David Horrillo, nominado a mejor profesor de España: «En la ESO escriben igual de mal que con el móvil»
Mientras las redes restan "concentración y paciencia" a sus alumnos, este docente de Sevilla aplica nuevos métodos educativos
Tiene sólo 30 años, pero ya ha sido nominado tres veces a los Premios EDUCA Abanca como mejor docente de España. Profesor de Lengua y de Robótica en la ESO, David Horrillo aspiraba hace años a «cambiar la educación». Ahora ha llevado su propia metodología al colegio Marcelo Spínola de Umbrete (Sevilla) y sus particulares herramientas, adaptadas a los nuevos tiempos, calan hondo en sus alumnos.
Enfrente se sienta la «generación del clic», atrapada en las redes sociales y con problemas de «concentración y paciencia». «Lo quieren todo ya». En esta entrevista, David cuenta que sus alumnos escriben como leen, poco, y que están empezando a usar la inteligencia artificial para intentar engañarle. Él también la usa, y cada vez más: le ayuda a preparar y corregir exámenes (a pesar de que no esta «muy a favor» de ellos) y le regala tiempo para desarrollar mejor sus clases.
El 15 de diciembre se publicarán los finalistas de cada categoría (Infantil, Primaria, ESO/Bachiller, FP, Universidad…) y el 15 de marzo se conocerán los ganadores en una gala en La Coruña. El año pasado, David acabó en tercera posición. Este curso se encuentra de baja por leucemia, aunque ya está en la recta final del tratamiento. Podrá pasar la Navidad en casa y espera volver a dar clase en el tercer trimestre.
PREGUNTA.- ¿Siempre quiso ser profesor?
RESPUESTA.- Siempre he sido un chaval muy activo en los estudios y con 22-23 años, cuando salí de la carrera, empecé a trabajar dando clases extraescolares de robótica, compaginándolo un par de años con una consultora educativa, donde me formé en múltiples herramientas de Microsoft. Me metí también en el mundo de la gamificación, que en ese momento era algo muy poco sonado. Como fui de los primeros mentores de Minecraft Education en España, me fueron saliendo oportunidades. Y ahí comencé en el colegio, que era cliente de esta consultoría y donde estudié yo de chico. Empecé a dar clases de robótica y me acabaron contratando. Llevo cinco años allí.
Lo de ser profesor lo decidí al empezar la carrera. Siempre me había gustado, pero me metí con dudas. Es lo que pasa cuando no te orientan bien. Pero nada más empezar me di cuenta, era mi vocación. Y más aún cuando llegaron las prácticas. No sólo me gustaba, sino que me di cuenta de que quería cambiar la educación que había a día de hoy. Primero quería intentar ser el profesor que a mí me hubiera gustado tener en cada momento. Y segundo, impartir una educación mucho más dinámica y no tan apegada al currículum, donde puedan trabajar en la vida real lo que han dado en clase, que vean que tiene una utilidad. Lo vi claro.
P.- ¿Qué asignaturas da?
R.- Soy polivalente y cada año he ido cogiendo más responsabilidades. Este último año di Filosofía en la ESO y bachillerato de forma esporádica, porque se jubiló el director, pero a lo que principalmente me dedico ahora es a la Lengua, que doy clase en primero y en tercero de la ESO, y a todo lo relacionado con la robótica, la computación y la tecnología educativa, de primero a tercero. Además estoy enfocado en la orientación. Me encargo de estar con los alumnos por las tardes, con un refuerzo específico. Con los de bachillerato trabajo en la orientación universitaria, aconsejándoles. Y también soy tutor de tres cursos.
P.- ¿Por qué cree que le han nominado? No es la primera vez…
R.- No, es la tercera. La primera fue hace dos años y llegué a la final, quedé entre los diez primeros. El año pasado me nominaron otra vez y quedé tercero. ¿Por qué? Creo que soy un profesor muy empático con mis alumnos. Paso muchísimas horas con ellos, como tutor y como orientador. Y no sólo me baso en lo académico, también ven que me preocupo por ellos, que intento hablar con alguien si veo que tiene un mal día, que intento ayudarles dentro y fuera del colegio. Creo que ésa es la clave.
P.- ¿Cree que se ha perdido autoridad con respecto a los profesores de nuestros padres o ser más cercano no exime de respeto?
