El Madrid despacha al líder de la ACB en medio cuarto (86-59)

Tres derrotas seguidas hubieran sido demasiadas. El Real Madrid sabía que no tenía margen de error –si no quería oír los cantos de sirena de una crisis– ante el sorprendente líder de la Liga Endesa, el Iberostar Tenerife. El equipo canario se presentaba en el Palacio con seis triunfos en la competición doméstica y máxima confianza en sus opciones ante unos anfitriones que venían cansados. Ni hacía 48 horas habían jugado contra el CSKA de Moscú en uno de los partidos más intensos del año en la Euroliga.

Las plegarias de Pablo Laso de salir intensos y concentrados desde el primer momento por fin se vieron cumplidas. El Madrid compareció serio y concienciado ante un Tenerife que buscó ralentizar el ritmo del partido sabiendo que el tedio suele despistar a los de Laso. El Madrid, sin embargo, se vino arriba con el cariz defensivo que tomó el duelo en el segundo cuarto. 

Los blancos despacharon a un Tenerife que no tenía más argumentos ofensivos que un Fran Vázquez que se quiso reivindicar ante el equipo en el que podría haber recalado este verano. El hombre al que estaba destinado a sustituir –aquel Gustavo Ayón que no quería negociar su ampliación de contrato– se picó ante la morbosa situación y le dio un clinic de movimientos al poste para acabar con 14 puntos.

En los últimos cuatro minutos de juego del segundo cuarto, el Madrid sentenció el choque con un parcial de 14-2 liderado por Doncic y Hunter. Llull redondeó la racha con una mandarina sobre la bocina que estableció el 46-32 en el marcador.

La segunda mitad apenas tuvo historia. El Iberostar bajó los brazos ante un Madrid que entró en trance con su afición con Jaycee Carroll como la bandera de esa racha que acabó por sentenciar a unos isleños que hasta pudieron reservar a otros puntales como Richotti o Beirán.

El Madrid recuperó la solvencia, la confianza y la fiabilidad que había perdido en las últimas semanas. El equipo blanco ha roto con la primera dinámica negativa del año aferrándose al juego duro en defensa y a la buena circulación de balón. Con esa misma receta, el Real Madrid fue campeón de Europa hace dos años. El camino parece cristalino.