Cerebro

Los científicos no dan crédito: descubren qué pasa en tu cerebro cuando te quedas en blanco

Mente en blanco
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

A todos nos ha pasado alguna vez: estamos hablando, pensando en algo importante o incluso rindiendo un examen, y de repente… nada. La mente queda completamente en blanco, como si alguien hubiese apagado un interruptor en nuestra cabeza. Este vacío mental del cerebro no sólo es desconcertante, sino que muchas veces lo interpretamos como una distracción inoportuna. Sin embargo, la ciencia está empezando a ver este fenómeno desde otro ángulo, mucho más profundo y revelador.

Recientemente, un equipo de neurocientíficos ha estudiado a fondo este estado mental que conocemos como «quedarse en blanco». Lejos de tratarse de una simple falta de atención, lo que ocurre es un fenómeno cerebral complejo y único. A través de investigaciones con tecnologías como la electroencefalografía, han descubierto que este «apagón» tiene una base neurológica clara.

La mente en blanco: un estado mental real

En el artículo «Where is my mind? A neurocognitive investigation of mind blanking», publicado en Trends in Cognitive Sciences, los investigadores Thomas Andrillon y Athena Demertzi, entre otros, explican que el quedarse en blanco es una experiencia en la que las personas afirman no estar pensando en nada. Y esto no ocurre de forma aislada. De hecho, según diferentes estudios, este estado puede ocupar entre el 5% y el 20% del tiempo, dependiendo de la persona y la situación.

Un concepto clave en este fenómeno es el «arousal» que se refiere al nivel general de activación del cerebro y el cuerpo. Estar completamente despierto o muy cansado no favorece necesariamente el quedarse en blanco. De hecho, este estado mental suele aparecer cuando el nivel de activación se encuentra en un punto intermedio. Es decir, ni muy alerta ni demasiado relajado.

Los experimentos revelaron que después de periodos de privación de sueño o tras ejercicios físicos extenuantes, la frecuencia de episodios de «mente en blanco» (MB) aumentaba. La explicación parece estar en un tipo de «sueño local», donde ciertas regiones del cerebro reducen su actividad como si estuvieran dormidas, mientras el resto del cerebro permanece despierto. Este patrón se ha observado mediante el análisis de ondas cerebrales con EEG, que mostró señales similares a las del sueño lento, especialmente en las zonas posteriores del cerebro.

El fenómeno de la mente en blanco también se manifiesta en distintos trastornos clínicos. Personas con TDAH o ansiedad generalizada suelen experimentarlo con frecuencia. Asimismo, se observa en síndromes como el de Kleine-Levin o en crisis de ausencia epilépticas. Estas condiciones muestran vacíos mentales momentáneos con conciencia parcial, confirmando que es un estado con base neurofisiológica comprobable.

Diferencias claras con la meditación y el sueño

Una comparación frecuente es entre quedarse en blanco y ciertos tipos de meditación. Por ejemplo, la meditación de atención plena o «monitorización abierta» también busca reducir el contenido mental, observando los pensamientos sin aferrarse a ellos. Pero hay una diferencia fundamental: en la meditación, la reducción del contenido se produce de forma intencionada, mientras que en el MB ocurre sin aviso ni control consciente.

Lo mismo sucede con ciertos estados de sueño. A veces recordamos haber soñado pero no el contenido del sueño: eso se conoce como «sueño blanco». Este tipo de experiencia puede parecerse al MB, pero desde el punto de vista neurológico, son bastante distintos. En los sueños blancos hay patrones de activación cerebral típicos del sueño, mientras que en el MB, el cerebro conserva características de la vigilia, aunque con señales de actividad reducida en ciertas zonas.

Cartografía del vacío mental

Una de las contribuciones más útiles del estudio es la clasificación de los distintos tipos de mente en blanco. Los autores distinguen entre MB espontáneo (cuando ocurre sin que lo esperemos), MB deliberado (como el que se busca en la meditación), y otros estados cercanos como los sueños blancos o la conciencia sin contenido durante ciertos ejercicios mentales.

La tabla desarrollada en el artículo evalúa varias dimensiones: nivel de alerta, intencionalidad, capacidad de atención, contenido verbal, acceso a la memoria y sentido del tiempo. Esta herramienta permite ubicar cada tipo de vacío mental dentro de un mapa más amplio de estados de conciencia, lo cual puede ser útil tanto en la investigación como en el diagnóstico clínico.

Ésta nueva perspectiva sobre el hecho de quedarse en blanco abre un campo de estudio fascinante. Si podemos ser conscientes sin estar pensando en nada, ¿qué dice eso sobre la verdadera naturaleza de la conciencia? Tal vez, como proponen los autores, la conciencia no sea solo una cuestión de contenidos, sino también de presencia: estar ahí, aunque no haya nada más.

Lejos de ser un lapsus sin importancia, este fenómeno podría ser una ventana a comprender cómo se forman, desaparecen y reaparecen los pensamientos en nuestra mente. Al igual que un ordenador necesita reiniciarse de vez en cuando, nuestra mente también necesita pausas. Y esas pausaspodrían ser una función esencial para mantenernos lúcidos, equilibrados y atentos al mundo.

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