R.- Depende mucho del docente. Tiene que haber una balanza. Ellos tienen que saber que tú eres la autoridad dentro de la clase, pero también que puedes ser cercano. Es decir, que no eres su amigo pero tampoco su enemigo. Yo lo he conseguido a lo largo de los años, pero es una balanza que cuesta mucho. He visto casos en los que se les pone en su contra. Antes era mucho más fácil tener la autoridad. Ahora hemos podido pecar de acercarnos demasiado y dejar de lado ese punto de autoridad que siempre hay que mantener.
P.- ¿Qué diferencias ve entre una clase de hoy y una clase de los noventa?
R.- Ha cambiado mucho. Antes la relación profesor-alumno era mucho más distante, o al menos así la viví siempre. Los profesores llegaban, daban su clase y se iban, y prácticamente no sabían ni tu nombre, no había ningún tipo de relación. Ahora hay mucha más cercanía. Y somos una generación tecnológica, estamos dándole mucho más dinamismo a los contenidos. La tecnología lo ha transformado prácticamente todo. Antes era cuaderno y libro, ahora en mi centro todos los niños utilizan un iPad y te da mucho más juego. Puedes gamificar todo mucho más, se hace más dinámico y más atractivo. Y las redes sociales se utilizan mucho. Antes era lo que había y punto.
P.- ¿Cuál es la política del colegio con respecto a los móviles?
R.- Están totalmente prohibidos. Obviamente acaban trayéndolo, muchos vienen en autobús y escuchan música en el trayecto. Pero si vemos a alguien utilizar un móvil, se le retira y tiene que venir un familiar a secretaría a recogerlo. Y si a una madre le pilla mal un lunes, igual no va hasta el viernes y se tiran toda la semana sin móvil. Aparte de las distracciones, son chavales y en cualquier momento pueden hacer un vídeo o una foto de alguien sin su autorización. Además, el último curso la Junta de Andalucía mandó un comunicado diciendo que estaban totalmente prohibidos. Hasta entonces prácticamente todas las semanas requisaba algún móvil.
P.- ¿Los iPads los pone el colegio o son de los alumnos?
R.- Son de los alumnos, los traen ellos de casa. No es obligatorio tenerlo, pero es recomendable. Tienen un iPad que está vinculado al wifi del colegio para que no puedan meterse en ninguna página extraña, sólo en webs educativas y en las aplicaciones propias del colegio. No pueden hacer nada más. Hacen los trabajos ahí y les ayuda a organizarse: les ponemos en el calendario la fecha de los exámenes o de alguna tarea y les salta un aviso. Pero si les pillamos haciendo fotos sin autorización o si encuentran algún resquicio para entrar en una página de juegos o cosas así, se les retira. Sólo lo pueden sacar cuando el profesor les da permiso para hacer un proyecto o un trabajo concreto, cosas muy puntuales. Durante el resto de la clase toman notas en su cuaderno.
P.- ¿Cree que leen menos y escriben peor, con más falta de ortografía, que los de su generación?
R.- Sí, sin duda. Escriben mucho peor. Cuando llegan a primero de la ESO, que se supone que lo tienen fresco porque vienen de primaria, dices: «¡Ostras!». Llegan con unas faltas de ortografía muy graves. Las h, las v, las b… Son errores horrorosos y creo que el móvil hace mucho daño, porque muchas veces el autocorrector se lo escribe solo o bien usan voz y el móvil se lo escribe. No se paran a ver si está bien escrito o no. Y cuando escriben palabras que usan menos, las escriben como quieren. Donde hay una a te ponen una o, donde hay una o te ponen una a… cosas así.
Los alumnos tienen que ver que lo que dan en clase tiene una utilidad en la vida real
Y hay casos, sobre todo en primero de la ESO, que escriben como si estuviesen escribiendo en el móvil: con palabras acortadas, sin h, con las v y las b cambiadas… Ése es el principal fallo. Están acostumbrados a escribir en un móvil y creen ya que eso es universal, que así es como tienen que escribir en todos los ámbitos. Ahora en selectividad se han puesto más duros con las faltas de ortografía y nos ha ayudado a dar un poco más de caña en ese aspecto. También les hago leer todas las semanas. Una compañera y yo hemos desarrollado un plan de lectura para motivarlos. En vez de leer en clase, buscamos rincones dentro del colegio, zonas que ellos no conocen, para que lean allí, o los sacamos a leer fuera del colegio. De esta forma esperan con muchas ganas el día de la lectura, porque salen y van a otros sitios, no están en la clase donde pasan tantas horas. Pero sí, cada vez lee menos gente.
P.- ¿Cómo les está afectando a su capacidad de atención y concentración los vídeos de TikTok o los reels de Instagram?
