Andalucía

Policías de Almería multiplican peticiones de traslado ante la avalancha de pateras: «Vamos a reventar»

La avalancha de pateras que semana tras semana asola las costas de Almería implica consecuencias múltiples. La provincia se convierte en una olla a presión y la seguridad ciudadana se torna una quimera, pero la inmigración ilegal también repercute en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE), cuyos agentes, agotados, solicitan el traslado a otras ciudades o piden dejar de trabajar en las calles para dedicarse a tareas burocráticas.

El coordinador nacional de pateras del sindicato policial Jupol, Héctor Gómez, reconoce a OKDIARIO Andalucía que la plantilla «está muy cansada física y psicológicamente. Los policías no trabajan a gusto, están que revientan. Les gusta la Policía, les gusta el uniforme, pero no quieren tener este problema días tras día. Almería no tiene capacidad para absorber tanta inmigración».

Almería ya es la provincia española que más pateras recibe, por delante incluso de Canarias. Sólo en septiembre, llegaron a la provincia 112 pateras y 1.371 inmigrantes. La pasada semana, un aluvión de casi 400 pateras en apenas 72 horas volvió a poner contra las cuerdas el dispositivo policial. «No se ve mucho en televisión, pero aquí hay una avalancha semanal», alertan desde Jupol.

«Almería capital tiene 200.000 habitantes, casi el doble de población que hace 15 años. Si le metes todos los años 6.000 o 7.000 personas más sólo en pateras, es insostenible. Y a nivel policial es inaguantable. Los compañeros están pidiendo destinos a otras plantillas, agentes que son incluso de aquí de Almería se van, por ejemplo, a El Ejido. No quieren estar aquí recibiendo pateras. Están cansados del abandono institucional y piden salir de la calle y pasar a despachos. Les gusta la Policía y el uniforme, pero prefieren sitios administrativos. No quieren tener este problema día tras día. Estamos haciendo trabajo de carceleros, no el trabajo policial para el que estamos preparados», lamenta el agente Gómez.

Más pateras, más inmigrantes, más trabajo, pero mismo número de agentes. «Hemos pedido ampliación de plantilla. La ciudad crece, la población crece y cada vez hay más llamadas de emergencia», aseguran. A todo ello hay que sumar «la inquietud de los compañeros con el tema de la salud», porque «no sólo viene Covid. También hay tuberculosis, neumonías, hepatitis…».

«Pero ni Subdelegación del Gobierno ni Interior ni la Dirección General de la Policía contestan ni quieren hacer nada. Ni siquiera se reúnen con nosotros, y se lo hemos pedido varias veces. Dicen que las pateras en Amería son hechos puntuales, pero calculo que este año llegarán más de 500 pateras. Y eso significa más de una diaria. Eso no es un hecho puntual», sentencian.

Almería, desatendida

La brigada encargada de atender a las embarcaciones ilegales es Extranjería, pero al no contar con efectivos suficientes echan mano de la Brigada de Seguridad Ciudadana, que deja de patrullar las calles y atender urgencias vecinales para custodiar inmigrantes, lo que provoca una «situación insoportable. Las pateras desbordan todos los recursos de Almería. Haría falta un grupo exclusivo de agentes que se dedicara a ello», denuncian.

«Cruz Roja ofrece servicios sanitarios a los inmigrantes: ducha, prueba de antígenos, algo de comer y un café. Luego pasan a Frontex para las labores de identificación, toma de huellas y entrevistas. Tras ello, se les introduce en las celdas a la espera de la Policía Científica para que haga las reseñas policiales oportunas. Después, Extranjería se encarga de labores de arraigo: en caso de que vengan familias con niños, intentan hacer las gestiones lo antes posible. Y si vienen bloques familiares se les intenta poner juntos», detalla el agente Gómez.

Dada la inasumible presión migratoria, los trámites burocráticos quedan a cargo de la Brigada de Seguridad Ciudadana, que se encarga del traslado y la custodia de los inmigrantes ilegales. Esto incluye llevar al hospital a posibles menores para pruebas oseométricas, reingreso en el calabozo, separación de detenidos en función de su edad… «Y todos esos coches patrulla y esos agentes se sacan de la calle», apuntan.

