Los menas se rajaban sus cuerpos para mostrar el sufrimiento en el ‘centro del horror’ de Ateca
El 70% de los internos que se autolesionaba en Ateca era mena
Los expertos consideran que este patrón responde a motivos culturales
Los menas se practicaban cortes profundos en brazos, piernas, hasta el punto de tener que ser trasladados del centro de Ateca a la planta de psiquiatría de un hospital por las autolesiones. Esto relatan dos trabajadores del centro de Ateca, cuyos testimonios están recogidos en un trabajo de fin de máster de una autora que resaltará esta conducta como una de las más recurrentes entre los internos, siendo protagonizadas en su mayoría por menas.
Estos jóvenes encontrarían en la autolesión una expresión a su malestar psicológico. Tal y como reconocen el ex director de Ateca, Daniel Urbina y una de las psiquiatras del centro, el perfil de comportamientos agresivos y autolesivos lo protagonizaban estos jóvenes inmigrantes procedentes principalmente de Marruecos.
Por otro lado, las autolesiones de los menas registradas en Ateca, corresponderían a un patrón cultural y, por tanto, no deben ser interpretados como casos aislados, según reflejan numerosos trabajos de investigación en psiquiatría.
Un cóctel molotov para su salud psíquica y física, así como para la seguridad del entorno, si se suma una fuerte agresividad, el hábito en el consumo de drogas y el desarraigo de permanecer en nuestro país de estos inmigrantes ilegales sin vínculos familiares y sin opciones de lograr los papeles. Pues tal y como relatará la psiquiatra respecto al consumo de estupefacientes de los menas en Ateca: «Al final todos te lo dicen, yo lo utilizo para olvidarme de todos mis problemas. De la familia que he dejado allí, de cómo he llegado aquí, de que no tengo futuro, no tengo papeles, de que estoy solo».
Autolesiones y frustración en menas
El hecho de las autolesiones de los menas en Ateca no es, por tanto, un asunto a pasar por alto, teniendo en cuenta además que no es un patrón que se encuentra ni con esa frecuencia ni con tal intensidad en el resto de internos. Pese a ello, en este centro especializado, de la Fundación Comunidad y Salud, en terapias para la reinserción social no habría distinción a la hora de aplicar protocolos de intervención diferenciados entre menas y el resto de los internos.
De hecho, el ex director del centro, Daniel Urbina, reconocerá que en Ateca, «el perfil de los chavales que hay, mucha lesión, mucha autolesión». Un motivo por el cual, al comienzo de recibir internos menas en Ateca (a finales de 2017) les resultó difícil encontrar personal: «La gente no quería participar de eso, no participa, o se cansa».
Según relatará Urbina, el mismo encontró este patrón analizando los datos del centro de Ateca: «Del 30% de los chavales que se autolesionaban o que habían utilizado alguna vez la autolesión, el 70% eran inmigrantes».
«O sea, yo había encontrado como que los inmigrantes utilizaban mucho la autolesión y a mí me había saltado el chip y me puse a sacar datos», señala. «Es un recurso muy habitual o habitual dentro del perfil de menores migrantes».
¿Por qué se lesionan?
«A cualquier frustración la solucionan con autolesión», señalará la psiquiatra. «Además, hay autolesiones bastantes gordas, que igual otros de los nuestros se hacen un arañazo, y estos se hacen un corte con puntos. La tolerancia al dolor debe ser alta en muchos», explica.
Según esta psiquiatra, las conductas más frecuentes serán las de «síncopes, mareos». «Y hacen desmayos muy aparatosos, o crisis de agresividad brutales», añadirá. «Pero sobre todo, las crisis disociativas, que pierde el conocimiento, y mucha queja somática en general. Vienen aquí y es que me duele la boca, me la tenéis que cambiar, es que no me miráis la espalda, es que no me hacéis, no sé qué. Es una petición continua de cosas, unas autolesiones brutales».
La psiquiatra resaltará que esto marca un cambio de tendencia en los patrones, puesto que tradicionalmente eran «las chicas» las que presentaban lesiones: «En menores no acompañados ha vuelto la ola».
Si bien, la especialista reconocerá que pese a autolesionarse, «el chaval no está psicótico, sabes, porque realmente no ves ningún signo muy evidente». Sin embargo, reconocerá que en algunos casos, pese a ellos, «los he acabado ingresando por descartar».
La cultura de la autolesión
De nuevo, nos encontramos una «patología cultural», en el patrón de la autolesión, sirviéndonos de los términos utilizados por la psiquiatra para distinguir estos procesos enfermizos donde interviene el aspecto transcultural.
Medican a los menas del ‘centro del horror’ de Ateca por creer en el mal de ojo: «Es patología cultural»
✍🏻 informa @PaulaCiordia https://t.co/4cTXGhLFDj
— okdiario.com (@okdiario) August 21, 2024
De hecho, Urbina hará mención a un investigador italiano, Francesco Vacchiano, quien ha reflexionado hondamente sobre los procesos migratorios y menores no acompañados, y ha sostenido que en el imaginario cultural de los menas, a través la lengua árabe, se manifiestan metáforas referidas a «cortar», «quemar», en relación al sentido de cruzar el Estrecho, poniendo el ejemplo, que «la palabra que utilizan es cortar el Estrecho». «En la conquista de Al-Andalus, cuando llegaron los comandantes a sus barcos, lo que había es que quemarlos como símbolo de que no hay vuelta a atrás», destacará Urbina a la estudiante en un momento de la entrevista.
En esta manera cultural de canalizar las emociones, también se podría explicar, según él, por las creencias religiosas, como las «posesiones», así como «los males de ojo, de los genios y demás».
Menas y autolesiones en Ateca
Si bien, no sólo los menas, es decir, los que no están acompañados de sus progenitores, se autolesionaban en Ateca. Según relata la psiquiatra, un inmigrante de origen magrebí fue llevado al centro por su propia madre: «Tenía la voz de uno que le decía que se autolesionara». La psiquiatra destacará que tanto unos como otros «son de la misma cultura».
En otros casos, la autolesión evidencia un claro cuadro psicótico, generado porque «los papeles no llegaban». Según relata, el joven era argelino y creía que por el hecho de no ser marroquí no le gestionaban los papeles, padeciendo rumiaciones, es decir, pensamientos obsesivos y compulsivos. «Empezó a rezar en el suelo, a escupir, a maldecir, y llegó un momento en que nos empezamos a asustar, que podría hacerse daño de gravedad. Y ese chaval también estuvo ingresado, muchísimo mejor a la salida y mejor ahora», relata la psiquiatra.
Otro caso que cuenta se trataba de un menor interno drogodependiente que no quería ser trasladado a Ateca, «porque iba a perder el círculo». «Yo lo atendí en urgencias. Llevaba un corte en todo el gemelo, de arriba a bajo, porque lo iban a cambiar de centro y lo iban a llevar a Ateca». La propia doctora resalta la capacidad de resistencia al dolor: «No vino desmayado. No, no. Vino con todo el tajo en el gemelo sin cantearse»: «Ese corte a mí me impactó».
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