R.- Está afectando mucho. Son la generación del clic, lo quieren todo inmediato. Y no sólo les afecta a la concentración, también quieren resolver las cosas lo más rápido posible. Si no encuentran algo en el libro y tienen que buscar más en profundidad, se bloquean. Están acostumbrados a que si quieren ver un vídeo en YouTube les basta con poner dos palabras en el buscador y la respuesta es inmediata. Invierten un minuto. Todo es siempre muy escueto y eso se les va metiendo en la cabeza poco a poco. Todo se encuentra muy rápido, todo se resuelve rápido. Y nos está perjudicando a la hora de hacer un proyecto que requiera una serie de pasos, investigación, desarrollo, exposición. Lo quieren hacer en una hora y así es imposible hacerlo bien. Si les lleva diez minutos ya están agobiados. Este año he querido enseñarles el enfoque educativo de las redes sociales y les he inculcado que lo que ven les está perjudicando para tener paciencia y tranquilidad, que les va a hacer falta. En la ESO es donde más veo todas estas dificultades. En bachillerato es muy diferente.
P.- ¿Qué hace para generar interés en sus alumnos con temas que pueden sonar aburridos, como la literatura del siglo XV?
R.- La literatura la vemos de manera técnica, pero siempre intento que la representen de manera práctica. Hago muchos teatros. Con la poesía les digo que hagan un rap, lo que sería una poesía actual. Y utilizo la gamificación para representar la literatura de un autor, para que no sea: «Venga, literatura, a estudiar, que entra en el examen». En muchas ocasiones, no siempre, doy la opción de que si hacen dos o tres proyectos que requieren bastante tiempo, preparación, exposición, etc., les quito la literatura del examen. Y he descubierto que se la aprenden mucho mejor y les marca mucho más que cuando se la estudian a nivel teórico y tienen que vomitarlo en el examen tal cual viene en el libro. Es lo que utilizo para temas que ellos consideran un rollo.
Las redes sociales están afectando mucho. Si algo les lleva más de diez minutos, ya están agobiados
Y con la filosofía he hecho exactamente lo mismo, incluso utilizando las redes sociales. Estuvimos viendo autores y corrientes filosóficas y les dije que se crearan un perfil en una red social, Instagram, TikTok, la que fuera, como si fueran ese autor de entonces, pero a día de hoy, y que publicaran cosas suyas importantes. Intento utilizar herramientas actuales para que no se lo aprendan de memoria, sino interiorizándolo a través de estas técnicas.
P.- ¿Qué bloques tiene la asignatura de robótica?
R.- No tienen libro. Siempre empezamos con diseños 3D. Tenemos impresoras, les enseño cómo funcionan y ellos hacen sus propios diseños. Comienzo con Tinkercad y más adelante vemos herramientas como SketchUp o AutoCAD. En otro bloque trabajo la programación, en primero de la ESO la básica y en tercero en código. Otro bloque es la electrónica, en la que utilizamos kits de robótica para hacer casas domóticas, por ejemplo. Otro es la gamificación, en la que utilizo Minecraft Education para trabajar la programación desde la creatividad. Y si me da tiempo vemos el vuelo de drones. Así que son esos cinco bloques: diseño 3D, programación, electrónica, gamificación y drones.
Además, que se me olvidaba, de las actividades extracurriculares. Participamos en Retotech, una feria de tecnología y robótica. Creamos un proyecto y al final del curso vamos a Málaga a presentarlo. Participamos en la Liga Lego también. Construyen un robot con Lego y hacen una serie de pruebas. También en competiciones de Minecraft, que hay un montón. No es para todos los alumnos, sólo para aquellos que quieran hacerlo.
P.- ¿Cómo están aprovechando sus alumnos la llegada de la inteligencia artificial? ¿Para bien o para mal?
R.- Hasta final del curso pasado no empezaron a darse cuenta de que existía. Lo habían escuchado, sabían lo que era, pero no le habían prestado atención. Ahora poco a poco la van utilizando más. Y hay quien la ha usado para mal, sí. Un alumno hizo un trabajo con inteligencia artificial, pero te das cuenta, claramente.
P.- ¿Cómo se da cuenta?
R.- Por el nivel cultural al escribir. Un alumno que no es capaz de desarrollar un texto con determinadas palabras de pronto hace un trabajo sin ninguna falta de ortografía y expresándose con un nivel alto. Algo falla. Yo como docente también uso la IA. Copio y pego el texto y le pregunto si ha sido copiado de alguna web. Y te dice de dónde. Estoy haciendo cursos para profundizar en la IA y hay un montón de herramientas que te ayudan a saber si un alumno ha usado inteligencia artificial. También hay muchos que la utilizan para bien. Están viendo que a nivel creativo les puede servir para crear imágenes y vídeos, y ésa es la primera función que están aplicando para bien.
