Olga Casado, novillera: «Mi Instagram está lleno de vejaciones y mensajes deseándome la muerte»

"Admiro a Ayuso porque es un verdadero líder: se sobrepone a las piedras que le echan, no pierde la figura y se mantiene firme"


"Quiero ser la mejor mujer torero de la historia y un referente para mi generación y la sociedad"

"El toro no distingue entre hombres y mujeres. Nada en el mundo me hace más feliz que torear pese al miedo en el ruedo"

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«Mi Instagram está lleno de vejaciones y mensajes deseándome la muerte». Lo cuenta la joven novillera Olga Casado en una entrevista a OKDIARIO. Olga Casado, de 22 años, fue la sensación y la gran triunfadora del festival Madrid torea por Valencia, en la plaza de Vistalegre, en favor de los damnificados por la riada del 29 de octubre. Desde ese 1 de diciembre los mensajes de odio hacia Olga Casado se han multiplicado en sus redes sociales. Ella sólo pide respeto para su profesión y para la gran pasión de su vida, el toreo: «Es increíble. Recibo muchos. Es a diario. Es un reflejo -dice con madurez- de la sociedad en la que vivimos. Te intentan decir lo que moralmente es ético los mismos que te desean la muerte. Es totalmente contradictorio. Yo sólo pido respeto, como yo respeto a quienes no tienen mis mismos ideales». Olga Casado tiene una marcada personalidad e ideas muy claras.

Olga Casado afirma, olvidando insultos y vejaciones por redes: «Quiero llegar, precisamente, a la gente de mi generación y ser un referente para ellos y para la sociedad. Quiero demostrar que con trabajo, esfuerzo, constancia, disciplina y humildad se alcanzan los sueños». Son los valores, aparte del toreo, la forma física y la historia de la fiesta, que le enseñan en la Escuela Taurina José Cubero Yiyo de El Batán, en Madrid, en la que entró con 16 años nada más acabar la ESO. «Y el respeto a los mayores», añade con la certeza de estar convencida de que eso es algo realmente importante que nuestra sociedad no puede perder. La jerarquía.

El sueño de Olga Casado está claro. Le brillan los ojos al decirlo: «Quiero ser la mejor mujer torero de la historia». Su admirada referencia es Cristina Sánchez. Olga Casado tiene claro que, con los valores del toreo por montera, se abrirá paso «en un mundo de hombres».

Olga Casado no tiene complejos de género porque, básicamente, Olga no muestra ningún complejo ante nada. Ella prefiere ser «torero» o «mujer torero». Pero no «torera». Habla de la diferencia entre hombres y mujeres y de la igualdad frente a un astado de 400 o 500 kilos: «Hombres y mujeres somos diferentes a simple vista, tanto en lo físico como en lo emocional, pero lo bonito es que el toro no distingue luego entre hombre o mujer. Nos jugamos la vida por igual». Sus compañeros de la escuela la sacaron a hombros de Vistalegre: «Somos iguales. Compañeros y compañeras. Y mi carrera está siendo la de cualquiera». Se alegra de que en la escuela haya, cada vez, más chicas.

Olga Casado compartió cartel en Vistalegre con las figuras más grandes del toreo actual: el valenciano Enrique Ponce, Sebastián Castella, José María Manzanares, Alejandro Talavante, Fernando Adrián y Andrés Roca Rey. Impresionó, desde la puerta de cuadrillas, su concentración, su control de la situación. Su figura. En absoluto desentonaba ante tanta leyenda viva. Olga fue una más para todos con naturalidad. Como no podía ser de otra manera. No hubo con ella ni el más mínimo gesto de paternalismo por parte de sus compañeros de cartel o del público. Aparte de una gran tarde toros y del medio millón de euros recaudados para Valencia, Vistalegre fue una lección de igualdad de verdad que no superarían, juntos, el PSOE, Podemos, Sumar, Irene Montero, Rita Maestre y los amigos de Íñigo Errejón.

Vistalegre: «Un sueño»

«Vistalegre fue un sueño para mí», afirma Olga Casado recordado con emoción el momento en que supo que compartiría cartelada con semejante lista de maestros. Olga emocionó con su faena a cualquiera con un mínimo de sensibilidad. Cortó las dos orejas y el rabo del extraordinario novillo de Garcigrande: «Disfruté desde el capote a la muleta; desde el principio hasta el final». «Nada en el mundo me hace más feliz que torear», confiesa Olga Casado.