«Hay que darles las tres comidas diarias, acompañarles al servicio tres veces al día porque dentro de la celda no tienen baño, más las gestiones con Policía Científica, con Frontex, con Extranjería, incluso con intérpretes. Estamos prácticamente las 24 horas del día sacando y metiendo gente del CATE (Centro de Atención Temporal de Extranjeros). Llevamos muchos meses así, pero no estamos para eso. Cuando hay una avalancha de pateras, la seguridad en Almería se queda temblando. Si pasa algo en cualquier barrio conflictivo y vas con dos patrullas, no haces nada. Almería va a peor, cada vez es más insegura. Y lo están pagando los ciudadanos que pagan impuestos», advierten desde Jupol.

Además, los inmigrantes son puestos en libertad cada vez más rápido para evitar superar el aforo del CATE de Almería, donde siempre están «al límite». «No hay un aforo oficial, nunca lo han dado. Lo único que tenemos es una respuesta parlamentaria del Ministerio del Interior en la que se cifró el aforo en 220 personas. Y para evitar superar ese aforo, se les tramita mucho antes la libertad. Se les deja libres en menos de 24 horas y la Policía Científica no tiene tiempo ni de hacer las gestiones», lo que provoca que yihadistas o inmigrantes potencialmente peligrosos acaben entrando en nuestro país.

El problema futuro

La inmigración ilegal es un «negocio» que salpica a ONGs -que recomiendan a los recién llegados decir que son gays para evitar su expulsión-, jueces -algunos pateristas han desembarcado en Almería cinco veces en lo que va de año sin imputárseles delito alguno por tráfico de seres humanos- e instituciones -que favorecen los trámites para que los inmigrantes logren quedarse en el país-.

«Tenemos un montón de gente en Almería en bicicleta y buscando en los contenedores de basura con residencia de larga duración. Y esa residencia se supone que es temporal, para trabajar», señala el agente Gómez. «La gente ve dos coches de Policía en una rotonda y se queda tranquila, piensa que hay seguridad, pero cada semana entran 400 inmigrantes en patera. Y todos los recursos que tiene Almería se ponen en el CATE», recuerda.

«Estos días se ha puesto a gente en libertad incluso por la noche, porque el CATE iba a reventar. Sueltas a 100 personas con chándal y capucha, que es la ropa que les da Cruz Roja, y los vecinos se asustan y llaman. Pero es gente que ya está en libertad. Tienen un procedimiento de expulsión abierto pero hasta que no se ejecute y Argelia y Marruecos abran fronteras -actualmente cerradas por la pandemia-, seguirán en España. Si sumas 5.000 argelinos en lo que va de año, más de 6.000 el año pasado, el año que viene más de lo mismo… Vas sumado y Almería, a determinadas horas y en determinados sitios, es muy peligrosa», constatan desde Jupol. Pero no sólo Almería: «Vamos a tener un problema muy grande en España en los próximos 8-10 años».

En la provincia hay ya pueblos y barrios enteros ocupados por inmigrantes. «Y eso es delincuencia y marginación, porque son gente sin cualificación. No son ingenieros ni médicos ni mecánicos. Y esa gente tiene que comer. ¿Y de qué van a comer? Pues de robar, porque no todo el mundo recibe ayudas», detalla el agente Gómez, quien añade que los empresarios «que contratan inmigrantes para invernaderos contratan subsaharianos porque trabajan, son puntuales y no crean problemas. Ya no quieren contratar árabes, porque les dan problemas y se pelean entre ellos».

«Las avalanchas vienen siempre igual, escalonadas para colapsar el servicio», señalan desde el sindicato policial. Las mafias son conscientes de ello y lo aprovechan para introducir droga por las zonas del litoral menos vigiladas. Y es que cuando el goteo de pateras es incesante, desencadena una serie de actuaciones que absorbe demasiado tiempo y efectivos.

Para ilustrar el problema, Jupol pone un drástico ejemplo: «Lo digo siempre en broma, pero al final será verdad. Si un día llega una tragedia y alguien empieza a atropellar a gente en el paseo marítimo, no podremos abatirlo porque estaremos con las pateras. Les dará tiempo a repostar la furgoneta y volver a atropellar a más gente. Como no vaya la Policía Local no va a ir nadie, porque nosotros no estaremos».