Pasajeros escribiendo sus epitafios, bebés dormidos y Madrid a vista de pájaro: el vuelo frustrado del AC837

Muchos de los pasajeros se han saltado la prohibición de tener activados los datos móviles y los han encendido para comunicarse con sus familias pese a que estaban calmados.

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  • Joan Guirado | Aeropuerto de Barajas

Aunque en todo momento han estado tranquilos, al verse frente a las cuatro torres de la Castellana, algunos de los pasajeros del vuelo AC837 de Air Canadá han desactivado el modo avión de sus teléfonos móviles para escribir sus epitafios y comunicarse con sus familiares para dejar escritas sus últimas voluntades.

Nada más despegar, relata Alícia, oyeron «un fuerte estruendo» y, sentada al lado del motor izquierdo, «dejé de oír qué funcionaba». Esta madrileña que iba acompañada de su marido y su hijo y que hoy dormirá en el hotel Axor de Barajas, con el deseo de volar a Toronto mañana a las 12.30, asegura que «en ese momento sabíamos que algo anormal ocurría». Su bebé estaba completamente dormido y no se ha enterado de nada. Su marido y ella, por eso, «con la mirada nos lo hemos dicho todo», confiesa al poco de aterrizar.

Julián, un salmantino que habitualmente hace esta ruta para acudir a la sede principal de la empresa tecnológica para la que trabaja, reconoce que «el único miedo que hemos pasado ha sido al ver qué estábamos a punto de estrellarnos contra las torres de la Castellana».

Reconoce que «el trato tanto del piloto como de las azafatas de Air Canadá, ofreciéndonos todas las explicaciones, ha sido estupendo». Nada más despegar les han informado de un problema en la rueda y a partir de ahí han recibido toda la información al detalle. Al poco de abandonar la pista de Barajas «hemos comprobado que el avión no cogía altura» y, por ese motivo, «hemos sobrevolado el centro de Madrid a muy baja altura».

Tras reencontrarse con algunos de sus familiares, que aguardaban la eterna espera de cuatro horas en las que el avión ha estado quemando fuel sobre Castilla La Mancha para aterrizar con seguridad, en una sala habilitada por AENA entre las terminales 2 y 1 de Barajas, la mayoría de pasajeros bromeaban con que «habéis padecido más vosotros que nosotros».

Daniel, que tenía su mujer, su cuñada y su nieta dentro la aeronave, relata que «hemos vivido momentos de mucha tensión al no saber qué ocurría». Explica que «nos hemos enterado por la prensa de lo qué estaba pasando» y rápidamente ha ido al aeropuerto. Al rato, por eso, «mi mujer se me ha comunicado por whatsapp, aunque está prohibido, para tranquilizarme». La labor de la tripulación calmando al pasaje y de los psicólogos del Samur Social con los familiares en la terminal ha ayudado a calmar la situación.

Sin otro destino posible que el punto de partido, el aeropuerto Adolfo Suárez – Madrid Barajas, el avión blanco con una hoja roja en la cola que sobre las tres de la tarde ha provocado la sorpresa de muchos madrileños, que lo han visto a pocos metros de sus balcones, ha tocado tierra en una de las pistas más seguras con sistema de frenada automático a las 19.07. Todo estaba preparado en la pista por si ocurría algo durante el aterrizaje: bomberos, ambulancias y policías estaban listos para actuar. Por suerte no han tenido que actuar y, aunque a 6000 km de casa, pasajeros y tripulación descansan ya en Madrid a la espera de volar mañana con menos problemas.

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