El «sólo sí es sí» ya no vale; ahora tiene que ser «sííííííííí»

sí es sí

La penúltima mamarrachada -siempre habrá una posterior- del Ministerio de Igualdad de Irene Montero consiste en aclarar cómo tiene que ser el «sí» previo de consentimiento antes de mantener relaciones sexuales. Y es que no vale cualquier «sí», sino que tiene que ser un «sí» sonoro, firme y, en definitiva, «entusiasta». Y es que el cartel del Ministerio de Igualdad en el que se promulga el consentimiento como «arma para conquistar la sexualidad plena y libre», especifica que este debe ser contundente, libre, informado y (por supuesto) reversible. La madre del cordero es saber qué entiende Irene Montero por un «sí entusiasta».

Según la autora feminista Eugenia Andino lo del «consentimiento entusiasta» viene de la traducción de enthusiastic consent y se explica del siguiente modo: «Todo lo que no es un SÍ libre y entusiasta es NO. Y si no se respeta esta regla básica, es una agresión sexual». Caramba: con la definición de la feminista de marras salvo que el consentimiento se anuncie por megafonía y venga acompañado de confeti, cualquier relación sexual sin un «sí» efusivo puede ser agresión sexual. El asunto es lo suficientemente serio como para no caer en la frivolidad, pero convendrá ustedes que el tema, llevado al paroxismo del absurdo por el Ministerio de Igualdad, se presta a la guasa. Y es que al ultrafeminismo ya no le basta que una mujer acceda a mantener relaciones sexuales de forma natural, sino que tiene que ser tan explícita que transmita su deseo de forma que no quede la menor duda de sus intenciones. No vale un «sí» cualquiera, sino que tiene que ser un «sííííííííí!» pronunciado y cargado de emoción, un sí arrastrando la «i» hasta alcanzar un punto de entusiasmo indubitable. Hemos llegado a un nivel en el que al Ministerio de Igualdad ya no le vale el «sólo sí es sí». ¿Qué será lo siguiente? ¿Consentir ante un notario?

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