Vacunas de tolerancia: ¿será posible entrenar al cuerpo para no atacar a sí mismo?
Las vacunas de tolerancia recuerdan al sistema inmunitario que ciertos componentes del cuerpo no son enemigos.
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Las vacunas terapéuticas
La nueva era de la inmunoterapia

Las vacunas de tolerancia están a punto de hacerse realidad. Ya existen pruebas sólidas y varias candidatas en fases avanzadas de desarrollo. Por primera vez tenemos a la mano la esperanza real de tratar y curar las enfermedades autoinmunes.
El laberinto del sistema inmunitario
El sistema inmunitario tiene la misión de defender al organismo de invasores como los virus y las bacterias. Normalmente cumple bien su trabajo, pero a veces empieza a atacar tejidos del propio cuerpo.
Así nacen las enfermedades autoinmunes: artritis reumatoide, lupus, esclerosis múltiple, diabetes tipo 1, enfermedad celíaca y más de 80 patologías que afectan a entre el 5 y el 8 % de la población mundial. Durante décadas, el tratamiento ha consistido en “frenar” esa reacción descontrolada con medicamentos inmunosupresores.
Tales medicamentos funcionan, pero a costa de dejar al paciente más vulnerable a infecciones y, en muchos casos, no resuelve la causa de la enfermedad. El objetivo de las vacunas de tolerancia o vacunas de antígeno-específicas inversas es que el sistema inmune vuelva a funcionar bien.
¿Qué es una vacuna de tolerancia?
Las vacunas clásicas le enseñan al sistema inmune a atacar a un patógeno externo. Las vacunas de tolerancia buscan lo contrario: inducir tolerancia inmunológica específica hacia un antígeno propio que el cuerpo está atacando por error. Para lograr esto se han desarrollado varias estrategias.
Administración del antígeno por vías “tolerogénicas”
Consiste en administrar el antígeno por vía oral o nasal. Esto se puede hacer a través de la mucosa del intestino y de las vías respiratorias. Son zonas llenas de células especializadas en inducir la tolerancia para evitar las alergias.
Acoplar el antígeno a portadores tolerogénicos
La idea es unir la parte del cuerpo que causa el problema a células creadas en un laboratorio, o a partículas diminutas. Estas imitan a las células que mueren de forma natural. De este modo, se le enseña al sistema de defensa a no atacar.
Usar adyuvantes que promuevan respuestas reguladoras
En lugar de los ayudantes clásicos que provocan inflamación, se usan sustancias como la vitamina D o algunos medicamentos. Estos estimulan al cuerpo a producir células calmantes.
Terapia con células CAR-Treg
Es una versión «pacífica» de una terapia usada contra el cáncer. Se toman las células de defensa del paciente y se modifican para que, en lugar de destruir lo que reconocen, lo protejan y tranquilicen al resto de las defensas.
Una especie de reeducación
En las enfermedades autoinmunes, el sistema inmunitario confunde tejidos propios con amenazas externas. Así aparecen afecciones como la esclerosis múltiple, la diabetes tipo 1 o la artritis reumatoide. Las defensas, que deberían protegernos, se vuelven contra nosotros, generando inflamación y deterioro progresivo.
Los tratamientos actuales suelen recurrir a inmunosupresores generales, herramientas valiosas pero imperfectas: reducen los síntomas, aunque al mismo tiempo dejan al organismo más expuesto a infecciones. Por eso, imaginar un tratamiento que enseñe al sistema inmunitario a distinguir correctamente entre lo propio y lo extraño resulta tan atractivo.
Las vacunas de tolerancia apuntan justamente a esa reeducación. No buscan despertar una respuesta agresiva, sino recordar al sistema inmunitario que ciertos componentes del cuerpo no son enemigos. Algunas investigaciones se centran en administrar fragmentos de las proteínas atacadas en las enfermedades autoinmunes, pero en un entorno que favorece la calma inmunológica. Otras estudian nanopartículas diseñadas para transportar estos fragmentos hasta células reguladoras que actúan como moderadoras del sistema y ayudan a frenar la inflamación.
¿En qué enfermedades ya se está probando?
Las vacunas de tolerancia ya se están probando para tratar enfermedades autoinmunes como las siguientes:
- Diabetes tipo 1. Se están probando tratamientos con pastillas de insulina o terapias genéticas. Un estudio en niños mostró que una insulina modificada ayudó a proteger la función del páncreas.
- Esclerosis múltiple. En Europa se está probando un tratamiento que usa células “educadoras” cargadas con fragmentos de la capa protectora de los nervios para calmar al sistema inmunitario.
- Artritis reumatoide. Se han usado vacunas con la sustancia que el cuerpo ataca por error en esta enfermedad. Estas han logrado reducir la inflamación en las articulaciones sin debilitar todo el sistema de defensas.
- Enfermedad celíaca. Se probó una vacuna con partes del gluten para “enseñar” al cuerpo a no reaccionar. Aunque los resultados no fueron los esperados, abrió el camino para nuevas versiones mejoradas.
- Alergias alimentarias. Aquí los tratamientos están más avanzados. En 2020 se aprobó en EE.UU. un tratamiento oral para la alergia al maní, que es básicamente una “vacuna de tolerancia”.
Mirando al futuro
Este tipo de vacunas ya casi son una realidad. Para la diabetes tipo 1, por ejemplo, la empresa Diamyd Medical planea solicitar una aprobación condicional en Europa para 2026. Para enfermedades más complejas como el lupus o la esclerosis múltiple probablemente estarán listas a finales de esta década o principios de la siguiente.
Para millones de personas que tienen enfermedades autoinmunes, eso puede significar vivir sin miedo a las recaídas, sin efectos secundarios graves y, algún día, sin enfermedad.
¿Llegaremos algún día a usar estas vacunas de forma preventiva? Es difícil saberlo. Pero la posibilidad de guiar al sistema inmunitario hacia una respuesta más equilibrada marca un paso importante hacia un futuro donde la medicina no solo combata, sino también enseñe. Y quizá ahí resida la verdadera revolución: en descubrir que, a veces, curar también significa reconciliar.
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