Y Zapatero, ¿sigue abrazando a corruptos y ladrones sanguinarios?
Observo en las televisiones, que machacan una y otra vez con esos abrazos fraternales tan típicos en José Luis Rodríguez Zapatero, cómo se funde «entrañablemente» con Ábalos, Cerdán, la argentina ladrona Cristina Kirchner, el genocida venezolano Maduro e, incluso, últimamente también abraza a los demócratas del Partido Comunista Chino con los que dicen realizan pingues negocios.
Rodríguez Zapatero, el tipo que siempre puso la mano en el fuego por tan señeras figuras y otras como Chaves, Magdalena Álvarez y Griñán y el resto de aquéllos que se llevaron más de 1.000 millones de euros en los distintos casos ERE. Supongo que algo habrá influido en su gran amigo, Cándido Conde-Pumpido, con el que se reúne con cierta frecuencia en restaurantes de lujo, para que firmara que las sentencias de jueces probos e imparciales no se ajustaban a derecho.
Zapatero, genio y figura. El inabarcable personaje que dejó España como un solar al mismo tiempo que enriquecía a sus amigos, preferiblemente empresarios de medios, eso sí, siempre conmilitones y que le decían lo grande e inteligente que es; el mismo que adoró a Emilio Botín, mientras no se enteraba de nada y falseó la cruel herencia que dejó a Mariano Rajoy.
Tras los dos últimos informes de la UCO he estado esperando la reacción de Zapatero a ver si continúa fundido en fuerte abrazo con sus corruptos (presuntos) compañeros de militancia. Nada. Fiel a su costumbre bambi, acobardado cuando el cierzo sufre, esperará que el granizado amaine y luego sacará pecho, sin arrepentirse de nada y si es posible hacer caja.
Con este personaje, al que la Historia tratará como se merece, empezó la decadencia de España. Ahí le tienen pontificando sin dejar al lado su sonrisa un tanto bobalicona.
Un genio. De color negro.
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