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Estado de ánimo positivo: la clave está en la microbiota intestinal

La microbiota afecta a la función cerebral a través de un eje de comunicación bidireccional conocido como el eje intestino-cerebro,

En España, se estima que más de 6 millones de personas1 sufren algún tipo de problema psicológico

  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

En España, se estima que más de 6 millones de personas sufren algún tipo de problema psicológico, lo que subraya la importancia de entender los diferentes aspectos biológicos que influyen en nuestra salud mental. De esto se encarga la psicobiología una disciplina que busca comprender cómo afecta, por ejemplo, el vínculo que existe entre la microbiota del intestino y el cerebro a nuestra estabilidad emocional.

«La microbiota intestinal (los billones de microorganismos que habitan en nuestro intestino) pueden afectar la función cerebral a través de un eje de comunicación bidireccional conocido como el eje intestino-cerebro, y, en consecuencia, afectar a nuestro estado emocional y mental. Por ejemplo, se ha demostrado que la microbiota puede influir en la producción de neurotransmisores como la serotonina, que es fundamental para regular el estado de ánimo y el comportamiento», comenta la Dra. Ana I. Ortiz, gerente del área de Salud del Grupo Farmasierra.

Sin embargo, un desequilibrio en esta flora intestinal puede generar efectos negativos, como nerviosismo, malestar y un estado de ánimo alterado, contribuyendo así al desarrollo de ansiedad y otros trastornos como puede ser el estrés. «Si bien el estrés es una respuesta natural que nos protege y cuida de nuestro equilibrio interno frente a situaciones o factores amenazantes o que se perciben como amenazantes, puede volverse perjudicial si no se gestiona adecuadamente», explica la Dra. Ortiz.

Para contrarrestar estas situaciones, el estrés desata una serie de procesos internos cuyo fin es que nuestro organismo vuelva a su equilibrio. Cuando eso no se consigue, sea debido a situaciones agudas o crónicas, se producen desórdenes con efectos sobre nuestra estabilidad emocional y por tanto sobre nuestra salud.

El círculo vicioso del estrés y la fatiga

La fatiga, la falta o los problemas para conciliar el sueño o la somnolencia durante el día, «son algunas de las consecuencias del estrés y a su vez provoca un círculo vicioso en el que esos desórdenes nos vuelven a generar estrés. Hay que cortar ese círculo y buscar la forma de convertirlo en un círculo virtuoso, donde al encontrarnos mejor y reducir el estrés, también mejora nuestro sueño y el desempeño de nuestra actividad diaria», afirma la doctora.

Para ello es imprescindible estar atento a ciertas señales de alarma para detectar este problema a tiempo. Uno de los signos puede ser el insomnio persistente, el que se da cuando existe dificultad para dormir o cuando se producen interrupciones del sueño de más de 30 minutos de duración. Otra alerta es cuando se tiene un sentimiento de agobio continuo que impide manejar las tareas diarias.

Para evitar llegar a esta situación, la doctora propone una serie de hábitos, como pueden ser fomentar una rutina de ejercicio físico y descanso adecuado, evitar alimentos que causen malestar digestivo, practicar técnicas de meditación y el apoyo de profesionales en salud mental. «Además, se puede añadir la suplementación con determinadas cepas probióticas como Bifidobacterium longum 1714TM, ya que pueden modular la respuesta fisiológica y psicológica al estrés agudo, reduciendo los niveles de estrés percibido al modular el eje intestino-cerebro y reducir la inflamación intestinal que causa esta condición», finaliza la doctora.