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Los perros de la zona presentan mutaciones genéticas
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La Zona de Exclusión de Chernóbil, que se extiende por unos 2.700 km², es un área restringida para la humanidad debido a los niveles de radiación provocados por el desastre nuclear de 1986. Sin embargo, esta región ha visto florecer una fauna inesperada, incluidas poblaciones de perros que se han adaptado a las condiciones únicas del lugar. Los conocidos como perros de Chernóbil, que viven en las cercanías de la planta nuclear, han desarrollado cambios genéticos notables, lo que sugiere una evolución distinta a la de los perros en las áreas circundantes. Un estudio reciente ha analizado la genética de 302 perros de la zona, descubriendo diferencias en su ADN que los separan de los perros de otras ciudades cercanas.
Aunque la radiación podría parecer la causa principal de estos cambios, los investigadores han sido cautelosos al hacer esta afirmación, ya que la evolución de los animales está influenciada por múltiples factores ambientales. Este fenómeno no es exclusivo de los perros, ya que otros animales de la zona también muestran adaptaciones inusuales. Un ejemplo son las ranas que habitan Chernóbil, que tienen un color más oscuro que sus parientes de otras regiones, lo que podría haber sido una respuesta indirecta a la radiación. Estos casos muestran cómo, en un entorno tan peculiar, la naturaleza continúa su curso.
¿Qué está ocurriendo con los perros de Chernóbil?
El 26 de abril de 1986, la explosión del reactor número 4 en la planta nuclear de Chernóbil dejó una huella profunda en la región. Este desastre provocó el peor accidente nuclear de la historia, liberando una cantidad de material radiactivo 400 veces mayor que la de las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki. Como resultado, las autoridades soviéticas evacuaron a más de 350.000 personas de la zona y, en muchos casos, a sus mascotas. Entre esos animales, algunos perros sobrevivieron y formaron una población que, décadas después, ha sido objeto de estudios científicos.
En 2017, el biólogo Timothy Mousseau, junto con el grupo Clean Futures Fund (CFF), viajó a la Zona de Exclusión de Chernóbil para esterilizar y vacunar a los perros callejeros que viven allí. A lo largo de estos años, la población canina en la zona ha crecido significativamente, con unos 750 ejemplares registrados en 2017. Muchos de estos perros son descendientes de aquellos que sobrevivieron a la tragedia de 1986. Mousseau, que ya llevaba años estudiando la fauna de Chernóbil, colaboró en la recopilación de muestras de sangre y tejidos de estos animales para investigar los posibles efectos de la radiación sobre su genética.
El estudio, publicado en la revista Science Advances, revela que los perros de la zona presentan mutaciones genéticas y diferencias que los distinguen de otras poblaciones caninas, lo que sugiere que han evolucionado en un entorno altamente radiactivo. Estas diferencias no son sólo superficiales, sino que podrían estar relacionadas con la capacidad de los perros para sobrevivir en un ambiente tan hostil. Además, el análisis genética realizado por la investigadora Elaine Ostrander, del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, ha permitido identificar hasta 15 familias distintas de perros, lo que ayuda a entender cómo la radiación ha podido afectar su ADN.
El estudio sugiere que la exposición continua a la radiación podría haber inducido mutaciones genéticas significativas en los perros de Chernóbil. Sin embargo, los investigadores señalan que no es posible determinar si estas mutaciones son directamente causadas por la radiación o por otros factores. Lo que sí se ha identificado es que algunos de estos perros presentan genes relacionados con la reparación del ADN, el metabolismo y el envejecimiento, lo que podría haberles permitido sobrevivir en un entorno con altos niveles de radiación.
Para obtener datos más precisos sobre el impacto de la radiación, los científicos están analizando las variaciones genéticas según la ubicación de los perros. Los que viven cerca del reactor de Chernóbil, donde los niveles de radiación son más altos, tienen una genética diferente a los que habitan más lejos, como en la ciudad de Chernóbil o en las zonas menos contaminadas. Estos resultados proporcionan un punto de partida para futuras investigaciones sobre los efectos a largo plazo de la radiación en los mamíferos.
El trabajo de Mousseau y su equipo también ha revelado que los perros de Chernóbil, a pesar de haber vivido aislados durante varias generaciones, han mantenido un vínculo genético con los perros de las razas de Europa del Este, como los pastores alemanes.
Estos estudios, aunque centrados en los perros, son fundamentales para entender los efectos de la radiación sobre la salud y la genética de los mamíferos en general, incluyendo la nuestra. Al analizar cómo las generaciones de perros han evolucionado y se han adaptado a un entorno altamente contaminado, los científicos esperan obtener información valiosa sobre cómo la exposición a largo plazo a la radiación podría influir en los seres humanos y en otros animales que vivan en zonas afectadas por desastres nucleares.
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