El maratón también es cosa de ‘gigantes’
Atletas menudos, de nacionalidad africana y con unas extremidades alargadas. Son tres premisas que mejor definen a los grandes atletas del maratón. Sin embargo, en los últimos años han cambiado bastante las cosas y resulta muy fácil encontrarse con corredores que rondan los 180 centímetros como Tergat, Kipsang, Dixon o Kipkoech. Y es que el maratón también es cosa de ‘gigantes’.
Todo el mundo tiene en la cabeza a maratonianos que rara vez superan los 170 centímetros. En realidad existen varios motivos por lo que los atletas más menudos y con unas extremidades largas consiguen triunfar en esta distancia. Uno de ellos hace referencia al aumento de la temperatura corporal. Cuanto más pequeño de altura resulta el cuerpo, más sencillo resultará refrigerarlo. También hay que tener presente que cuanto más bajo sea el centro de gravedad, menores serán los impactos de las articulaciones, algo que realmente se notará en una competición de 42 kilómetros.
A la hora de describir a grandes maratonianos, uno de ellos es Haile Gebrselassie, que está considerado el mejor fondista de todos los tiempos con su 1,65 metros de altura o Kenesisa Bekele, con 1,67. Todos ellos destacan por su ligereza. Su escasa altura y peso les convierte en auténticas plumas capaces de volar en el maratón.
En el otro lado de la balanza se encuentra por ejemplo con sus 1,82 metros Wilson Kipsang. Destaca por sus piernas delgadas y largas, además de una estructura longilínea. Ha conseguido la victoria en el Maratón de Londres en dos ocasiones y acabó los Juegos Olímpicos de 2012 en segunda posición. Sigue estando entre los mejores, como demuestra que haya finalizado el maratón de Nueva York en cuarta plaza y haya tenido el récord de la distancia en su mano hasta que se lo quitó Denis Kimetto.
Hay que remontarse unos años más atrás en el tiempo para encontrarse el caso del keniata Robert Kipkoech Cheruiyot. Más allá de sus 190 centímetros, algo muy inusual en el mundo del running de fondo, también destacó por la adolescencia tan complicada que había tenido. Se levantaba a diario a las cinco de la mañana para ordenar las vacas y fumaba unos cuantos cigarrillos. Eso no le impidió ganar el maratón de Boston en cuatro ocasiones a mediados de la pasada década.
También con una altura considerable hay que destacar el papel en maratón de Paul Tergat. Sobre la pista tenía fama de ser un segundón, pero sus 182 centímetros no le impidieron triunfar en los 42 kilómetros. Su primera gran victoria llegó en 2003 en el maratón de Berlín, que se saldó además con récord del mundo. Dos años más tarde también se impondría en Nueva York.
En los años 80 llamaba la atención el corredor neozelandés Rod Dixon, que también consiguió el triunfo en el maratón de Nueva York con sus 186 centímetros, mientras que en la categoría de féminas Marian Sutton obtuvo la victoria en el maratón de Chicago con 183 centímetros. En cualquier caso, la altura es importante, pero tampoco es una obstáculo insalvable para ciertos maratonianos.
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