Al Atlético le alcanza con el corazón

Al Atlético siempre hay que esperarlo. El equipo de Simeone abandonó Cáceres con el billete a la siguiente ronda de Copa en el bolsillo tras un agónico triunfo, pero triunfo. Ganar siempre aclara cualquier mal sabor de boca dejado por el juego. Los rojiblancos habían abrochado su octava victoria cuando Simeone rebajó la euforia. «Tenemos cosas que mejorar».

La precaución con la que el Cholo se manifestó fue un retazo del bucle de irregulares resultados y juego en el que había estado imbuido su equipo. El técnico argentino no es amigo del optimismo exacerbado. Sus más de tres décadas en esto del fútbol le han permitido aprender que si se saca demasiado el pecho, existe gran riesgo de que se pueda hundir.

Ante el Sevilla su equipo buscaba la novena victoria consecutiva, algo que no sucedía desde 2015, y la encontró a base de coraje para tumbar a un conjunto, el hispalense, bien situado y letal al contragolpe. Cualquier equipo que marque tres goles a domicilio oposita a vencedor. Le negó la categoría un Atlético que, pese a errores estructurales, generó un caudaloso río de ocasiones claras de gol.

Le metió corazón el equipo de Simeone. Rugió el Metropolitano. Y, con su equipo cayendo 1-3, comenzó a gestarse caldo de cultivo de remontada. Una de esas que empiezan los aficionados en la grada y la humanizan los jugadores sobre el terreno de juego. Metió Simeone todo su arsenal al campo. Y base de corazón y empuje, el muro cayó. Ya saben lo saben en Metropolitano, nunca hay que dejar de creer.

 Arrebato de Rodrigo de Paul

El argentino comienza a asomar su jerarquía en un centro del campo desgobernado por momentos ante el Sevilla. En el Metropolitano reprodujo el paso adelante dado en Cáceres, cuando se echó el equipo a la espalda para sacarlo del embrollo cacereño. Fue de más a menos. Abrió la lata de un cañonazo propio de la clase mundial que se le presupone. Su impacto fue menguando y fruto de un pase suyo errado, los hispalenses tomaron ventaja en el partido.

Barrios marca el ritmo

La poca presencia del Atlético en el centro del campo estuvo liderada por un Pablo Barrios que ya ha dado el paso. Bien colocado, da fluidez al juego y ordena a sus compañeros. Con un gesto dirige el juego. Ha crecido en jerarquía. Lo necesita su equipo, que sufrió cuando estuvo de baja por lesión. Detectó un resquicio imposible para filtrar un balón que Griezmann transformó en gol.  Ya ha tocado la puerta de la selección y, a buen seguro, la tirará abajo. Tiempo al tiempo.

Lino toma el camino correcto

Caminaba Lino sobre el tortuoso sendero de la crítica tras su partido ante el Cacereño en el que erró la toma de decisiones. Fue la confirmación de que no estaba siendo su temporada. Más todavía con el casillero goleador todavía por estrenar. Simeone le dio entrada con todo por resolver y en pleno génesis de remontada. Se armó de valor el brasileño para arriesgar con un zapatazo que significó el empate. Ya pleno de la confianza que da inaugurar su cuenta goleadora, recogió un balón para ponerle a Griezmann la sentencia en el tiempo añadido.

Griezmann siempre aparece

En cuantas ocasiones se ha mencionado el nombre del francés y en cuantas se mencionará… El francés será eterno en el Metropolitano. Un futbolista de esos de estatua. Con la derecha para validar el fabuloso pase de Barrios, con la izquierda para culminar la remontada sobre la bocina y llevar el delirio a la parroquia rojiblanca. Siempre se puede contar con Griezmann. Para todo. Para marcar un gol en el último suspiro, para dar fluidez en la sala de máquinas o para echar una mano, o las dos piernas, atrás. Su nombre sobre lo ancho y largo del terreno de juego.