Arbeloa: la última batalla del Espartano

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Arbeloa se despide del Bernabéu. (AFP)
Iván Martín

Álvaro Arbeloa nunca olvidará la temporada 2015-2016. No ha sido su temporada más participativa, ha jugado nueve partidos y ha sumado 529 minutos en todo el curso, pero se ha podido despedir del madridismo como lo debe de hacer un madridista. Porque si una cosa ha dejado clara durante las siete temporadas que el defensa ha defendido la camiseta del Real Madrid ha sido que ama y respeta el escudo por encima de cualquier cosa.

El verano ya empezó a evidenciar que Arbeloa iba a jugar poco. Dani Carvajal y Danilo estaban por delante de él y, aunque contaba con la confianza de Rafa Benítez, no tenía sitio en el equipo blanco. A pesar de esto, las lesiones le permitieron jugar el derbi liguero en el Vicente Calderón, aunque un fallo suyo terminó costándole dos puntos al Madrid. Ya nada sería lo mismo para el canterano. Con Benítez jugaría 110 minutos más en duelos intrascendentes y con Zidane sus números no mejorarían.

Pero esta temporada el Espartano no tenía que demostrar su fútbol sobre el césped, su trabajo había cambiado. Su función no luciría tanto, pero sería muy importante. Hacer equipo y arengar a sus compañeros en los momentos más delicados era su papel. Para la historia quedará la entrada al vestuario del Bernabéu tras lograr la remontada en cuartos de final de la Champions League frente al Wolfsburgo. “¿Os habéis divertido? ¿No habéis venido a eso?”, grito el defensa emulando la película de Gladiator. Después, haciendo referencia a los duelos que quedaban para lograr la Undécima espetó: “Tres partidos más, tres partidos más, joder».

La Undécima como despedida

El último partido de Arbeloa en el Real Madrid fue ante el Valencia en la penúltima jornada de Liga. Zidane le dio la oportunidad de despedirse de un Santiago Bernabéu abarrotado y entregado al lateral. Pero lo mejor estaba por llegar y él lo sabía.

Una semanas después de aquel momento, Arbeloa volvió a pisar el césped del Bernabéu. El estadio estaba lleno, la plantilla vestida para la ocasión, pero nadie iba a jugar un partido. La celebración de la Undécima fue la fiesta perfecta para que uno de los hombres que mejor han defendido los valores del Real Madrid en los últimos años dijera hasta luego, porque el Espartano nunca dirá adiós.

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