Telefonía

¿Es peligroso vivir cerca de una antena de telefonía móvil?

¿Qué pasa si vivimos cerca de una antena de telefonía móvil?
¿Qué pasa si vivimos cerca de una antena de telefonía móvil?

Desde siempre, y sobre todo ahora que estamos siendo testigos de la instalación de antenas que propiciarán las conexiones de telefonía móvil de quinta generación, o 5G, hemos oído todo tipo de comentarios relacionados con los supuestos peligros que entraña el vivir cerca de una antena de telefonía móvil.

Pues bien, a lo largo de las siguientes líneas vamos a intentar responder a la pregunta sobre qué pasa si vives cerca de una antena de telefonía móvil, analizando cada una de las posturas al respecto, y cuáles son los factores que deberíamos tener en cuenta a la hora de juzgar el potencial riesgo.

De este modo, consideraremos las opiniones de cada una de las partes, como para que puedas sacar tus propias conclusiones al respecto y, por qué no, compartirlas con nosotros si lo deseas.

Es cierto que las antenas de telefonía generan a su alrededor campos electromagnéticos ya que, en realidad, todo lo que hay a nuestro alrededor produce alguna clase de radiación. El problema con las antenas es que tienen una potencia miles de veces superior a la de otros objetos y, por lo tanto, conviene que se mantengan alejadas de los centros urbanos.

De hecho, algunas evidencias científicas en animales demuestran que la exposición constante a esta radiación bien podría ser la causa de la aparición de cáncer en seres vivos, aunque difícilmente los seres humanos nos veamos vulnerables durante mucho tiempo a estas ondas electromagnéticas.

Por otro lado, tampoco faltan investigaciones que indican que la radiación que surge de las antenas no es mucho mayor a la que tiene una bombilla de potencia media, a las que sí estamos expuestos durante casi todo el día, y a una distancia ínfima que compensa la menor potencia.

Algunos argumentan que las paredes de los edificios son una barrera protectora contra los campos electromagnéticos, reduciendo la radiación que pueda llegar a percibir, y sufrir, el cuerpo humano.

En resumen, podríamos coincidir en que las antenas de telefonía son tan peligrosas como otros objetos que utilizamos y a los que no les prestamos demasiada atención, aunque no lo suficiente como para que nos planteemos su abolición, sobre todo habida cuenta de la relevancia de las redes.

Incluso, no está de más recordar que también la radio y la televisión llegan hasta nuestros hogares haciendo uso de las ondas electromagnéticas y que, evidentemente, no representan un riesgo por encima de lo tolerable, o ya habríamos desistido de estas tecnologías hace mucho.

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