Opinión

Vicente Gil: «Bárbara Rey y el Rey Juan Carlos, ¡cortina de humo!»

Hoy han salido a la luz unas viejas fotos del Rey Juan Carlos besándose con Bárbara Rey. Son de 1994. Es decir, de hace 30 años. ¿Qué valor tienen? Ninguno. La historia -esa y otras- son archiconocidas y el Rey Juan Carlos está ya amortizado.

Las fotos salen ahora cuando -parece- el Rey Juan Carlos quiere publicar una suerte de memorias en Francia -dijo- para que su legado no sea Corinna. Veremos si la autora del libro es la joven escritora francesa que imaginamos.

Yo les pregunto. Con la que está cayendo en este país, ¿qué interés creen ustedes que hay en sacar ahora estas fotos? El presidente del Gobierno está atrapado políticamente, depende de un prófugo como Puigdemont, está aliado a bolivarianos, golpistas catalanes y ex terroristas vascos, tiene a su mujer imputada por dos delitos y se le va a investigar por un tercero, tiene a su hermano imputado por cinco delitos y tiene investigándose esa fosa séptica de corrupción que es el caso Koldo, que va a ser el caso Ábalos y que terminará siendo el caso PSOE y el caso Sánchez.

Tenemos un gobierno sin moral ni decencia y corrupto, acorralado por las investigaciones judiciales y chantajeado, permanentemente, por sus socios de investidura. Un gobierno sin alma con las víctimas de ETA, sostenido por un miserable etarra como Arnaldo Otegi.

Tenemos un gobierno que ha asaltado todas las instituciones del Estado y que ahora apunta a la censura de la prensa para que no hablemos de las indecentes actividades de Begoña Gómez y de su hermano. Un gobierno convertido en la punta de lanza internacional de una dictadura criminal como la de Maduro en Venezuela y felicitado por Hamás, Hezbolá, los hutíes y los talibán.

Tenemos un gobierno sin proyecto ni presupuestos, sólo preocupado en sobrevivir. Pedro Sánchez tiene secuestrada su presidencia por afán enfermizo de poder e interés personal. Aunque el país se vaya al carajo, el inkiokupa de la Moncloa y su mujer, La Pichona, en palabras de un empresario, necesitan seguir ahí agarrados (y él aforado por si acaso) para tratar de controlar desde dentro las investigaciones judiciales que les afectan personal y políticamente.

Pero hete aquí que hoy nos ponen de nuevo el cebo del Rey Juan Carlos para distraernos de los líos de Begoña Gómez, el hermano de Sánchez, Koldo y compañía y, de paso, minar la única institución con la que el sanchismo no ha podido, la Corona, gracias a la impecable labor del Rey Felipe, modernizando la institución y sabiendo sacudirse la parte mala de la herencia de su padre. El legado político del Rey Juan Carlos es indiscutible y su irresponsabilidad personal, como mínimo, también.

Tarde o temprano todo esto tenía que salir, aunque todo el mundo lo conocía. La Corona como institución, con el Rey Felipe, necesitaba, también, una voladura controlada de las numerosas minas dejadas por don Juan Carlos en el pasado e ir haciendo control de daños simultáneo para poder avanzar hacia el futuro sin lastres.

De acuerdo. Pero seamos honestos. ¿Piensan ustedes que el Rey Juan Carlos fue el único en tener una cara B en la Transición? ¿Nos vamos a Suiza o a Venezuela, precisamente, y no solo a esta de ahora? ¿Nos vamos a la Venezuela de Carlos Andrés Pérez? ¿Hablamos de dinero y ponemos nombres y apellidos? ¿Hablamos de la República Dominicana y de ese restaurante español en Santo Domingo donde igual se juntaban a comer etarras y testaferros de políticos y empresarios? ¿O de los lujosos resorts actuales de Dominicana preferidos por la beautiful people de entonces y de ahora? ¿Hablamos de Cuba y de las fotos y vídeos de todo dios que andan por allí desde los tiempos de Fidel Castro? ¿Hablamos de todas las amantes y no solo de las de uno por muy jefe de Estado que fuera? Si no afectaban a los intereses o la seguridad de España, era un asunto personal por muy desatadas que estuvieran las hormonas del monarca. Pagando, eso sí, del presupuesto, el precio del silencio de todas ellas.

¿Por qué este acoso público al Rey Juan Carlos, un señor ya anciano, en sus últimos años de vida, que casi no puede moverse, en el exilio y sin mancha judicial alguna mientras se van de rositas -por poner sólo dos ejemplos- los de los ERE o los Pujol, que ni han pisado la cárcel?

«¡Cauran tots!», dijo Jordi Pujol si le tocaban y ahí lo tienen. El capo di capi del clan Pujol compartía testaferro en Suiza con otros y su familia, según la policía, se comportaba como una «organización criminal». Marta Ferrusola se llevaba los fajos de billetes a Andorra en bolsas de basura y escoltada por los Mossos d’Esquadra mientras su marido se inventaba el «España nos roba». Ir escoltada por la policía a Andorra o Suiza es otro nivel en fuga de capitales y blanqueo.

