Curiosidades
Pueblos

El pueblo secreto de España lleno de piscinas naturales: lo llaman la Alhambra de Valencia

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En el corazón de la provincia de Valencia existe un rincón que parece detenido en el tiempo donde el agua cobra protagonismo. A unos 70 kilómetros de la ciudad de Valencia, en la comarca del Valle de Albaida, se encuentra un paraje natural que no sólo sorprende por su belleza, sino por su esencia intacta y su atmósfera refrescante. Se trata del municipio de Anna, conocido por algunos como «la Alhambra de Valencia», un lugar que alberga piscinas naturales, manantiales, rutas entre pinares y un legado arquitectónico que despierta la curiosidad de todo aquel que se aventura a explorarlo.

La localidad, salpicada de casas blancas y callejuelas tranquilas, está rodeada de colinas calcáreas, campos de olivos y bosques de pinos que enmarcan un paisaje lleno de vida. Pero es el agua el verdadero hilo conductor de su identidad. Desde su propio nombre, de raíz árabe -al-yanna, que significa «ojo de agua», hasta su extensa red de acequias y fuentes, todo en Anna gira en torno a este elemento vital.

Anna, ‘la Alhambra de Valencia’

El origen de este pueblo se remonta a la época islámica, cuando se establecieron sistemas de regadío que continúan en uso. Durante la Reconquista, pasó a manos cristianas y vivió diversas transformaciones sociales y económicas.

Lo primero que llama la atención al llegar al pueblo es su atmósfera relajada. Lejos del bullicio de otros destinos más concurridos de la región, aquí se respira una calma casi terapéutica. El visitante se encuentra con un entorno que ha sabido conservar su esencia rural, con plazas silenciosas, fachadas encaladas y un ritmo de vida pausado que invita a la contemplación. Pero más allá de su estética pintoresca, Anna ofrece una riqueza natural y cultural que la convierte en una joya poco conocida de la Comunidad Valenciana.

Piscinas naturales

Uno de los principales reclamos del municipio es su red de piscinas naturales, conocidas como gorgs. Estos espacios de baño, esculpidos por el paso del agua a lo largo del tiempo, se integran de manera armónica con el entorno, ofreciendo lugares idóneos para refrescarse, relajarse y conectar con la naturaleza.

El más emblemático es el Gorgo de la Escalera, una poza de aguas cristalinas a la que se accede mediante una escalera de 136 peldaños. Es ideal para los más aventureros, con zonas de salto, una pequeña cascada y suficiente profundidad como para nadar a gusto. Su popularidad ha crecido en los últimos años, pero sigue siendo un lugar con encanto, sobre todo si se visita entre semana o a primeras horas del día.

En contraste, el Gorgo Catalán ofrece un ambiente más tranquilo y familiar. Esta poza, rodeada de bancos de piedra naturales y zonas sombreadas, es perfecta para un baño relajado o un picnic bajo los árboles. Ambos espacios están habilitados con accesos cómodos y cuentan con servicios básicos en temporada alta.

Las rutas de senderismo en los alrededores de Anna son otro atractivo a tener en cuenta. Caminos bien señalizados conducen a pozas escondidas, miradores con vistas espectaculares y parajes de singular belleza. Algunas de estas rutas conectan con otros municipios cercanos, lo que permite ampliar la experiencia y descubrir a pie las joyas naturales del Valle de Albaida.

Patrimonio arquitectónico

Pero Anna no solo es naturaleza. El municipio también presume de un patrimonio arquitectónico interesante, donde sobresale el Castillo-Palacio de los Condes de Cervellón. Este edificio histórico, conocido como la «Alhambra de Valencia» por su decoración de estilo andalusí, alberga en su interior dos museos: uno etnológico y otro dedicado al agua. Su visita permite conocer mejor la relación que ha mantenido el pueblo con este recurso a lo largo de los siglos, además de disfrutar de sus patios interiores y su arquitectura singular.

También merece una visita la iglesia de la Inmaculada Concepción, de líneas neoclásicas y ubicada en el corazón del pueblo. Pasear por sus calles y descubrir rincones con fuentes antiguas, lavaderos restaurados o caminos que se pierden entre la vegetación es parte del encanto de esta localidad que ha sabido conservar su carácter.

Gastronomía

Y como no podía ser de otra manera, la gastronomía local aporta el toque final a esta experiencia. En Anna se pueden degustar platos tradicionales como la olla valenciana, elaborada con legumbres, verduras y carne; las coques de dacsa, unas tortas de maíz típicas de la zona, o los dulces caseros que se preparan siguiendo recetas heredadas de generaciones anteriores. Comer en Anna es hacerlo con sabor a hogar, con ingredientes frescos y elaboraciones que hablan del territorio y sus costumbres.

En definitiva, ‘la Alhambra de Valencia’ es un destino perfecto para quienes buscan desconexión, naturaleza en estado puro y un acercamiento real a la vida rural valenciana. Su riqueza paisajística, sus aguas que brotan por doquier, su historia y su hospitalidad la convierten en un lugar al que siempre se quiere volver.