti. Apenas se han visto fogonazos del jugador que lideró el ataque madridista siendo el eje de todas las combinaciones. El que abría la lata. La llave maestra.
En los últimos meses, el ‘10’ blanco ha dado que hablar. Pero más en lo extradeportivo que en su rendimiento sobre el césped. Comenzó con un arranque fulminante. Un golazo de falta, otro de chilena y una asistencia en el primer partido que Benítez le concedía la titularidad tras los reproches sobre su mal estado físico a la vuelta de vacaciones. Pero tras esa gran actuación contra el Betis en la segunda jornada, llegaron los problemas en su bíceps femoral izquierdo. Una lesión de la que recayó y que lo tuvo parado casi dos meses. A su vuelta, el runrún sobre su mal estado físico seguía latente. Más incluso cuando desde el entorno de Benítez se filtró su alto índice de masa corporal. Desde Okdiario se informó de la preocupación existente en el seno del club por su bajo rendimiento físico.
El colombiano no terminaba de entrar en la dinámica del equipo y su relación con Rafa Benítez empeoraba con cada entreno. Las repetidas suplencias con el técnico madrileño no hacían más que agrandar las dudas sobre su estado de forma. Era una relación sin posible reconciliación. Benítez y James no se tragaban y James se planteaba su salida a final de temporada.
A esto se le sumó el escándalo cuando hizo oídos sordos al alto de la policía cuando le cogieron circulando a 200 km/h por la M40. A propios y extraños sorprendió la actitud rebelde de un James Rodríguez que apenas se ha destacado por estas costumbres en su carrera. Un jugador que precisamente ha conseguido todos sus éxitos basándose en una profesionalidad inmaculada.
Con Zidane todo ha cambiado
Pero con la llegada de Zidane todo ha cambiado. El colombiano ha visto la luz al final del túnel. O más bien lo ha iluminado el aura del que en su día fuera su ídolo de infancia. James está dispuesto a ser otro y pudo sentirse desde el primer entrenamiento.
Porque de la mano de Zizou el ‘10’ colombiano confía en volver a ser ese jugador desequilibrante que deslumbró en el Mundial y conquistó todos los corazones madridistas la pasada campaña. James quiere ser el Zidane que en su día fue para los Galácticos. Ese conector entre el medio y la delantera. El único capaz de encontrar la rendija por donde filtrar pase. Los dos, jugadores elegantes, también pueden presumir de haber realizado una obra maestra con una volea de zurda prodigiosa. Zizou en una final de Champions en Hampden Park. El colombiano en unos octavos de final del Mundial en el mismo Maracaná.
Zidane sabe que el astro cafetero es el que más condiciones reúne para ser el jugador referencia que en su día el francés fue. Y por eso le dará libertad total en el frente de ataque. Por detrás de la BBC. Todo apunta a que será titular contra el Sporting.
Ahora será James Rodríguez el que deba responder al reto. Su disposición será total. Al jugador le brillan los ojos cada vez que se le acerca el técnico en los entrenos. Está encantado con la llegada del francés. Incluso se podría decir que está ‘enamorado’ de su figura. Y por eso pretende demostrarle esa actitud en cada práctica. Por idolatría y por respeto al astro francés. Zidane, gracias a su carisma, ha conseguido en solo un día lo que Benítez no logró en cinco meses: ganarse la confianza del crack colombiano para poder sacar su máximo rendimiento.
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