Superancianos: así son sus cerebros resistentes al paso del tiempo
Las resonancias muestran que zonas como la corteza del cíngulo anterior conservan un grosor similar al de personas de 50 años
En las últimas décadas, los científicos han identificado un grupo verdaderamente extraordinario dentro de la población mayor: los llamados superancianos (superagers), personas de más de 80 años que mantienen una memoria y funciones cognitivas equiparables a las de alguien treinta años más joven. Su estudio ofrece una ventana fascinante a cómo podría funcionar un cerebro más resiliente al envejecimiento, y cuáles son los límites reales para que otros lleguemos a tener mentes similares.
Uno de los rasgos más impactantes de los cerebros de los superancianos es su estructura física. A diferencia del envejecimiento típico, en el que el cerebro pierde volumen —una atrofia que suele afectar especialmente las áreas relacionadas con la memoria y el pensamiento complejo—, los superancianos muestran una tasa de encogimiento mucho más lenta.
Von Economo
Además, en estudios postmortem, se ha observado que estos cerebros contienen más neuronas de Von Economo, un tipo celular menos común en la población general pero asociado con la sociabilidad, la motivación y la toma de decisiones. También se han encontrado neuronas entorrinales más grandes, una región clave para la memoria, lo que podría contribuir a su excepcional capacidad para retener información.
A nivel de materia blanca, un estudio realizado durante cinco años con superancianos del Proyecto Vallecas encontró que resisten muchos de los cambios microestructurales que se asocian normalmente con la edad avanzada.
En conjunto, estas señales apuntan a que sus cerebros poseen una juventud biológica considerablemente mayor de lo que cabría esperar para su edad cronológica. Una investigación reciente, usando modelos de predicción del edad cerebral, determinó que muestran un brain age gap (brecha entre edad estimada biológica y edad real) más bajo, y su tasa de envejecimiento cerebral es más lenta que la de sus pares.
Procesos neurodegenerativos
Pero no todo es solo resistencia: también parecen tener resiliencia frente a los procesos neurodegenerativos. En algunos superancianos se ha detectado la presencia de placas y ovillos típicos del Alzheimer, pero lo sorprendente es que no muestran los efectos esperados sobre la función cognitiva.
Esto sugiere que sus cerebros pueden tolerar o neutralizar el daño que en otras personas causaría un deterioro significativo. Otro aspecto relevante es su perfil de personalidad y socialización. Según estudios de la Universidad Northwestern, muchos superancianos comparten un rasgo común: una alta sociabilidad.
Esta conexión social podría no ser solo un efecto colateral, sino parte de lo que protege y estimula sus cerebros. La presencia de neuronas de Von Economo, implicadas en el comportamiento social, refuerza precisamente esta idea. Además, tienen menos inflamación cerebral y muestran otras características biológicas que favorecen la comunicación neuronal eficiente.
Entonces surge la pregunta inevitable: ¿es posible que cualquiera de nosotros llegue a tener un cerebro como el de un superanciano? La respuesta no es sencilla. Según la neurocientífica Sandra Weintraub, no existe un cerebro superanciano universal, sino una combinación de factores biológicos y de estilo de vida que en algunos individuos resultan extraordinarios.
Genética
Parte de la explicación está en los genes: hay evidencia de que ciertos componentes genéticos conferen resistencia al daño cerebral relacionado con la edad. Pero no todo depende de la genética: el estilo de vida también juega un papel importante. Muchos superagers mantienen una actividad social intensa, aprenden continuamente, duermen bien y llevan vidas equilibradas, hábitos que parecen correlacionarse con la salud cerebral.
Aun así, seguir esos hábitos no garantiza convertirte en un superanciano. Como advierten los investigadores, mejorar la salud general es valioso, pero no implica de forma automática alcanzar el nivel cognitivo excepcional de esos pocos.
Dicho esto, estudiar a los superancianos nos da pistas fundamentales: su biología muestra que el declive cognitivo no está predeterminado, y que existen vectores —genéticos, conductuales y sociales— que podríamos fortalecer para vivir con más lucidez durante más tiempo.
Los cerebros de los superancianos representan un modelo de resistencia y resiliencia frente al envejecimiento. Aunque no es seguro que podamos «convertirnos» en ellos en el sentido estricto, sus vidas y sus cerebros nos ofrecen aprendizajes poderosos: cultivar relaciones sociales, mantener la mente activa, cuidar nuestra salud, podría ser la mejor inversión para un futuro mental más saludable.
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