Djokovic se exhibe ante Rublev y está a dos pasos de conquistar el Open de Australia

La mejor versión de Novak Djokovic ha llegado al Open de Australia para quedarse… al menos hasta que se lleve su décimo título en Melbourne. Ese es el gran objetivo del tenista serbio, que ha encontrado un nivel de regularidad y brillantez que asusta y que, además, se multiplica en función de la dificultad de su rival. Andrey Rublev, cabeza de serie número cinco del cuadro, lo sufrió en sus propias carnes e igual que sucediera con el local De Miñaur en octavos, acabó apalizado y haciendo poco más que poner la alfombra roja a Nole, quien ya está en semifinales de su Grand Slam preferido, donde se medirá al estadounidense Tommy Paul, quien ganó a Ben Shelton en el duelo yanqui de la jornada.

En tres sets indiscutibles (6-1, 6-2, 6-4), y cediendo sólo siete juegos ante su rival, Djokovic finiquitó la contienda en apenas dos horas con un tenis monstruoso y de difícil explicación. Si bien se encuentra rápidamente en lo técnico, debido a un talento histórico en prácticamente todos los golpes que se emplean en el tenis, no se hace tan fácil de cara a lo físico. Nole, hace escasos días, estaba claramente mermado por unas molestias en el isquiotibial de las que sólo queda el vendaje, ya que ha pasado de tener problemas a levitar por la pista y correr de esquina a esquina abierto de piernas, si es necesario, y haciendo casi imposible al rival ganar un punto por winner.

Todo ello, sumado a un juego de ataque de los mejores que se le recuerdan en los últimos tiempos, convirtieron el partido en una exhibición de Djokovic y en pesadilla para un Rublev que apuntaba a pagar el cansancio tras la maratón ante Rune en octavos y lo hizo, pero más que en lo físico, en lo mental. El castigo de ver como los juegos, más o menos apretados, se marchaban al otro lado mermaron al pupilo del español Fernando Vicente, quien no pudo estar a la altura de lo que obligaba el monstruo que había venido a verle desde el otro lado de la red.

Rublev lo intentó en el primer set, algo inseguro al principio con su servicio, pero pronto la puntualidad de Djokovic le ponía las cosas cuesta arriba, y con un parcial de 0-5 llevaba el parcial inaugural a su bolsillo como si estuviéramos hablando de un partido y un rival cualquiera, y no de un duelo ante un top-6 en los cuartos de final de Grand Slam.

Concienciado en el segundo de no perder su saque a las primeras de cambio, Rublev forzó la máquina y encontró resultados, al menos para mantener igualada la contienda. Sin embargo, Djokovic volvía a aparecer en su mejor versión, haciéndola coincidir con un nuevo momento de duda de Andrey, que volvería a pagar caro. De nuevo los malditos parciales, en este caso con un doble break consecutivo, le daban la segunda manga a un Nole que se gustaba, no daba un momento de respiro y exhibía un tenis de muchos quilates sobre la Rod Laver Arena.

Paul, penúltima parada para Djokovic

El peso de la derrota, aún parcial, era demasiado para un Rublev que pasó a estar más impreciso si cabe en sus golpes de ataque en el comienzo del tercer set. Como resultado, un break inaugural para Djokovic y casi un segundo, que pudo neutralizar el ruso a tiempo para impedir la paliza completa de su rival. Sin embargo, Nole, curtido en mil batallas de esta índole, decidió bajar algo el ritmo y conformarse con su servicio, ya con una ventaja, aunque mínima a favor, para acabar cerrando por 6-4 un encuentro con el que mete miedo y devuelve la pregunta tantas veces pronunciada en el Open de Australia sobre si alguien será capaz de vencerle antes de que levante un nuevo título. La penúltima oportunidad en la presente edición la tiene Tommy Paul.