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La tuberculosis reapece con fuerza en País Vasco y Cataluña: un experto explica el por qué de este repunte

Pese a los avances médicos y a la disponibilidad de tratamientos eficaces, la tuberculosis sigue siendo una de las principales causas de mortalidad

La tuberculosis, una enfermedad que parecía estar bajo control en España tras décadas de descensos constantes, vuelve a generar preocupación. En los últimos meses se han detectado focos simultáneos en Cataluña y el País Vasco, lo que ha reactivado la alerta sanitaria. Los datos confirman la tendencia: en 2022 se notificaron 3.927 casos en todo el país, un aumento de más del 6% respecto al año anterior. Cataluña, con una incidencia de 12,3 casos por cada 100.000 habitantes, y el País Vasco, con 10,9, se sitúan entre las comunidades más afectadas.

En Cataluña, las alarmas saltaron con un brote de al menos 26 personas en el área metropolitana de Barcelona. El origen se atribuye a un paciente que no cumplió con el tratamiento ni con las medidas de aislamiento, lo que facilitó la propagación. Más recientemente, en Badalona se han detectado diez casos en un antiguo instituto ocupado por familias en situación vulnerable. La precariedad de las condiciones de vida, marcada por el hacinamiento y la falta de higiene, ha favorecido la transmisión del bacilo.

En el País Vasco, el último caso se registró en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU, lo que obligó a activar el protocolo de prevención y a estudiar a los contactos cercanos. Aunque por ahora no se han notificado nuevos contagios, el episodio refleja que la tuberculosis “sigue circulando” incluso en entornos donde no se esperaba.

Los expertos coinciden en señalar varios factores detrás del repunte. Por un lado, el aumento de casos importados desde países con alta incidencia, que llegan a España en un contexto de creciente movilidad internacional. Por otro, la persistencia de la transmisión local, que evidencia fallos en la detección temprana y en el seguimiento de los pacientes. El abandono del tratamiento, que suele prolongarse durante al menos seis meses, es otro de los elementos críticos: cuando no se completa, el bacilo no solo sigue activo, sino que puede hacerse resistente a los medicamentos.

La situación de vulnerabilidad social es también un terreno fértil para la enfermedad. Asentamientos precarios, viviendas masificadas y personas sin acceso estable a la sanidad representan un riesgo evidente. «La tuberculosis es tanto una enfermedad infecciosa como un reflejo de la desigualdad», advierten los especialistas. A ello se suma el impacto indirecto de la pandemia de covid, que redujo recursos destinados a la vigilancia epidemiológica y provocó retrasos en diagnósticos y tratamientos.

Abandonar el tratamiento

Ante esta coyuntura, las autoridades sanitarias insisten en reforzar los estudios de contactos, asegurar que los pacientes completen la medicación y ampliar los programas de observación directa, especialmente en colectivos con más riesgo de abandonar el tratamiento. La detección precoz y la intervención rápida son clave para evitar que los brotes se transformen en epidemias locales.

Pese a los avances médicos y a la disponibilidad de tratamientos eficaces, la tuberculosis sigue siendo una de las principales causas de mortalidad por infección en el mundo. El repunte en España recuerda que no es una enfermedad del pasado y que combatirla requiere tanto vigilancia sanitaria como políticas sociales que garanticen vivienda digna, atención médica accesible y programas de prevención sólidos.