MUERTE EN TRASPINEDO

El amigo sospechoso de Esther López lavó varias veces y a conciencia su coche tras la desaparición

Pese a su deterioro los investigadores han determinado que el resto biológico hallado en el último coche en el que viajó la joven desaparecida en Traspinedo era su saliva

Desde el 12 de enero, Óscar, el dueño del coche, ha sido detectado en varias ocasiones lavando el vehículo que ahora vuelve a analizarse en la Comandancia de Valladolid

El hallazgo de saliva de Esther López en el maletero del coche de su amigo reactiva la investigación

La Guardia Civil se lleva de nuevo el último coche en el que viajó Esther López para un nuevo registro

Esther López
El coche del amigo de Esther fue lavado a presión varias veces.
Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

Cuando Esther López desapareció el pasado 12 de enero en la localidad vallisoletana de Traspinedo todos los ojos se posaron sobre Óscar, la última persona que estuvo con la joven de 35 años justo antes de que se le perdiera la pista. Sin embargo, cuando los investigadores de la Guardia Civil entraron en el caso comprendieron que Óscar podía ser importante pero que su coche, en el que viajó Esther, iba a ser crucial. Por eso el vehículo lleva desde primera hora del miércoles 6 en la Comandancia de Valladolid siendo prácticamente desguazado. Dos elementos han llevado a los agentes a tomar esta decisión: la saliva de Esther en el maletero del coche y lo que Óscar hizo con éste los días posteriores a la desaparición de la joven.

El Equipo Central de Inspecciones Oculares, el ECIO, agentes de Criminalística y hasta cinco ingenieros, entre los de la Benemérita y los de la marca fabricante del coche, se pusieron el pasado miércoles frente al Volskwagen T-Roc en el que viajó por última vez Esther López antes de desaparecer. Al menos uno de esos agentes cambió el gesto al ver el coche. Sólo de un vistazo y pese a la apariencia de nuevo que tiene un coche de reciente adquisición y muy limpio, el investigador, en concreto uno de los ingenieros, supo que el coche tenía cosas que contarles.

Esa sospecha ya germinó al poco tiempo de desaparecer Esther, cuando se hizo un primer análisis del vehículo, cuyos datos sorprendieron a los agentes, quienes sabían a ciencia cierta que la joven había viajado en él. ¿Cómo era posible que no hubiera un solo resto de Esther? La chica viajó en ese coche y lo hizo en el asiento del copiloto. Lo reconocen Óscar, el propietario, y el otro amigo que los acompañó en el asiento de atrás. Ni una huella dactilar de la joven, ni un cabello de su pelo largo, ni una fibra de su ropa. Los agentes tomaron muestras de todas las partes del vehículo y tiempo después llegó un resultado coincidente.

De todas las muestras recogidas en el vehículo los investigadores recibieron un dato desconcertante de la muestra tomada en la moqueta del maletero del coche. Allí había un resto biológico muy deteriorado que con el paso de los días y no sin esfuerzo pudieron determinar que era de Esther López, que era saliva y llegaron incluso a precisar en qué circunstancias se depositó el resto en esa zona del coche.

A estas alturas los investigadores ya saben que el resto biológico no llegó hasta allí por transferencia, sino que esa saliva salió directamente de Esther para acabar en el maletero sin pasar por ningún elemento intermedio. Pero hay otro dato muy revelador: ¿por qué les costó tanto a los investigadores llegar a estas conclusiones? Porque la muestra estaba muy deteriorada.

Un resto biológico en un entorno protegido de las inclemencias meteorológicas como un maletero de un coche no debería perder las propiedades que permiten determinar a un investigador su origen e identidad. Si esas labores se complican sólo hay una explicación: la superficie sobre la que está la muestra ha sido lavada.

Camino de los tres meses desde la muerte de Esther López los investigadores del caso tienen ya más certezas que dudas, y una de ellas es el comportamiento de Óscar con su coche tras la desaparición de la joven. El hombre lavó su coche varias veces en pocas semanas y lo hizo además de manera personal y compulsiva. Si bien en un principio trascendió que el coche había sido lavado, más tarde se matizo que su aspecto se debía más a que era nuevo, sin embargo, los agentes saben que él, personalmente, en centros de lavado con agua a presión, lavó su vehículo una y otra vez.

De hecho, al menos en una de esas ocasiones, Óscar pasó limpiando su coche por espacio de dos horas por dentro y por fuera. ¿Es ese un dato incriminatorio? Digamos que es aclaratorio, porque sólo conociendo ese comportamiento de Óscar tras la desaparición de Esther se entiende que los agentes no hallaran ningún elemento de la chica salvo un vestigio en un maletero limpiado una y otra vez.

Ahora los agentes se afanan en buscar en todas las capas de la moqueta del maletero, de la tapicería de los asientos y de las alfombrillas del coche para saber si, pese a su extenuante limpieza, hubiera algo. Lo que buscan es sangre que explique en qué circunstancias viajó Esther en ese coche justo antes de desaparecer.

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