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Mayor prevalencia a partir de los 60 años

¿Cómo manejar la epilepsia en la tercera edad?

El cerebro de los mayores es más susceptible a sufrir ictus, infartos cerebrales, derrames y también enfermedades autoinmunes, entre otras

Aunque pudiera pensarse lo contrario, la epilepsia no es una enfermedad que únicamente tenga una especial presencia en los primeros años de vida. Según explica la Dra. Carla Anciones, epileptóloga del Servicio de Neurología del Hospital Nuestra Señora del Rosario, en esta dolencia hay dos picos principales de edad. El primero es la infancia o la juventud temprana, esto es, antes de los 20 años. Luego vuelve a aumentar la prevalencia de esta enfermedad a partir de los 60 años.

¿Cuáles son, en su opinión, los aspectos fundamentales para el manejo de la epilepsia en la tercera edad? ¿Por qué se produce esta prevalencia a partir de un momento determinado? «Porque el cerebro de las personas mayores es más frágil, más susceptible a sufrir determinadas enfermedades, más vulnerable. Hay ocasiones en que la causa de una crisis en una persona mayor no se llega a determinar nunca, pero desde luego requiere investigarse como sospecha de crisis epiléptica para ver qué puede haber detrás y que luego se le aplique el tratamiento más correcto», apunta la especialista.

Según detalla, el cerebro de los mayores es más susceptibles a ictus, infartos cerebrales, ictus hemorrágicos, derrames y también a las enfermedades autoinmunes, las inflamatorias, las encefalitis, que cursan con inflamación del tejido cerebral y que típicamente dan fiebre, alteraciones del comportamiento y crisis epilépticas», incide.

Vulnerabilidad a tratamientos antiepilépticos

Por último, la Dra. Anciones comenta que los cerebros en la tercera edad son también más susceptibles y vulnerables a los tratamientos antiepilépticos. «Eso significa que no podemos utilizar las mismas dosis que empleamos en pacientes de menor edad, pues suele haber más comorbilidad (dolencias de riñón o hígado) o la persona está tomando otro tipo de medicación. Es necesario, pues, contar con profesionales bien entrenados para ofrecer la terapia más adecuada y mejor dirigida posible y que se produzca el menor número de efectos secundarios», concluye.