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Pollensa 2024: Wang, entre el lirismo y la explosión sonora

Yuja Wang ofreció el concierto más esperado en esta edición dada la proyección internacional de la pianista nacida en Pekín

Pollensa 2024 Wang
Yuja Wang durante su concierto en Pollensa.

Finalmente la presidenta del Govern, Marga Prohens, y su corte no estuvo en el concierto inaugural del 63 Festival de Pollença, como en un principio se había anunciado. Toda una fila vacía, contrastando con un aforo completo. 

En cambio, en el segundo concierto, el tan esperado encuentro con la china Yuja Wang, sí que estuvieron el presidente del Consell Insular de Mallorca y el conseller de Educación. Lógico, teniendo en cuenta que se trataba de la velada más esperada en esta edición, dada la proyección internacional de la pianista nacida en Pekín, que a los siete años ingresaría en el Conservatorio Central de aquella ciudad, lugar donde permaneció tres años para proseguir su formación en Occidente, preferentemente América del Norte. Hoy reside en Nueva York, convirtiéndose así en uno más de los neuróticos residentes de la Gran Manzana, dicho con cariño por supuesto. No vaya a ser.

El aura que la precede explica que de inmediato se agotasen las entradas, y al contrario de lo sucedido en el concierto de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, en esta ocasión no hubo notas al programa, puede que como consecuencia del cambio repentino de repertorio, eso lo explicaría todo, y lo que sí ha ocurrido en este inicio de la 63 edición es la conexión directa con las otras grandes citas estivales que tienen lugar en España, de manera que si la Filarmónica de Luxemburgo llegaba directamente de la Quincena Musical de San Sebastián, Wang abrió el 7 de agosto en Pollença el ciclo español de su gira, continuando después las visitas al Festival de Santander (9 de agosto) y finalmente el Festival de Perelada (11 de agosto).

Un desangelado programa de mano, subrayando su lado fashion, y además una hoja suelta con las piezas que iba a tocar. Pero, insisto: sin presencia de las preceptivas notas al programa. Lo que sí parece oportuno subrayar es el cumplimiento de su palabra, puesto que Yuja Wang debía haber estado en Pollença el mes de agosto de 2021 acompañada por el clarinetista solista de la Filarmónica de Viena Andreas Ottensamer, aunque se clausuró la gira en fecha próxima a su aparición en el claustro de Sant Domingo. 

El lanzamiento internacional de su carrera tuvo lugar el año 2007 –tenía 20 años entonces- al sustituir a Marta Algerich, que había cancelado sus tres actuaciones en la temporada de abono de la Sinfónica de Boston. Fue tal el éxito de Yuja Wang, que supuso el lanzamiento de su carrera. Ya en aquel entonces era bien conocida la opinión de Gary Graffman, su profesor en el Instituto de Música Curtis de Filadelfia (también Lang Lang, fue alumno suyo), que la definía de la siguiente manera: «Es la inteligencia y el buen gusto de sus intervenciones lo que la distingue».

Otro hito más reciente, el 28 de enero de 2023, contribuyó mucho a consolidar su condición de icono al interpretar de corrido en el Carnegie Hall los cuatro conciertos de piano de Rachmaninov, por los que siente fascinación, compartiendo escenario  con la Orquesta de Filadelfia en un acto que celebraba el 150 aniversario del nacimiento del compositor ruso, quien asimismo residió en los EEUU.

Se destacó entonces su memoria descomunal, facilidad técnica y entereza psicológica, así como su digitación y velocidad, saltos abruptos pasando con suma facilidad de un lirismo sobrecogedor a la explosión sonora.

Me atrevería a decir que la noche del 7 de agosto, buena parte del público acudía al claustro de San Domingo movido por la expectación, y sabiendo de los rumores que la calificaban de monstruo de la interpretación. Pero le faltaba la experiencia directa, y no es lo mismo verla en concierto a través de videos que ser testigos directos de un recital suyo, donde se acentúa la personalidad del intérprete hasta límites insospechados. Le precedía otro aval, como ganadora este año del Grammy al Mejor Solista Instrumental Clásico, después de haber sido nominada en 2012, 2019 y 2020. Algo tuvo que ver –imagino- el concierto de enero de 2023 en el Carnegie Hall.

Todo lo expuesto anteriormente era necesario tenerlo bien presente antes de ver salir a escena a Yuja Wang. Si me lo permiten añadiré dos cositas más. De una parte, cómo la definía hace pocos años el San Francisco Chronicle: «El pianista mejor dotado y no hay que hacer nada más que sentarse en la butaca, escuchar y maravillarse con su arte». Como ven, subrayándose su personalidad preferentemente. ¿Pero cómo se ve ella misma? Ahí va un apunte: «Para mí, hacer música es transportarme a otro modo de vida, otra forma de ser. Una actriz hace eso». Todo listo para apagarse las luces.

El recital ya era en sí mismo una originalidad: todo seguido sin intermedio y después un aluvión de bises. Así estaba previsto y se cumplió el guión.

La columna vertebral se reservaba a tres baladas (1, 3, 4) de Chopin y cinco preludios de Debussy, a los que vendría a sumarse Ravel (juegos de agua), Scriabin (fantasía), y muy aplaudido el estudio para la mano izquierda de Blumenfeld. Después fueron cayendo hasta un total de ocho bises: Danzón número 2 (Aturo Márquez), Arreglo sobre el cuarteto de cuerda número 8 (Shostakovich), Song without words (Mendelssohn), Lago de los Cisnes, fragmento (Tchaikovsky), Tocattina (Kapustin) (movimiento 3 de la Sonata número 7 (Prokofiev), Melody (Gluck) y Gretchen am Spinnarade (Schubert/Liszt).

Como puede verse un programa de amplio espectro compitiendo con el oficial y por eso con grandes ventanas abiertas al temperamento de la intérprete. Quedó clara su inmensa capacidad técnica y su caprichoso deambular, entre el lirismo y la explosión sonora. Debo reconocer, que admiré su destreza, su facilidad de adaptación a los incesantes cambios de tiempo, pero no me emocionó. En absoluto. Aunque de lo que se trataba era de ver al monstruo en acción.

En cierto sentido, me recordó el recital de Keith Jarrett en el Auditórium de Palma, cuando al llegar al escenario con una sonata de Mozart bajo el brazo decidió probar aceleradamente la afinación del piano. ¡Menuda técnica! Si bien lo bueno estaba por llegar: sus magistrales improvisaciones después de tantear la escala de notas, hasta encontrar el hueco para ser él mismo. No es lo que aprecié durante el recital, demasiado escorado hacia la exhibición.

Habrá que aguardar a verla interpretando un concierto, ella que desde sus veinte años ha sido invitada regularmente por las grandes orquestas del planeta y sujeta a la disciplina de las más ilustres batutas del momento.

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