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Acromegalia, cuando los órganos nunca dejan de crecer

La acromegalia está causada por la secreción masiva de la hormona del crecimiento

La acromegalia es una extraña enfermedad que se caracteriza por la secreción excesiva de la hormona del crecimiento, relacionada generalmente con el desarrollo de un tumor benigno en la glándula hipofisiaria. Esta provoca en el paciente una desfiguración progresiva, especialmente en la cara y las extremidades. Frente abultada, manos y pies desproporcionados, mandíbula protuberante o vello corporal áspero son solo algunos de los rasgos de la acromegalia.

Una enfermedad que transforma a las personas

La acromegalia afecta a 40 de cada 1.000.000 habitantes.

Este trastorno metabólico se desarrolla de forma gradual, lo que impide una evaluación inmediata que ayude al individuo a controlar los síntomas. En el caso de las mujeres, los primeros vestigios de la enfermedad suelen aparecer con la primera menstruación, a partir de los 12 años. Por el contrario, los hombres comienzan a experimentar el cambio al inaugurar su mayoría de edad. Es en este preciso momento cuando el crecimiento pasa de ser longitudinal a transversal.

Sin embargo, el diagnóstico suele esperar hasta la edad adulta, entre los 40 y 60 años. Pues muchos de los efectos de la acromegalia se confunden con el proceso de envejecimiento natural del ser humano. Un retraso que, en la mayoría de ocasiones, dificulta un control o cura definitiva. El tratamiento recurre normalmente a la farmacoterapia, la cirugía o la radiación.

Otros síntomas de la acromegalia

Los pacientes experimentan un cambio físico acentuado y gradual.

Entre las causas de esta alteración del ritmo del crecimiento se encuentran la desnutrición, una infección crónica o problemas hematológicos, endocrinos, cardiovasculares o prenatales. Todos ellos, provocan en el paciente una serie de manifestaciones clínicas de suma importancia. Como el aumento del tamaño de muchos tejidos y órganos internos, entre los que se encuentran el corazón, el hígado, los riñones, el bazo o el páncreas.

Si la enfermedad afecta a los niños, esta recibe el nombre de gigantismo.

En los casos de extrema gravedad, el paciente puede padecer también alteraciones en la sensibilidad, entumecimiento, somnolencia excesiva o episodios de ansiedad y depresión ante la transformación física que está experimentando de forma drástica.