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Los beneficios de entrenamiento de altura

Si sueles salir a entrenar, y cerca de donde vives hay zonas elevadas, entonces debes saber que tienes la posibilidad de aprovechar algunos de los beneficios del entrenamiento de altura, como se conoce a esta técnica que cada vez más personas adoptan y que, así como tiene ciertas ventajas y suele ser muy recomendable.

De hecho, esta práctica es una de las claves del éxito de los atletas etíopes en las competiciones largas, ya que al estar buena parte del territorio de su país elevado sobre el nivel del mar, tienen una capacidad superior a la de cualquier persona acostumbrada a entrenar en el llano.

¿Por qué el entrenamiento de altura te puede ayudar?

En primer lugar, sabemos que como en la montaña hay menos oxígeno que poder respirar, nuestros pulmones sienten la necesidad de abrirse más, cosa que eleva la capacidad de transportar sangre y aumenta el flujo de glóbulos rojos.

Esto es positivo porque nos ayuda a que el cuerpo rinda más con menos esfuerzo, y es que teniendo en cuenta que en una persona normal, los glóbulos rojos ocupan el 40% de la sangre, podemos decir que el trabajo en altitud eleva la capacidad de generar glóbulos rojos en un 10 o un 20%, aumentando nuestra capacidad de transporte de oxígeno de la sangre y también multiplicando la capacidad de esfuerzo durante un ejercicio aeróbico prolongado, cosa que sin duda puede sernos de ayuda en otro tipo de entrenamientos pero también en la resistencia que demostramos en nuestro día a día.

A mayor altura, menor es el oxígeno que hay. Entonces, si poco a poco nos vamos acostumbrando a entrenar a cientos o miles de metros de altura, nuestro cuerpo se adaptará a esa exigencia y, al bajar al llano para competir, le sobrará oxígeno en los pulmones, por esa mayor presencia cuanto más cerca estamos del nivel del mar.

Beneficios de entrenar en altura

Son varios, aunque los principales tienen que ver con el aumento de glóbulos rojos en sangre, el mejor rendimiento y la menor fatiga física. Mover los umbrales de esfuerzo que podemos alcanzar es básico para que nuestro organismo responda con suficiencia, al igual que si entrenas distancias más largas de las que corres en competiciones.

Pero también es importante conocer los riesgos

También porque a mayor tiempo en altitud, más aumenta el número de glóbulos rojos, la sangre puede llegar a espesarse causando problemas cardiovasculares si nos mantenemos en una altitud demasiado elevada durante un periodo de tiempo prolongado, cosa que nos enseña que efectivamente los extremos no son buenos, en tiempo ¡pero también en altitud! Porque por encima de los 2.000 metros, el riesgo de sufrir hipoxia o mal de altura, se eleva considerablemente.

Lo que provoca este problema es la falta de oxígeno sobre el sistema nervioso, y es importante tenerlo en cuenta porque puede tener consecuencias irreversibles sobre el cerebro y algunos órganos sensoriales ¡sin que nos demos cuenta!

Porque los síntomas, lejos de aparecer de golpe y ser muy evidentes, son paulatinos y poco reconocibles ya que van por fases: experimentando primero una especie de euforia con la que creemos que podemos con todo y que no hay peligro para pasar después a un entumecimiento de los músculos, para terminar perdiendo el conocimiento tras una extraña sensación de cansancio.

Estas contraindicaciones están asociadas al período de adaptación al entrenamiento en altura, que debe ser lento, muy pausado. Conviene que vayas “escalando” de a 200 ó 300 metros, y no 2.000 metros de una sola vez, porque precisamente en ese salto pueden aparecer las descompensaciones, lesiones, etc.

Además, siempre es aconsejable consultar a un profesional antes de entrenar de esta manera.