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Más del 81% de los niños diagnosticados con cáncer se curan

El cáncer es una de las principales causas de mortalidad en la infancia y en la adolescencia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican 400.000 nuevos casos de cáncer infantil. La probabilidad de que un niño sobreviva a un diagnóstico de cáncer depende mucho del país en el que viva. En los países de ingresos altos, donde en general hay acceso a servicios de atención integral, como es el caso de España, se calcula que más del 80% de los niños afectados de cáncer se curan, pero en los países con ingresos bajos, la tasa de recuperación no supera el 30%. La Asociación Española de Pediatría (AEP) declara que la supervivencia de los niños españoles menores de 14 años con cáncer es del 81% a los 5 años, de acuerdo con los últimos datos del Registro Español de Tumores Infantiles (RETI-SEHOP) actualizados en 2021.

Según datos de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) a través de su Observatorio y del Registro Nacional de Tumores Infantiles sobre el cáncer infantil en España en 2020, los tipos más comunes de cáncer entre pacientes menores de 14 años es: 30% leucemias; 13% linfomas, 22% tumores de sistema nervioso central y 20% tumores en el cerebro. Según explica a OKSALUD el oncólogo infantil del Hospital del Niño Jesús, David Ruano: «Estos tres tipos de cáncer suponen dos tercios del total de los casos. Entre una población total de 47 millones de españoles, hablamos sólo de 1.200-1.500 niños afectados al año, lo que convierte el cáncer infantil en enfermedad rara».

A diferencia de lo que ocurre con el cáncer en los adultos, se desconocen las causas de la mayoría de los casos de cáncer infantil y aunque hay mucha investigación al respecto, la lucha se centra en combatirlo. El oncólogo David Ruano, afirma: «El tratamiento del cáncer infantil es multidisciplinar. La quimioterapia, la radioterapia y la cirugía suponen el núcleo, pero desde que se han producido los avances en genética, las terapias dirigidas cada vez tienen mayor peso, al igual que los progresos en inmunoterapia y la terapia celular (CART, trasplantes de médula ósea con manipulación…)».
Un porcentaje muy elevado de estos pacientes infantiles, presentará secuelas de por vida (más de dos tercios), según el Dr. Ruano, porque el tratamiento del cáncer infantil con quimioterapia y radioterapia es muy tóxico y la cirugía también puede dejar secuelas. Afortunadamente la mayoría de estas secuelas no son invalidantes, pero sí requieren una monitorización estrecha. En España se hace un seguimiento pormenorizado de los pacientes para monitorizar las secuelas físicas pero también las psicológicas.

Tal y como prosigue el doctor, una vez recibido el diagnóstico, «el enfoque debe estar orientado por psicólogos especialistas que entren a formar parte del tratamiento desde el primer momento del diagnóstico». En este sentido -añade- los padres también son fundamentales en todo el proceso y deben recibir apoyo psicosocial desde el principio. «Del entorno, dado que la mayoría de los pacientes tienen que dejar las actividades escolares, mantener el contacto a través de las redes sociales, vídeos, etc., ayuda a los pacientes a sentirse apoyados por sus familiares, amigos y compañeros», sostiene.

En España, la Sociedad Española de Hemato-Oncología Pediátrica (SEHOP) coordina y lidera científicamente la actividad de los diversos servicios de Oncología Pediátrica que existen en España. El doctor Ruana explica que «los protocolos que se aplican a los pacientes son nacionales o, mayormente, internacionales, con sus investigadores nacionales y en cada centro para asegurar un correcto seguimiento de las directrices en cada patología». En la geografía española existen más de 30 unidades de oncología pediátrica, pero 6 de ellas (Sant Joan de Deu, Valle Hebrón, La Paz, el Niño Jesús, La Fe y el Virgen del Rocío) atienden a más de la mitad de los casos. El Dr. Ruano opina que esto «conduce a una situación en la que algunos centros atienden a 50-100 o más pacientes al año y la mayoría restante sólo a 10, 20 ó 30».

La capacitación y el compromiso ético de los profesionales es incuestionable, pero, en opinión del doctor, en las enfermedades raras debería primar la atención por unidades muy experimentadas. Este debate ya ha sido solucionado de diferentes formas en otros países como Francia, Italia, Reino Unido y, recientemente, en Alemania, donde se ha reducido el número de unidades para favorecer el establecimiento de menos centros, pero con más pacientes. «Entiendo que esta opinión puede crear polémica, pero en la SEHOP se debería afrontar esta realidad y proponer un cambio de paradigma. Lamentablemente, existen unos condicionantes políticos que hacen muy complicada una transición hacia el modelo alemán o británico», concluye el doctor.

Afortunadamente, el futuro es esperanzador. La inmunoterapia en general, la terapia celular y los tratamientos dirigidos están abriendo nuevas fronteras con la esperanza de que, algún día, el tratamiento sea individualizado y lo menos tóxico posible. Por otra parte, la biopsia líquida supondrá un avance muy relevante tanto en la detección precoz como en el seguimiento de los cánceres infantiles. Además, concluye el doctor, «la creación de unidades de Ensayos Clínicos de Oncología Pediátrica (sólo existen cinco en todo el país) son la garantía de la implementación de las nuevas terapias con criterios de calidad».