¿Qué les pasa a las personas con pocos amigos?
Se dice que las personas con pocos amigos son un poco extrañas, y tienen tendencia a la falta de socialización. ¿Qué ocurre en la realidad?
Durante muchos años, la habilidad de hacer amistades es considerada como uno de los pilares de la llamada “inteligencia emocional”. Las personas con pocos amigos suelen ser juzgadas de forma negativa y frecuentemente se les atribuyen dificultades de establecer vínculos sociales. No obstante, la psicología viene encontrando algunas evidencias de que las personas más inteligentes eligen tener menos amigos. O mejor, suelen mostrarse más selectivas a la hora de forjar y conservar relaciones con otros individuos. ¡Sigue leyendo para saber más!
No todos tenemos la misma necesidad de socialización
No podemos ignorar que el ser humano es un animal con tendencias gregarias. La supervivencia de nuestra especie ha dependido, en gran medida, de la capacidad de vivir en comunidad y trabajar en pro de objetivos comunes. También es cierto que existen trastornos psicológicos y mentales que dificultan el desarrollo de ciertas capacidades sociales importantes para la interacción.
Sin embargo, la psicología viene demostrando que no necesariamente tener muchos amigos es la decisión más inteligente. Un estudio realizado por la London School of Economics y la Singapore Management University ha observado que las personas más inteligentes no necesitaban interactuar tanto para sentirse bien. Por otro lado, los participantes con menor coeficiente intelectual mostraban una predisposición mucho más acentuada de socializar.
Ello no tiene nada que ver con trastornos de orden mental o psicológico. Cuando hablamos que las personas con pocos amigos pueden ser más inteligentes, nos referimos a una decisión voluntaria. O sea, a alguien que decide tejer lazos de amistad con una menor cantidad de personas.
¿Por qué las personas inteligentes pueden tener menos amigos?
El estudio apunta a que la tendencia a “hacer amigos” está asociada a la personalidad y al estilo de vida de cada uno. Las personas más con mayor coeficiente intelectual parecían estar menos dispuestas a invertir tanto tiempo conociendo gente nueva.
Pero “ir a contracorriente” de lo que la sociedad considera “normal”, no les impide de ser felices, demostrar sus sentimientos o valorar sus amistades. De hecho, la investigación ha revelado que estas personas con pocos amigos también sentían la agradable sensación de compartir buenos momentos con personas queridas.
Sencillamente no demuestran la necesidad de reunirse de forma tan habitual con sus seres queridos para reafirmar sus vínculos. Como tampoco necesitan agrandar constantemente su círculo de amistades o interactuar frecuentemente con “desconocidos” para sentirse queridos o felices.
Todo ello nos lleva a la importancia de recordar que no todos tenemos la misma necesidad de socializar. Nuestra cultura nos lleva a creer que lo “normal” es ser una persona muy sociable, que “cuadra bien” en cualquier contexto. Pero la realidad es que cada individuo es un mundo, con una personalidad propia. Y mientras algunos serán más extrovertidos, otros se sentirán más cómodos y felices en su introversión.
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