P.- Supongo que si les manda leerse un libro pueden pedirle a la IA que les haga un resumen…
R.- Sí, también pasa. Tienen que hacer un resumen de varios capítulos y de repente te hacen uno perfecto. Bien desarrollado, bien escrito. Te das cuenta porque hay partes que no enlazan bien con otras. O sea, hay un punto y seguido, pero no tiene relación con lo que han dicho antes. Ahí te das cuenta. Pero también pueden usarla de forma válida. Si me presentan un resumen con sus palabras, les digo que pueden usar la IA para mejorarlo. El trabajo ya está hecho, está entregado, pero pueden utilizar la IA para decirle ‘quiero que este texto esté desarrollado de una forma mucho más breve’. Y ven cómo lo hace. Es una forma de aprender.
P.- Y los profesores, ¿cómo la están utilizando?
R.- En mi centro hay muy pocos profesores que la están usando. Yo era uno de ellos, pero fui a una ponencia de un profesor de universidad y enseñó diferentes herramientas y sus beneficios. Este profesor creaba y corregía muchos trabajos de fin de grado o fin de máster con inteligencia artificial. Marcaba los parámetros y la IA los hacía. Luego hay que revisarlos, claro. Y este año, en exámenes, empecé a utilizar estas herramientas. Si quería enfocar alguna pregunta de una manera un poco más básica, lo hacía a través de la IA. Si quería crear un tipo test, lo hacía a través de la IA. Ella lo desarrolla y tú lo adaptas. Agiliza mucho el trabajo, porque se pierde mucho tiempo en preparar y corregir un examen. Es una pequeña ayuda que te permite desarrollar las clases con más esmero.
P.- ¿Y cómo se corrige con la IA?
R.- Puedes hacerlo de dos maneras. Bien digitalizando el examen o bien haciéndole una foto. Y le dices ‘quiero que me corrijas la pregunta número 3’. Y vas viendo. Le puedes pedir criterios de evaluación distintos para una parte concreta del examen para, digamos, darle el toque humano y que no sea tan robótico todo. Ésa es una opción. La otra es desarrollar el examen con inteligencia artificial y decirle que te dé las respuestas a todas las preguntas, a modo de plantilla, para ir corrigiendo mucho más rápido.
P.- Ganas tiempo, claro.
R.- Mejor dicho, no pierdes tanto tiempo. Hacer y corregir exámenes me quita mucho tiempo. Y no estoy muy a favor del examen. Es muy complicado que un alumno, en un día concreto en el que puede tener 20.000 problemas o 20.000 historial en la cabeza, tenga que volcar un contenido en un papel que va a marcar si sabe más o sabe menos. No estoy muy a favor, pero hay que hacerlo. Con la inteligencia artificial gano tiempo y lo empleo en hacer proyectos, en pensar cómo desarrollar mejor mi clase o en nuevas metodologías, que es lo que realmente a mí me gusta y lo que, para ellos, es más significativo.
P.- ¿Cómo cree que va a ir evolucionando la educación?
R.- No creo que evolucione, la verdad. Cada vez que cambia el Gobierno cambian las leyes educativas. A los docentes nos tienen mareados. Por ejemplo, la LOMLOE (Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación) de hace un par de años primero se hizo en los cursos impares y luego en los pares. Es confuso. Y dentro de tres o cuatro años pondrán otra ley diferente con un Gobierno diferente, estoy convencido. Nunca logramos establecer una ley que nos ayude a todos y a la que estemos todos acostumbrados para, a raíz de ella, ir construyendo y mejorar. Así que no creo que evolucione mucho, estaremos siempre estancados.
Ahora la selectividad ha cambiado por completo. Los alumnos de segundo de bachillerato llegan pensando que van a hacer una cosa y hacen otra. Y les causa más estrés en un curso que, ya de por sí, para muchos es un agobio. Hay comunidades autónomas que todavía no saben a qué examen se van a enfrentar. Primero dijeron que sería tipo test, ahora no… Hay mucho lío. Partiendo de una ley que no se modifique cada año, la educación debería evolucionar para que no sólo haya exámenes, sino que se evalúen otros criterios del día a día. En tu trabajo lo que da frutos es el esfuerzo diario, no un día o dos. Si yo voy a trabajar tres días al mes, mi jefe me echa. Si me lo curro todos los días, podré tener días mejores o peores, pero al final obtengo mi recompensa. Y eso es lo que les enseñaríamos a los alumnos.
