Virgencita, que Rodalies se quede como está

La última reivindicación del independentismo catalán es el traspaso de Rodalies, las antiguas Cercanías. Es verdad que en Cataluña, como en Madrid, funcionan fatal. Sobre todo desde que está el ministro Óscar Puente al frente.
El otro día alguien recordaba en el Parlament que los tres titulares al frente del ministerio han sido sucesivamente José Luis Ábalos; la ex alcaldesa de Gavà, Raquel Sánchez; y el citado Óscar Puente.
El primero pasará a la historia por sus amigas y su capacidad para enchufarlas en empresas públicas más que por su obra de gobierno. Con la segunda -recolocada en Paradores Nacionales- había unos trenes que no pasaban por los túneles. Y el tercero iba desbocado en Twitter, ahora X, aunque últimamente se ha moderado.
En los retrasos e incidencias juegan diversos factores: la falta de inversiones, material envejecido, obras para mejorar el servicio. Pero también factores ajenos como, por ejemplo, el robo de cobre. O sea que seguramente habría que empezar por recuperar la mano dura.
Por eso, la gran reivindicación del independentismo catalán -aparcada la independencia- es que la Generalitat gestione los trenes de Cercanías. Parece ser que, cuando lo haga, llegarán a la hora, estarán impolutos y olerán a rosas.
Yo no me fío un pelo. Todo lo que han tocado lo han hundido. Durante años nos han dicho que la escuela catalana era un «modelo de éxito», incluso envidiada en Europa. Ahora resulta que salimos debajo de todos en informes PISA.
O la función pública. Politizada a tope cuando debería ser neutral. Basta recordar los lazos amarillos y carteles que colgaban de edificios oficiales en los momentos álgidos del procés. Pese a que actualmente, con el PSC al mando, va de baja. Se juegan las lentejas, supongo.
Por último, TV3. Una cadena descomunal de casi 2.500 empleados -contando los de Catalunya Ràdio- que superan las plantillas de Antena 3 y de Telecinco. Me ahorro, en este caso, hablar de su politización porque es de sobras conocida. Y lo peor de todo es que Illa no se ha atrevido a meter baza.
Además, el traspaso en cuestión sería a través de una empresa pública participada por la Generalitat y el Estado. Honestamente, creo que lo que necesitamos no es otra empresa -otro chiringuito- sino más presupuestos e inversiones.
A mí me ha venido a la cabeza estos días el ex líder de Ciudadanos en Cataluña, Carlos Carrizosa. Cuando el gobierno catalán creó una empresa energética pública, me dijo: «Ahora van a poner a uno de los suyos». En efecto, acertó. Nombraron de presidente al marido de la consejera de Exteriores, Meritxell Serret, que había estado previamente «exiliada» en Waterloo. Había que agradecerle los servicios prestados.
Además, el susodicho traspaso ya se hizo en el 2010 con Zapatero en el poder. La oposición siempre dijo que fue un mal traspaso. Sin trenes, ni estaciones, ni vías. Pero no debió ser tan malo cuando lo firmó el entonces consejero de Política Territorial, el socialista Joaquim Nadal. Al fin y al cabo, el gobierno de Esquerra lo repescó en el 2022, tras la salida de Junts del Govern. En este caso, como titular de Universidades.
En fin, lo que necesita Rodalies -y lo digo como usuario-, no es solo más inversiones, que también. Necesita más autoridad: revisores, interventores, vigilantes privados, e incluso mossos. Los trenes dan asco porque van llenos de grafitis. Creo que fue Belloch el que despenalizó, en la reforma del Código Penal a mediados de los 90, semejante tropelía. Lo pasó de delito a falta.
Sin olvidar los periódicos problemas de civismo: los pies en el asiento de delante, fumar porros entre vagón y vagón, escuchar música sin auriculares, cantantes de rap ambulante o mendigos profesionales pidiendo limosna en inglés. Pero ya se sabe que la izquierda es alérgica a ejercer la autoridad. Ellos, en vez de multas y sanciones, prefieren campañas de buen rollo.
Si el traspaso de Rodalies tiene que servir para enchufar a uno de los suyos y que todo siga igual casi prefiero que la dejen en manos del Estado. Aquel dicho: «Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy». Eso sí, que pongan más dinero y personal.