Contágiate de abrazos: hoy, mañana y siempre
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Tres respiraciones profundas compartidas en un abrazo pueden hacer que te vincules con alguien para toda la vida; casi más que una hipoteca o un préstamo bancario. ¿Suena bien? Rosa Montaña, médico y sexóloga lo cuenta en este artículo.
Si has recibido alguna vez uno de estos abrazos lo sabes bien: conoces su verdadero valor. Un abrazo es mucho más que rodear un cuerpo ajeno con los brazos para mostrar cariño o respeto; un abrazo implica un desnudo emocional cuando te dejas caer entre los brazos del otro: esa persona que te acompaña, te cuida y te da cobijo en noches de soledad.
Regalar abrazos tiene un coste cero para quienes los dan; y una factura muy alta a pagar para quienes no tienen quien se los entreguen.
De ahí que en muchas ocasiones una mujer anhele un abrazo y sea capaz de intercambiar sexo por ellos; al igual que un hombre pueda regalar abrazos con la expectativa de recibir sexo a cambio.
Estamos recuperando los abrazos olvidados en estos dos años de alejamiento corporal forzado. El miedo inoculado desde todos los ámbitos de la sociedad durante la pandemia nos alejó de quienes más queríamos no fuésemos a contagiarnos de ese maldito virus.
¿Y si los abrazos también fueran contagiosos? ¿Y si fueran una dosis de una droga adictiva que te hiciese sentirte querido? Bendito contagio.
Los abrazos contagian autoconfianza y seguridad en uno mismo. Al abrazar, estás mostrando de par en par tu vulnerabilidad y estás haciendo que la hipófisis de tu cerebro libere oxitocina al torrente sanguíneo. Y ya sabes que a la oxitocina se la conoce como “la hormona del amor”.
Los abrazos se enseñan desde pequeños. No tienen género ni edad y se pueden dispensar a lo loco porque no tienen un gasto monetario ni un consumo significativo de energía. Cuantos más das, más quieres producir y regalar. No tienen contraindicaciones y no presentan efectos adversos.
Se recomienda dar tantos como recibes y estar siempre dispuesto a que te caiga uno del cielo.
Habrás percibido distintos tipos de abrazos, y no todos son iguales ni significan lo mismo. Hay varios tipos de abrazo que deberían estar prohibidos por el código penal y, si me permites un toque de humor, voy a presentarlos a continuación para que los conozcas bien y no vuelvas a darlos.
El abrazo del soldado, también conocido como el abrazo del oso. En él se aprieta con tal intensidad, tratando sin éxito de mostrar cercanía, que puede provocar la rotura de alguna de las costillas. Otro efecto secundario común suele ser el corte de la respiración.
El abrazo del atragantamiento. En él se otorgan auténticos manotazos en la región dorsal de la parte contraria como queriendo que expulse un cuerpo extraño alojado en la tráquea, rozando con ello el maltrato físico.
El abrazo de “Don Pulpo”, donde sin permiso ni consentimiento alguno percibes que a la otra parte le salen tantos brazos como tentáculos tiene un pulpo que recorren partes de tu anatomía que prefieres ni nombrar.
El abrazo “ventilao”, donde la parte superior del tronco de los participantes entra en contacto mientras el resto del cuerpo recula para minimizar el riesgo de que se produzca un roce de significado equívoco.
Ninguno de estos abrazos es recomendable y deberían evitarse a toda costa. Sin embargo, no son raros de observar en las típicas reuniones de amigos o familiares.
En cambio, hay un tipo de abrazo que, cuando aprendes a darlo, ganas en kilos de confianza y valentía porque al ejecutarlo te vuelves vulnerable y te muestras tal y como eres.
¿Qué deberías de hacer para poder dar un abrazo de matrícula de honor?
Primero, mirar a los ojos de quien quieres abrazar. Es una solicitud muda de permiso; una forma de informarle que te acercas desde el respeto y la honestidad.
Segundo, sonreírle. Porque no hay nada que ofrezca mayor confianza que una sonrisa sincera.
Tercero, acudir al punto de encuentro con el brazo izquierdo levantado, exponiendo el área del corazón. Justo lo contrario de lo que hacen los guerreros con sus escudos en la batalla.
Una vez conectados y unidos, permitirte realizar tres respiraciones profundas al unísono.
Sin olvidar que, como quinto paso, debemos separarnos con las manos enlazadas y, finalmente, terminamos agradeciendo el presente recibido.
Un abrazo puede ser la antesala de un saludo, o el mejor traje que dos amantes pueden vestir en su lecho conyugal.
Es más, como proposición desinhibida del día, y por el bien de la ecología global, te invito que, a partir de hoy, duermas, si tienes pareja, sin más traje que la piel que recubre tu cuerpo tal y como viniste al mundo. No precisas ropa interior y, a pesar de que tus reticencias estén a flor de piel recordando que estamos en invierno, no te alborotes ya que tu cuerpo sabrá cómo generar el calor necesario.
Si llevas un tiempo en la relación, no te olvides de que un abrazo puede ser la chispa que encienda la llama de aquello que practicabas cuando era divertido, cuando los ojos de los demás sobre ti no eran un bloqueo para la acción.
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