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Rucking: el ejercicio sencillo y fácil que te permite reducir calorías

Durante muchos años, el running se convirtió en uno de los deportes favoritos de los españoles. Sin embargo, varias de esas personas ahora prefieren otra actividad cuyo nombre proviene del inglés. ¿Qué es el rucking y cuáles son las características por las que deberías incorporar este ejercicio a tus rutinas?

El rucking es una alternativa muy interesante por la que puedes optar si estás andando y quieres subir la intensidad pero no salir a correr. Básicamente, se trata de un entrenamiento de bajo impacto que la mayoría pueden realizar y que es capaz de adaptarse a tu condición.

¿Cuál es el origen del rucking?

Inicialmente, esta serie de ejercicios se diseñaron para los jóvenes que forman parte del ejército de los Estados Unidos. Fue pensado para situaciones extremas, en las que debieran caminar largas distancias cargando todo su equipamiento encima. Dicho de otra forma, es una especie de senderismo pero con mochilas. Sumándole peso a la resistencia que naturalmente tiene el cuerpo a ese tipo de actividad, los músculos deben exigirse hasta niveles mucho más elevados.

Si tienes un estado físico mínimamente aceptable, puedes probar esta tendencia que te permitirá desarrollar tanto tu capacidad cardíaca como musculatura.

De hecho, se cree que el rucking es uno de los deportes más completos que existen. La resistencia al esfuerzo físico aumentará progresivamente, y no tiene contraindicaciones si se siguen las recomendaciones médicas. Por eso está tan de moda entre quienes no pueden o no desean practicar running a diario.

En cuanto a los músculos que se trabajan en este entrenamiento, destaca la participación de las piernas y los glúteos pero, como cargas peso, también trabajan otros que no lo hacen al salir a correr. Entre ellos los músculos de los hombros, la zona lumbar, y tanto el core como el cuello ya que deben aguantar este peso.

¿Cómo practicar rucking correctamente?

Los profesionales aconsejan no añadir más del 10% de su peso corporal en las mochilas, al menos para empezar. Este peso debe colocarse en la parte alta, nunca en la parte baja de la espalda. Debe quedar en medio de los omóplatos para no sobrecargar la zona lumbar, que puede lesionarse al comienzo.

Respecto a las distancias a recorrer, lo ideal es que los primeros trayectos sean sobre un kilómetro y medio cada dos días. Si te cansas, reduce drásticamente la distancia y ve subiendo el nivel de dificultad semana a semana. Por supuesto, debes estar vestido cómodo e hidratarte lo suficiente.