Ni suerte ni maña: el truco casero de Berasategui para que no se te rompa el huevo al sacarlo de la sartén
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Cuando pensamos en cocina sencilla, hecha para tontos, un huevo frito puede salir a la mente. Pero la realidad es que hacer un buen huevo frito puede ser mucho más complicado de lo que parece.
No es sólo lanzarlo a la sartén y esperar. Es que no se queme, que no salpique toda la cocina, que la clara quede bien cocida, pero que la yema esté suave, casi líquida, para que al momento de pincharla con el pan, plop, todo funcione perfecto. Y claro, que no se rompa al sacarlo, porque eso lo arruina todo… Para evitarlo, se necesita técnica, y el chef de Martín Berasategui tiene el truco ideal para ello.
El truco de Berasategui para que el huevo no se rompa al sacarlo
El chef vasco, que suma 11 estrellas Michelin, no necesita inventar nada nuevo. Su truco es tan sencillo como eficaz y lo aprendió en casa, de su madre y su tía: antes de usar la espumadera, déjala unos segundos en el aceite caliente.
Ese gesto crea una fina capa de grasa sobre el metal. Así, cuando vayas a levantar el huevo, no se queda pegado. Se desliza fácil, sin esfuerzo, y evitas el clásico desastre de la yema rota justo cuando todo parecía perfecto.
Procedimiento:
- Calienta el aceite. Sin miedo, pero sin pasarte. Si tiras una miga de pan y chisporrotea rápido, está listo.
- Sumerge la espumadera. Déjala en el aceite unos segundos antes de usarla.
- Casca el huevo en una taza. Así lo controlas mejor al echarlo en la sartén y evitas que salpique.
- Levanta con cuidado. Cuando el huevo esté hecho, úsala espumadera caliente y sácalo suave. Con este truco ni se pega ni se rompe.
Otras claves para que no se rompa el huevo frito
Una espumadera buena marca la diferencia. Las de silicona o con recubrimiento antiadherente ayudan mucho más que las metálicas duras de toda la vida. También hay que tener sentido común: no llenes la sartén con tres huevos de golpe, pues eso baja la temperatura y estropea el resultado.
Además, tampoco se debe mover el huevo mientras se está haciendo, pues eso hace que la clara no se fije bien y el huevo se desarme.
Otro detalle que muchos pasan por alto es no reutilizar el aceite más de la cuenta. Si ya ha servido para varias frituras, pierde propiedades, se vuelve más espeso y tiende a pegar más el huevo.
Por último, aunque parezca absurdo, el truco de la miga de pan es sumamente importante. Ese es el termómetro más fiable que vas a encontrar. Si la tiras al aceite y no hace ruido, no está listo, pero si salta como si tuviera vida propia, adelante, es el aviso ideal.
Si se siguen todos estos pasos, sencillos pero efectivos, el huevo frito deja de ser un plato básico y pasa a parecer casi de lujo. Una clara crujiente por los bordes, la yema en su punto, pan al lado… y ahí es cuando llegan los halagos. Porque el típico ‘no sabe ni freír un huevo’ esta vez no va a aplicar.
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