Olga nos cuenta cómo cuajó, desde los 12 años, en su pueblo, Aguilafuente (Segovia), su fascinación por el mundo del toro: «Me colaba en los encierros del pueblo. Me llamaba la atención que no hubiera chicas. Me llevé más de un revolcón». Al acabar la ESO, le contó a su padre (que no era, precisamente, muy taurino) y a su madre que quería ser torero. Y de ahí, a Madrid, a la escuela. Su padre estuvo en Vistalegre, pero se salió durante la faena. Corrió al burladero a abrazarla al acabar. Su madre se quedó en casa y prefirió, para no sufrir, no poner la tele. Olga es hija única.

Veneno,vacío y miedo

«El toreo me nació como un veneno», cuenta Olga Casado, «y cada día me pide más». No duda: «Me dedico en cuerpo y alma, las 24 horas, dando mi tiempo y mi juventud. He dado mi adolescencia. Pero sé que la vida me recompensará».

Y ello, pese al miedo. O, precisamente, por el miedo. Cuenta Olga Casado que lo siente, «y mucho», cada vez que sale al ruedo. Y confiesa algo sorprendente: «Lo primero que hago cuando estoy en el ruedo es buscar una puerta por la que escapar e irme. Es por la incertidumbre y los nervios de la tarde, qué pasará y cómo terminará, cortaré orejas, estaré como yo quiero estar… Pero nunca encuentro esa puertecita por la que irme y me enfrento a lo que más me gusta: sobreponerme a la barrera del miedo». Olga repite: «Nada en el mundo me hace más feliz que torear».

Olga Casado se marca como reto para este 2025 debutar con picadores. Va paso a paso. «¿Y la alternativa?», preguntamos. Y ella nos frena: «Paso a paso. Primero el debut con picadores. Lo que tenga que llegar que llegue. Pero cuando dé ese salto a tomar la alternativa quiero estar muy preparada porque yo quiero vivir de esta profesión». Eso sí, la imagina perfectamente: «En la Real Maestranza de Ronda, tomándola del maestro Miguel Abellán y con el maestro Talavante de testigo». Ahí es nada. La elección no es casual. Olga Casado ha triunfado en numerosos ruedos ya. Pero el 1 de septiembre de 2023 Olga fue la primera mujer en pisar el ruedo de Ronda. En aquella tarde histórica de su debut, Olga abrió, además, la puerta grande de tan emblemática plaza.

Pero nada comparado con Vistalegre. Olga Casado describe una experiencia única, sólo al alcance de la mística del toro. El maestro Miguel Abellán se lo había advertido: «Él me dijo. Cuando acabes, y si triunfas, quizá sientas una sensación de vacío al montarte en la furgoneta de cuadrillas o cuando estés sola en la habitación. Y así fue. Experimenté una sensación que jamás había tenido. Me sentía desubicada. Como un vacío existencial mientras todo era euforia a mi alrededor. Pero me gustó. Me gustó mucho. Y quiero volver a sentirlo».

Samurái

Olga mira a la cara al hablar. A los ojos. Fijamente. Como al toro. No pierde la figura ni un minuto, aun sin ir vestida de luces. Es torero en cada instante. Por eso, admira a Isabel Díaz Ayuso, a quien brindó la muerte de su novillo en Vistalegre: «Admiro a Ayuso porque es un verdadero líder. Se sobrepone a todas las piedras que le echan, no pierde nunca la figura y se mantiene siempre firme». Como el torero ante la embestida del toro.

Olga tiene mucho mundo interior. «Me gusta la soledad», reconoce. La miro y, sin saber nada de toros, me viene a la mente José Tomás. Corbacho, maestro de José Tomás, solía decir: «Los toreros somos como los samuráis». Y en Olga hay algo de samurái. Practicó hasta hace poco el Muay Thai, el boxeo tailandés de contacto. «De cada caída, levantarte», dice. Y remata: «Como en el toreo».

Vistalegre no fue un espejismo. Olga Casado dará que hablar. Y no será casualidad. Ella tiene un sueño y un plan: «Los sueños se hacen realidad si se trabajan. Que la suerte me pille trabajando».

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