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El invento de Chester Carlson que cambió la historia

El invento de Chester Carlson que cambió la historia
El invento de Chester Carlson que cambió la historia

Si no sabes cuál fue el invento de Chester Carlson, ese que le hizo famoso, te contamos  todos los detalles sobre la tecnología pionera que este físico e inventor norteamericano desarrolló hacia finales de la década de los años 30, y que ha ido evolucionando, hasta convertirse en una indispensable en estos tiempos.

El caso es que Chester Floyd Carlson, tal su nombre completo, nació en la ciudad de Seattle, Washington, el 8 de febrero del año 1906, y durante sus primeros años como empleado se dedicaba a patentar ideas es una firma de abogados de aquella ciudad, tiempo durante el cual comenzó a pensar en una solución práctica que cambiaría la vida a millones de personas.

Carlson, que por su puesto debía encargarse todos los días de copiar a mano cientos de documentos de patentes de toda la región, terminaría sufriendo una enfermedad ósea, probablemente artritis, la que le dificultaba realizar su tarea. Y, aún cuando lograba realizarla, lo hacía lento y padeciendo.

Fue así que poco a poco se obsesionó con la posibilidad de crear, inventar algún aparato, que fuera capaz de copiar esos centenares de documentos de patentes por él, y de hacerlo sin mucho esfuerzo. Tras varios intentos fallidos, Carlson inventó, el 22 de octubre de 1938, la fotocopiadora.

Para ser más precisos, su gran mérito fue en realidad la patente de un método de copia de documentos, que sería denominado xerografía con el paso del tiempo, y que aunque no se comercializó como tal sino hasta décadas más tarde, tuvo con él su nacimiento.

Por supuesto, sabemos que él estuvo detrás de esta invención porque, consciente de lo importante que resultaba su trabajo, enseguida lo patentó para que nadie pudiera robarle ese brillante plan. Dentro de esa patente se incluye el primer aparato que había diseñado, y que se distinguía de todos los anteriores porque no hacían falta las máquinas de revelado ni fotográficas, parientes lejanas de las fotocopiadoras modernas, pero que si bien hacían la labor más sencilla, no la agilizaban.

A partir de esa patente original, Carlson entregó buena parte del resto de su vida a mejorar el equipo de fotocopias, poniendo dinero de su bolsillo y consultando con técnicos para optimizarlo. Prácticamente diez años después, en 1947, una firma que fabricaba papel fotográfico, Haloid, compró aquella patente y la introdujo en el mercado bajo el nombre de Xerox.

El resto de la historia es conocida: la xerografía es la base de las actuales impresoras láseres.

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