P.- ¿Cuál sería para ti la metodología ideal?
R.- Lo primero que haría sería bajar la ratio de alumnos en colegios públicos. Yo trabajo en un colegio privado, pero mis compañeros de centros públicos es de lo que más se quejan. Y lo entiendo. Nosotros no tenemos treintaipico alumnos. En mis refuerzos cito a 15, no más. Se trabaja mucho mejor: estás más encima del alumno, sabes si se está enterando, si no, si está perdido, si tiene un mal día. Eso lo primero.
Los exámenes deberían servir para que los profesores tomemos medidas, no para castigar o dar palmaditas en la espalda
Y lo segundo, trabajaría un aprendizaje basado más en proyectos que en exámenes. Si algún profesor quiere, se pueden hacer, pero sin el mismo peso que el desarrollo del día a día. Iría progresivamente, empezando en los primeros niveles de la ESO, y ya más cerca de bachillerato, que es más teórico y más difícil de cambiar, sí iría metiendo algunas pruebas más. Pero que no empiecen el curso ya con un calendario de exámenes, sino más bien pruebas de conocimiento para evaluar su nivel en ese momento. Y que eso sirva al docente para saber por dónde tirar. ¿Tiene un 3? Vale, tiene que trabajar más, tiene que estar más atento, voy a ponerlo en primera fila, voy a estar más pendiente de él. ¿Va sobrado? Vale, hay que darle un poco más de caña para que siga creciendo. Los exámenes deberían servir para que podamos tomar medidas, y no para que les den la palmadita en la espalda o les castiguen en casa por sacar buena o mala nota.
P.- Pongamos que a uno se le da especialmente bien una asignatura.
R.- Pues hay que ponerle cosas de más nivel. Yo no soy nadie para hacer que ese alumno se quede estancado porque el nivel de la clase es más bajo. Va a perder conocimiento. Y lo mismo si el nivel de la clase es muy alto y hay dos alumnos que se quedan atrás. Hay que hacer algo, hay que adaptarse. Es una cosa por la que yo, como tutor y profesor, lucho cada día en mi centro. Los alumnos con nivel más bajo tienen refuerzos específicos, les ayudo con la asignatura que sea. Y si no se han enterado del presente simple en inglés, se lo explico otra vez.
La educación es el arma más potente que tenemos a nivel social
En el día a día ya hay muchas herramientas, y con las nuevas tecnologías más aún, que recogen datos y notas a nivel observacional que ayudan a saber si al final del curso un alumno sabe o no sabe, porque realmente eso es lo importante, saber si sabe o no sabe. No si tiene un ocho, un nueve o un diez. Si no sabe, tiene que repetir esa asignatura. Y si sabe, por mucho que haya sacado un cuatro, tiene que aprobarla.
P.- ¿Qué le parece que los titulados en Periodismo puedan ejercer como profesores de Lengua y Literatura en ESO y bachillerato?
R.- La robótica que doy yo la podrían dar ingenieros, lo que pasa es que hay muy pocos ingenieros que hayan estudiado Ingeniería y quieran dar robótica, obviamente. Igual que alguien que estudia Historia puede ser historiador o profesor, alguien que estudie Periodismo puede ser también profesor, pero siempre estudiando algo extra relacionado con la educación. Yo he hecho cursos expertos en robótica, en programación, en diseño 3D… Y gracias a eso puedo dar clase. Y tuve que hacer el Máster de Formación del Profesorado, el antiguo CAP.
P.- Hace unas semanas, después de un tiroteo con armas de guerra en las Tres Mil Viviendas, el alcalde de Sevilla dijo que para erradicar la criminalidad en estos barrios, además de impulsar políticas sociales y planes de empleo, había que «meterse en los colegios y atacar el problema de origen». ¿Qué opina?
R.- Es complicado. No he tenido la suerte de dar clase en zonas conflictivas. Tengo compañeros que han trabajado en barrios parecidos y me dicen que los niños allí son superrespetuosos y supereducados. Aunque podamos pensar que como están en esos barrio van a ser unos cafres, es al contrario. Muchas veces te sorprendes, son incluso más cariñosos. Pero es cierto que se pueden atajar muchos problemas desde el origen. La educación es el arma más potente que tenemos a nivel social. La guerra de Ucrania o cosas así las suelo tratar en clase. Si veo que se da un debate interesante, profundizo; que lo vean desde una perspectiva más amplia, que no se queden únicamente con lo que escuchan.
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