Después del limbo, acaso se vislumbre el purgatorio

Después del limbo, acaso se vislumbre el purgatorio

Estos días, tras las elecciones del 28 de abril y a la espera de lo que ocurra el próximo domingo, parece como si estuviéramos en el limbo de las almas inocentes. Sin embargo, nuestra deuda pública, pese al impasse político, sigue subiendo, como la espuma terrenal, y ya se eleva a 1,2 billones de euros, rozando el 99% de nuestro producto interior bruto.

Si ya de por sí este dato es estremecedor, porque la deuda prosigue con su imparable tendencia al alza y el toro, como solemos decir, irremediablemente nos pillará, otro detalle es aún más sombrío. Porque de 31 de diciembre de 2018 a 31 de marzo de 2019, la deuda pública española, concretamente la que computa a los efectos del protocolo de déficit excesivo, ha crecido en 26.000 millones de euros. Y la deuda de la Seguridad Social sigue escalando: 43.000 millones de saldo en marzo.

El otro día me preguntaban por la hucha de las pensiones, donde en teoría aún restan unos 5.000 millones de euros. Y digo en teoría porque al ritmo que va el endeudamiento de la Seguridad Social, que al cierre de 2016 era solo de 17.000 millones de euros, cualquier atisbo de remanente que se presuma en el fondo de reserva de las pensiones, queda dinamitado. Las perspectivas son por ese frente de nuestra Seguridad Social bastante pesimistas. Y al respetable, cual es tan usual, se le ha vuelto a torear por parte de nuestros políticos que, a la hora de captar el voto, prometen y prometen… Lo de que la actualización anual de las pensiones según el IPC se llevaría a la Constitución es el típico golpe escénico para cautivar a propios y extraños y, mientras tanto, por lo bajini se pacta con Bruselas que en 4 años se elimina la puesta al día de las pensiones según el IPC. Por tanto, se lanzó el señuelo de reajustas hacia arriba en las pensiones, pero tales excesos serán compensados en años venideros.

Y esta semana, pendientes del 26 de mayo. Una vez haya pasado esa nueva cita electoral – ¡qué por votar no quede! -, veremos qué Gobierno se forma y con quiénes. Porque, mientras, conviene caer en la cuenta de que el Banco Central Europeo recorta estímulos monetarios dejando de comprar cantidades masivas de deuda periférica, entre ella, la española. Y eso lo notaremos más pronto que tarde: la deuda pública española ya no será tan fácil de colocar. Y los tipos de interés gradualmente repuntarán porque es insostenible continuar bajo la actual tesitura. El petróleo sube y nuestro PIB lo notará. Un Gobierno en el que esté presente el ala más izquierdista y populista del arco parlamentario, podría alarmar y ahuyentar a los inversores, disparando el precio de nuestra deuda… Por añadidura, nuestras cuentas públicas siguen arrojando un déficit que no se ataja.

De 2008 a 2019, el déficit público acumulado sumará la friolera de 814.443 millones de euros, equivalentes al 67% del PIB de España en 2018. Después del limbo, acaso se vislumbre el purgatorio y no el cielo europeo que en Cornellá – El Prat luce pletórico con los periquitos volando…

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