arte

‘El ojo interior’, exposición de Sandra Vásquez de la Horra en la galería Kewenig

Más de 200 platos de cerámica componen un nuevo altar en el Oratorio de San Felio

Una exposición cargada de simbolismo y mitología nos acerca a la obra de esta importante artista chilena

Sandra Vásquez de la Horra
Obra principal de la exposición de Sandra Vásquez de la Horra.

Gracias a la galería Kewenig los isleños hemos tenido ocasión de acercarnos a conocer la obra de la importante artista chilena Sandra Vásquez de la Horra (Viña del Mar, Chile, 1967) durante estos últimos años, una obra que ya figura en las más relevantes colecciones de museos del mundo, como son la del MOMA de Nueva York, la del Centre Pompidou de París, la del The Art Institute of Chicago o la del National Gallery of Victoria en Australia.

Esta es la cuarta exposición de la artista que se promueve en Palma, en su galería nodriza, así que creo que los amantes del arte contemporáneo tienen ya un cierto conocimiento y bagaje sobre lo que versa su obra y su trayectoria, cimentada siempre en un fundamento mítico o mitológico, en ocasiones anteriores referido a relatos de su compatriota Francisco Coloane (naufragios extraños en la zona del Estrecho de Magallanes, por ejemplo, donde aparecían criaturas de otra dimensión espiritual), a ondinas o a entidades que provienen de las leyendas germánicas y escandinavas (clara influencia de su actual ubicación vital, dado que la artista reside y tiene su taller en Berlín, además de que completara su formación artística en la Kunstakademie de Düsseldorf con Jannis Kounellis y Rosemarie Trockel, y asistir después a la Kunsthochschule für Medien en Colonia).

La exposición actual en Palma lleva por título El ojo interior y el plato principal de la misma puede disfrutarse en el imponente oratorio de San Felio, antigua capilla del siglo XIII reconvertida en espacio expositivo singular. Aunque también en el espacio contiguo donde se ubican las oficinas de la galería se exhibe la parte gráfica, en papel, de esta exposición. Estos papeles, por cierto, son muy característicos de Vásquez de la Horra, ejecutados en grafito sobre papel y encerando después la superficie, «creando así una pátina que confiere corporeidad a la obra acabada», como se lee en la hoja de sala. Esa pátina otorga una pálida tonalidad amarillenta al dibujo que es muy característica, como decía, de la obra de esta importante artista.

Sandra Vásquez de la Horra
Otra de las obras de Sandra Vásquez de la Horra.

La pieza principal de la exposición está compuesta por más de 200 platos de cerámica, algunos de ellos pintados a mano, que han sido confeccionados en colaboración con el estudio de Pere Coll en Pòrtol, en la isla de Mallorca. La instalación se titula El manto de Obatalá y se ubica en el paramento trasero al antiguo altar, constituyendo uno nuevo «de intención propiciatoria de invocación del Bien y construye un relato sobre la vida y la expansión de la condición humana». Contienen imágenes que refieren el sufrimiento y la lucha, erigiéndose «un escenario visual en el que aparecen ojos en lágrimas de sangre, figuras humanas oprimidas, así como calaveras que nos acercan la conciencia de la muerte».

La intervención en el Oratorio se completa con una pieza en la que 21 ojos de cerámica aparecen dispuestos sobre un plato de una balanza, representación convencional de la justicia, y que hace referencia al famoso estallido social que tuvo lugar en Chile en 2019, en el que perdieron la vida varias personas, y otras tantas perdieron total o parcialmente la vista a causa de las acometidas de la policía con balas de goma y demás. Aquí las referencias a la religión Yoruba y a sus Orishas están muy presentes, en este caso Changó (Orisha de la justicia) y Eleguá (primero de los orishas guerreros, mensajero de deidades y humanos), y donde la numerología incide en los veintiún caminos del destino, confiriendo a esta obra «una especial correlación con lo alegórico».

En definitiva, como decía al principio, una obra repleta de planos interiores, de referencias a leyendas y figuras de la mitología, al realismo mágico tan característico de determinados movimientos americanos contemporáneos, una obra bella y potente que llega cargada de poesía ancestral y simbolismo irredente. Una muy recomendable exposición.

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