Un tiempo fuimos lugar de descanso de la US Navy

Cuando la Guerra Fría, desde 1954 las unidades navales de la Sexta Flota del Mediterráneo de la US Navy eligieron el puerto de Palma como lugar de abrigo y descanso de sus tripulaciones. Coincidiendo con aquellos días Porto Pi era algo parecido a una base naval, con presencia continuada de navíos de nuestra Armada. Supongo que como consecuencia del teatro de operaciones durante la Guerra Civil, incluido el hundimiento del crucero Baleares, buque insignia de la marina nacional en aquellos tiempos.
El monumento de Sa Feixina, odiado por la extrema izquierda, testimonia que sí existió aquel capítulo desgraciado, que afectó profundamente por la llegada a puerto de los supervivientes del naufragio tras ser ametrallados en el mar, indefensos, por la aviación republicana. Un monumento levantado a cuenta de la población civil, o sea los conciudadanos de Palma. Sólo eso.
Recuerdo en mi infancia, algún que otro marino estadounidense sentado a la mesa familiar el día de Navidad, incluso algún oficial de cierta graduación, tocando el timbre de casa trayendo latas de queso y mantequilla de Holanda -es lo que me dicta la memoria-, como agradecimiento por la deferencia de mis padres acogiendo a miembros de la marinería para que no se sintieran solos en fechas tan señaladas. Eso no lo cuenta la Ley de Memoria.
La escala ininterrumpida de buques de la Sexta Flota continuó, sigue que sigue, hasta bien entrados los años 60. Pero había un problema. Se puso de moda entre los jóvenes entrar en pelea con las tripulaciones. Eran jóvenes, todos ellos, los unos y los otros. Se tomó la decisión de que colaborasen la Policía Armada (conocida como los grises) y la Shore Patrol (Policía Naval USA) al objeto de calmar los ánimos. Pero no fue suficiente, y ésta es la razón de que se optase por dos medidas adicionales: el body to body, es decir que los marinos americanos fuesen como mínimo de dos en dos y al fin se decidió dejar el uniforme en el barco para evitar provocaciones.
Doy fe de ello, porque lo viví en mi adolescencia, incluso ver las cargas en conjunto, de la SP y nuestra Policía Armada, a veces con el desternillante resultado de ver a un policía franquista pegarle un porrazo a un SP por el hecho de haber reprimido a un ciudadano español. Hay que tener algunos años para acordarse de todo aquello. Pero mientras duró aquella relación de la US Navy con Palma, siendo nosotros adolescentes, supimos vivir el encuentro de generaciones similares y comprar a bordo cipos, metopas o tabardos. De todo eso tuve, y disfruté, en mis días de adolescencia.
El resultado de todo aquello fue que la Sexta Flota decidió elegir un nuevo puerto de abrigo y descanso, en este caso las costas de Tarragona. Que se acabó la fiesta, en definitiva. ¿Recuerdan la bomba de Palomares? Pues el barco que la rescató, el USS Petrel, atracó en el puerto de Palma. Siempre la memoria. Siempre. Leí recientemente en esta casa una información en la que se hablaba de un marino del portaaviones Gerald R. Bush peleando con feriantes en el Parc de la Mar. El vídeo, en exclusiva, lo que mostraba es un número de feriantes, no inferior a cinco, pateando al tripulante bebido.
No tengo la menor duda de que el americano medio es pendenciero. Le va en el carácter. De hecho, estando en un bar de Memphis, allá por 1992, me encontré a mis espaldas con una suerte de camionero pateando mi taburete en busca de pelea. No le entré al trapo. Me fui a la cercana Beale Street con intención de saborear la historia del blues. B.B. King, por ejemplo.
Entiendo que convertir en noticia que un tripulante ebrio busque pelea sólo sirve para que la extrema izquierda eleve al altar del escándalo sus gritos de ¡imperialismo! ¡Imperialismo! Tendrían que haber vivido los divertidos escándalos en los años 60, cuando podemitas y sumaristas apenas eran un suspiro de esperma en la conciencia del tiempo todavía por llegar.
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