Diccionario para primerizos. La F

Diccionario para primerizos. La F
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¿Estás preparada para continuar conociendo todo el conjunto de términos que van a ser fundamentales durante tu embarazo así como en el parto y en el posterior cuidado de tu bebé? ¿Sí? Pues a continuación, y formando parte de nuestra serie Diccionario para primerizos, te vamos a dar a conocer algunas palabras muy importantes que debes conocer y que tienen en común que empiezan por la letra F.

Fetoscopia

Es una prueba que se realiza a la embarazada mediante la introducción en su útero de un tubo de fibra óptica, de unos 2 o 3 milímetros de diámetro. En concreto, se introduce a través de una pequeña incisión que se le realiza en la piel del abdomen para llegar así hasta el citado órgano y más exactamente a la placenta.

El objetivo de acometer la fetoscopia es poder conocer realmente el estado de salud en el que se encuentra el feto. Pero no sólo eso, a través de la misma se permite, en ciertos casos donde la vida del pequeño corre peligro, poder actuar para así mejorar la evolución y crecimiento del mismo. Es decir, está recomendada cuando el bebé tiene alguna enfermedad pulmonar, cuando se está produciendo un crecimiento intrauterino retardado o cuando, entre otras cosas, tiene lugar lo que es el síndrome de transfusión fetal.

Entre los riesgos más significativos que esta intervención trae consigo se encuentran un parto prematuro, el desprendimiento de placenta o incluso la rotura de la bolsa.

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Flebitis

Es la inflamación del interior de una vena que puede provocar que aparezca un coágulo que se encargue de obstruir lo que es el flujo sanguíneo. Muchas mujeres, tanto durante el periodo de gestación como después de dar a luz, sufren este problema, fundamentalmente en lo que son las piernas. Aunque no suele entrañar más riesgos, es importante que se acuda al médico para que tome las medidas oportunas y así se pueda evitar que aparezca un trombo.

Entre los síntomas que indican que una fémina sufre flebitis están dolores en la extremidad en cuestión, zona enrojecida, sensibilidad e incluso abultamiento de la vena pertinente.

Para prevenir esta inflamación, especialmente en los embarazos de riesgo o múltiples, es necesario que la mujer ande dentro de sus posibilidades, que coloque las piernas en alto e incluso que utilice medias especiales para varices, si sufre de estas.

Fontanelas

Molleras. Este es el otro nombre con el que se conoce a las separaciones y hendiduras que tiene el bebé en su cabeza, entre los huesos del cráneo, y que se pueden apreciar desde que nace hasta que alcanza el año o año y medio de vida. Vienen a ser, por tanto, los espacios blandos que quedan entre los seis huesos de su cráneo que aún no están “suturados” del todo porque su cabeza tiene que crecer.

Cuando viene a este mundo, el niño nace con dos fontanelas claras: la posterior, que es pequeña y que se cierra entre el primer y el segundo mes, y la delantera, que es más grande y que es la que tarda más tiempo en soldarse.

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Fórceps

Una de las palabras que ninguna mujer embarazada quiere oír durante el momento del parto es esta. Y es que se trata de un término que hace referencia a un instrumento de tipo obstétrico metálico en forma de pinza o tenaza que se emplea en algunos casos para facilitar y conseguir la salida del bebé del interior de su madre.

En los casos en los que el pequeño pueda presentar estrés, cuando la madre está cansada de empujar o cuando la salud de la mujer corra peligro se puede recurrir al uso de los fórceps, que vendrían a evitar que tuviera que llevarse a cabo una cesárea. Sin embargo, no hay que pasar por alto que también esa acción cuenta con sus riesgos, fundamentalmente el desgarro en la vagina de la mamá, moratones en la cabeza del recién nacido o incluso dificultades para que después del parto la fémina pueda hacer sus necesidades fisiológicas con normalidad.

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Fuente

También recibe el nombre de bolsa de aguas y hace referencia al saco de líquido amniótico en el que se encuentra el feto durante los nueve meses del periodo de gestación. Lo habitual es que se rompa de manera absolutamente espontánea para advertir que el bebé viene ya de camino, por lo que lleva a que la madre tenga que acudir al hospital de manera inmediata para así dar a luz.

Es importante saber que esa ruptura no sólo no duele en absoluto sino que se produce cuando el cuello del útero tiene una dilatación de entre 2 a 5 centímetros. No obstante, hay ocasiones en las que no acaba de fragmentarse y es el médico o matrona el que debe hacerlo mediante un perforador para permitir el nacimiento del pequeño.

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