CRIMEN DE MANZANARES

El cómplice del crimen de Isla en Manzanares confiesa dónde esconden el cadáver de otro empresario

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El cómplice del crimen de Juan Miguel Isla en Manzanares confiesa dónde esconden el cadáver de otro empresario. El septuagenario Gaspar Rivera, en prisión por cooperar en el asesinato del empresario Juan Miguel Isla en Manzanares en 2002, ha confesado a los investigadores que también colaboró en el asesinato de otro empresario, Jesús González Borrajo, en la misma zona en 2019. El arrepentido ha pedido declarar de nuevo y ha revelado la localización de un pequeño pozo en el término municipal de la localidad, donde ahora se busca con ahínco los restos de una nueva víctima.

Los guardias de la Unidad Central Operativa (UCO) y de la Comandancia de la Guardia Civil de Ciudad Real, buscan ahora el cadáver del desaparecido Jesús María González Borrajo, de 55 años. El hombre fue visto por última vez en esta localidad el 19 de junio de 2019. Jesús María desapareció tras citarse con Antonio Caba para la venta de un coche.

Caba, un corredor de fincas de Ciudad Real, está en prisión provisional acusado de asesinar al empresario Juan Miguel Isla y esconder su cadáver en unas circunstancias idénticas a las del desaparecido González Borrajo. Los Guardias, que hallaron el cadáver de Isla, creen que Caba también asesinó al desaparecido González Borrajo.

Ya en su día, el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Francisco Tierraseca, confirmó que la desaparición de González Borrajo podría tener relación con la de Juan Miguel Isla, cuyo cadáver fue hallado en un pozo de Valdepeñas el pasado mes de marzo tras la detención de Antonio Caba.

Ahora, ha sido el septuagenario Gaspar Rivera, el que ayudó al presunto asesino a deshacerse de los cuerpos de los dos empresarios. Jubilado, ludópata, okupa y recadero del asesino de Juan Miguel Isla y de Jesús González Borrajo, Gaspar ya confesó hace unos meses haber ayudado al asesino a borrar las huellas del crimen de Isla y deshacerse del cuerpo de la víctima a cambio de 25.000 euros.

Gaspar lo hizo por dinero. En los últimos seis meses anteriores a su detención visitó en 282 ocasiones su sala de juegos favorita para tirar en las tragaperras el dinero que había ganado con su participación en los crímenes.

Gaspar okupaba una vivienda en la localidad manchega de Valdepeñas porque no tenía dinero para pagar un alquiler. A menudo, le faltaba para comprar alimentos. El jubilado obtenía  pequeñas cantidades en metálico de su familia o de los recados que le encomendaba su amigo Antonio Caba, un corredor de fincas de Manzanares sospechoso en varios casos de estafa y aficionado a las armas de fuego. Si tenía un euro en el bolsillo, Gaspar corría hasta su sala de juegos favorita, la más cercana a su domicilio. La frecuentaba todos los días, a veces en varias ocasiones, lo suyo eran las máquinas tragaperras. Ahora está en prisión provisional acusado del homicidio del empresario Juan Miguel Isla y colaborando activamente en la localización del cadáver de González Borrajo.

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