El Barça se pega un tiro en la ruleta rusa del Pizjuán
Todos los jugadores del Barça que saltaron al césped del Pizjuán corrieron como si les persiguiera un ejército de zombis. Se vaciaron. Su actitud fue impecable, pero directamente proporcional a su impotencia para marcar gol. El segundo partido sin Messi no hizo sino acentuar los pecados capitales que mostró el equipo azulgrana en el partido de Champions ante el Leverkusen que remontó ‘in extremis’.
Puede que el Barça no mereciera ganar en Sevilla, pero tampoco perder. El caudal ofensivo reflejado en las estadísticas es sencillamente demoledor y demuestra que la Messidependencia que padece el equipo azulgrana es mucho más grave de lo que podía parecer a simple vista en un equipo que tiene, por ejemplo, a Neymar y Luis Suárez en sus filas. Por más remates, por más córners, por más ocasiones que tuvo el Barcelona fue incapaz de batir la meta de Sergio Rico (extraordinaria actuación la suya), salvo en el penalti que transformó Neymar.
Un Barça impotente y negado de cara a puerta acumuló la friolera de 19 remates en el Pizjuán: 12 a portería y otros 7 fuera de los tres palos. Además, el equipo de Luis Enrique tuvo un total de 33 llegadas al área y dispuso de 9 córners a favor. El dato que tanto gustaba a Guardiola, la posesión, también tuvo un claro color azulgrana: 63 por ciento frente al 37 por ciento del Sevilla. El resultado final ya saben: 2-1 para el Sevilla y segunda derrota liguera para el Barça en las siete primeras jornadas.
Además de Sergio Rico, los palos también privaron al Barça de llevarse algo positivo de Nervión. Primero fue una falta de Neymar, que tocó en el poste y se recorrió pausadamente la línea de gol, luego un disparo a la escuadra de Luis Suarez y finalmente un remate de Sandro en el minuto 76 que también se estrelló contra la madera. No hubo forma para los azulgrana.
Al final se cumplió la ley del fútbol: el que perdona, pierde. El Barça perdió ante el Sevilla y Unai Emery pudo empezar a sacudirse su leyenda negra de entrenador perdedor contra los equipos grandes. Era la primera que el técnico sevillista ganaba al equipo azulgrana. Sólo ha tardado 20 partidos en conseguirlo.