Opinión

A TV3 le van los terroristas como Nasralá

Veo como la presentadora principal de la TV al-Mayadeen, de Hezbolá, trata de contener las lágrimas mientras comunica la noticia de la eliminación de Hassan Nasralá, su líder. La chica está teñida de rubio, luce plenamente a la vista una larga melena, va maquillada sin tacañería y sus labios dan la impresión de haber sido tratados para ser más prominentes. Vamos, el perfil que un musulmán, como al que llora ahora, encontraría plenamente justificado que recibiera un trato parecido al de las jóvenes israelíes del festival Nova.

Me asombra que a una libanesa «occidentalizada» como ella no se le escape más bien la risa. Pero es que yo no conozco los intríngulis y complejidades de la vida de Líbano, que deben de ser morrocotudas. Las que ya definitivamente no se me escapan son las de esta tierra mía, directamente del género tonto.

Por ejemplo, siguiendo con la muerte del líder terrorista, Telenotícies Migdia de TV3 anunciaba su espectacular eliminación este sábado y, al corresponsal en la región, Lluís Caelles, por la cara que ponía parecía que se le hubiera muerto un cuñado. Decía que el asesinato de Nasralá había generado «rabia en sectores de la sociedad en Líbano». ¡Qué exagerado! En realidad ni el dolor era generalizado ni, como añadía, el sujeto fuera «un Dios para mucha gente». Si hay una emisora con la que llevamos años haciéndonos cruces, es TV3. Dime algo alejado del sentido común, incluso de la propia seguridad civil, y encontrarás a un nacionalprogresista apoyándola.

Hamás, en Gaza, y las milicias hutíes del Yemen pueden ser duras de pelar. Pero Hezbolá, la poderosa milicia chií que se estableció en Líbano hace ya 40 años, es otro nivel. El líder fallecido por el ataque israelí del 27 de septiembre la dirigió durante más de 30 años. ​​Es como un segundo ejército al servicio de una potencia extranjera: Irán.

Otras figuras importantes del grupo han muerto estos días y la organización, tras perder a su dirigente, está tan desorganizada que sería absurdo que Israel no aprovechase la ocasión. ¿Quién, en nuestra parte del mundo, podría sentirse consternado porque desaparezcan terroristas que, no sólo no cesan de atacar Israel (que tiene a una importante parte de su población desplazada por el envío de misiles y cohetes y en alerta máxima de atentados), sino que financian y animan tropelías de todo tipo? Pues la izquierda y sus medios.

Joan Roura, otro periodista de esa tele «para todos los catalanes», glosaba la figura de Nasralá como «el más formidable» de los enemigos de una Israel que, según él, recibía lo que merecía por «invadir» los territorios. ¡Y eso que Gaza fue cedida hace más de 20 años!

No, ni el lamento es generalizado, ni todos los que siguen TV3 quieren suicidarse. Las celebraciones por la eliminación de Nasralá se extienden por Líbano, todo el sur de Siria (desde donde comenzó la oposición al régimen de Asad en 2011), en Yemen y, sobre todo, en el propio Irán.

Mujeres oprimidas por el régimen islámico han salido a la calle a celebrar la muerte del líder religioso. Hasta en Cataluña TV3 es objeto de críticas por parte de muchos catalanes hartos del «periodismo woke» de la cadena y de su «apología antisemita».

Durante sus 32 años como Secretario General de Hezbolá, Hassan Nasralá fue responsable del asesinato de muchos civiles y soldados israelíes, además de actuaciones contra intereses israelíes y judíos en diversas partes del mundo. La ceguera con que tratan a los yihadistas disfrazados de pobres pro palestinos ha de ser uno de los clavos en el ataúd de la izquierda. Pero este muerto, ay, aún está demasiado vivo.