Andalucía

El acusado de matar a su mujer a hachazos llamó a su hija para contárselo: «Creo que he matado a tu madre»

El hombre acusado de asesinar a su mujer con un hacha en Dos Hermanas (Sevilla), ha admitido este miércoles durante el juicio con jurado celebrado en su contra en la Audiencia de Sevilla que llamó a su hija tras el crimen: «Me parece que he matado a tu madre».

Emilio V.T. reconoce que estaba «ciego» de alcohol, «borracho como una cuba» y que «no sabía lo que hacía». Además, ha confesado que golpeó «por todos lados» a la víctima con el hacha, sin concretar si lo hizo «cinco veces o dos mil».

La acusación particular, ejercida por dos de las hijas, pide para él prisión permanente revisable, bajo la premisa de que era «plenamente consciente» del «macabro» crimen que perpetraba. La Fiscalía reclama 25 años de cárcel.

«Crueldad, alevosía y ensañamiento»

Los hechos habrían tenido lugar sobre las 15:30 horas del día 26 de enero de 2019, cuando el acusado llegó a la vivienda familiar, situada en la calle Cepeda, en la barriada de Las Portadas de Dos Hermanas, donde habría discutido con su esposa, que según la Fiscalía quiso abandonar la vivienda, «impidiéndoselo» el encausado, quien «cerró la puerta con llave guardando en cada bolsillo los dos juegos de llaves, que su mujer intentó quitarle».

Según el Ministerio Fiscal, la discusión continuó entre ambos ante la escalera que conduce desde la cocina al sótano, donde el acusado, «con ánimo de acabar con la vida de su mujer y con una actitud de dominación y superioridad sobre ésta, le tapó la boca con gran fuerza e intensidad y de manera continuada, le agarró fuertemente por el cuello con ambas manos y comenzó a propinarle puñetazos» en la cara, los ojos y la boca, «haciéndola caer escaleras abajo hacia el penúltimo escalón, donde continuó golpeándola, intentando ella huir mientras se agarraba a la pared, arrastrándola el acusado hacia el interior del sótano».

La Fiscalía añade que, una vez dentro del sótano, el investigado «continuó dándole patadas y puñetazos por todo el cuerpo» mientras la víctima intentaba defenderse. Finalmente, «con claro ánimo de arrebatarle la vida a su esposa», según la Fiscalía, el encausado cogió un hacha de 11 centímetros de hoja y 42 centímetros de longitud y asestó «multitud de golpes» a su pareja, que se encontraba tendida en el suelo, hasta que finalmente le causó la muerte tras provocarle hasta 94 hematomas, erosiones y heridas contusas e inciso-contusas».

Según la Fiscalía, el acusado ocasionó un «sufrimiento prolongado» a la víctima para acabar con la vida de la misma, tras lo que telefoneó a una de sus hijas. «Me parece que he matado a tu madre», habría dicho a su hija, avisando después al 112 para comunicar que había «matado a su mujer», extremo que reconoció ante los agentes de la Policía Nacional desplazados a la escena del crimen.

En ese sentido, durante la fase de alegaciones, la fiscal del caso ha señalado la «crueldad, alevosía y el ensañamiento del asesinato» cometido por Emilio V.T., quien a su entender era «plenamente consciente» de lo que hacía, sobre todo por las consecuencias implícitas en usar un hacha contra una persona.

Prisión permanente revisable

La acusación particular ha coincidido en que el acusado era «plenamente consciente» del «horrendo» asesinato que perpetraba, señalando especialmente las 94 lesiones ocasionadas con el hacha cuando sólo con «uno o dos golpes» de hacha podría haber conseguido directamente su objetivo y poniendo además énfasis en la «vulnerabilidad» de la víctima a cuenta de su «discapacidad visual». Para la acusación particular, los hechos constituyen un «asesinato agravado al máximo» por el que reclama prisión permanente revisable para Emilio V.T.

La defensa, de su lado, ha pedido tener en cuenta las «circunstancias» del acusado, sometido a «brutales palizas» por su padre cuando era niño, con dos dedos amputados por un accidente laboral, «enfermo» de alcoholismo y que antes de cometer el crimen había consumido «al menos un litro de manzanilla», con lo que actuaba con «una auténtica borrachera».

El acusado, a la hora de comparecer ante el tribunal, ha aceptado las preguntas de todas las partes y ha explicado que antes del crimen, la relación con su esposa «no era buena» porque él bebía alcohol «prácticamente todos los días», a menudo llegaba «tarde» al hogar y a ella le «molestaba» esa actitud, lo que derivaba en discusiones. «Era siempre igual», ha lamentado.

«Le di porrazos hasta que me cansé»

Emilio V.T., en ese sentido, ha insistido en que tenía problemas con el alcohol, hasta el punto de que tomaba coñac por las mañanas y había acudido en algunas ocasiones a asociaciones de rehabilitación de alcohólicos.

El día de los hechos, según ha narrado incurriendo en contradicciones respecto a sus declaraciones previas, extremo que ha achacado a que manifestaba «lo que creía» que había sucedido, pues no recuerda «exactamente» lo sucedido; tomó «un carajillo o una copa de coñac» junto con el café. No obstante, ha considerado que quizá pudieron ser dos copas.

Durante la mañana, según ha dicho, salió a la calle y visitó dos bares, donde consumió varios vasos de vino, «cuatro o más» en uno de ellos, regresando para el almuerzo a la vivienda, donde habría consumido más alcohol durante la comida, mientras su mujer estaba «negra» por la situación. Según ha rememorado, la discusión entre ambos surgió por «insultos» de la mujer y porque la misma «se quería ir sola» a la calle y no accedía a obedecer las pretensiones del acusado.

En cuanto al comienzo de la agresión, ha negado que tapase la boca a su mujer o que la agarrase del cuello, pero ha admitido que comenzó a golpearla en la cara. Según su versión de los hechos, él no la empujó por las escaleras que conducen de la cocina al sótano, sino que la mujer «cayó sola». Sí ha admitido que ya con la víctima en el suelo del sótano, él le dio «patadas» en la cabeza y el resto del cuerpo, es decir «por todos lados» e incluso la arrastró.

«Estaba borracho perdido, como una cuba, cansado de estar tratando con ella», ha narrado el acusado, quien después ha admitido que golpeó «por todos lados» a la mujer con el hacha que tenía en el sótano, sin recordar si lo hizo «mil, dos mil, cinco o diez» veces, pues «estaba ciego» de alcohol y «no sabía lo que hacía».

Eso sí, ha asegurado que acometió los golpes con el lado romo del hacha. «No le di con el filo», ha asegurado, reconociendo que había «sangre por todos lados» y que se detuvo cuando se dio cuenta de la víctima había dejado de respirar, aunque en ese momento no estaba «seguro» de que estuviese muerta. «Estuve dándole porrazos hasta que me cansé y ella ya no se movía», ha resumido, insistiendo en que estaba «borracho» y negando que su intención expresa fuese matar a su mujer.