Pero, ya lo ven. Tenemos mucho Rey Juan Carlos, pero poco Pujol. Muy al contrario, Salvador Illa, pringado hasta arriba en la compra de mascarillas fake, hizo a Jordi Pujol la semana pasada un homenaje público por todo lo grande en el Palau de la Generalitat. Lo recibió con todos los honores y lo rehabilitó sin ningún tipo de pudor. Los socialistas, ya ven, blanqueando al capo del mayor caso de corrupción, junto a los ERE, de la historia reciente de España.

Este periódico se ha distinguido por contar y denunciar los hechos relevantes para el Estado de la vida de don Juan Carlos. Y en el momento en que eran de interés público. Como se ha hecho con el PP, con el PSOE y, por supuesto, con los golfos de Podemos.

Pero lo del Rey Juan Carlos, ahora, con el sanchismo contra las cuerdas, ya huele. Y más, sin haber novedad relevante alguna en el asunto más allá del morbo de verle besarse con una vedette hace 30 años.

Miren. Se supone que las fotos publicadas en una revista holandesa se las ha vendido Ángel Cristo Junior, hijo de Bárbara Rey. No lo dudo. El dinero es el origen de la publicación. Pero les aseguro una cosa: si el CNI no hubiera querido, no las vende. O se la han colado o le han dejado hacer

Angel Cristo Jr., debe de ser, además, un fenómeno desde niño. Porque consiguió hacer estas fotos a su madre con el Rey Juan Carlos teniendo 12 años y sorteando al Cesid, el antecesor del CNI, que tenía, por supuesto, porque era su obligación, monitorizada a ella, al niño, el chaletito de Aravaca donde se veían y a todo bicho viviente -amante o no- alrededor del Rey Juan Carlos, aunque él se fugara a menudo de Zarzuela esquivando escoltas y seguridad. Eran los años en Madrid en que te parabas en un semáforo un sábado por la noche y a tu lado se paraba un motorista, le mirabas a través del casco y era el Rey, a su aire. Sin nadie más a su alrededor. Otra irresponsabilidad.

Es bien sabido que Bárbara Rey siempre ha amenazado con sacar vídeos íntimos del Rey con ella en la cama en su chalet de Aravaca. Dice que los grabó -con gran sagacidad- en el VHS de entonces sin que nadie se enterara. Es inteligente pensar que lo hiciera como seguro de vida. O sea para tener chantajeado al Estado y vivir 100 vidas a todo tren. Lo del circo nunca lo entendí.

Como es bien sabido, también, que si Bárbara Rey y otras amantes de Juan Carlos -no es la única- han vivido holgadamente y triunfaron en sus carreras musicales o televisivas, sobre todo en TVE, fue -sólamente- porque fueron las amantes del Rey. Y nada más. Alguna sí tenía algo de talento para lo suyo. Y todas han estirado el chicle y el chollo. Que no nos vengan ahora con cuentos feministas o dramas en la telebasura para seguir sacando pasta.

La única amante del Rey con interés público, relevancia noticiosa y riesgo para el Estado ha sido Corinna por su inteligencia, su entorno y sus extensas y diversas relaciones por el mundo como comisionista. Corinna no era Bárbara Rey.

Pienso en estas horas en la Reina Doña Sofía. No merece esto. No merece esta basura. Pero es la sociedad en la que vivimos.

Y, ahora, ustedes, como quiere Sánchez para tapar las vergüenzas de su mujer, enchúfense en vena, otra vez, horas y horas del Rey Juan Carlos en la tele y lo malo que era. Qué fácil y qué bien le viene a este gobierno de corruptos para darle a la masa aborregada pan y circo. Lo propio de los dictadores bananeros.

El Rey Juan Carlos no ha sido un santo, pero hoy no seríamos el país libre que somos sin él. El Rey Juan Carlos no ha sido un santo, pero España le debe no sólo la libertad que disfrutamos. Le debe mucho más por más golferías que hiciera obsesionado con el dinero y los apuros que su familia había vivido en el exilio. España le debe el prestigio internacional que nos dio. Le debe los contratos millonarios que consiguió por todo el mundo para empresas españolas creando miles de puestos de trabajo. ¿Dónde están ahora, cobardes, todos esos empresarios que se forraron gracias a las gestiones y el prestigio de don Juan Carlos?

¡Venga! Seamos valientes y abramos, entonces, la espita de la política española de los últimos 50 años. Y contemos todo de una vez. Y de todos. No sólo de uno. ¡Catarsis! ¡Venga! Hagamos una catarsis de verdad. Hipócritas y fariseos. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. ¿Verdad señor Sánchez? ¿Usted no tiene nada que contar? Es solo una pregunta retórica.