Sánchez no es honesto, pero es franco
Retumba la Internacional, y con ella, lloran los más de doscientos millones de muertos que la sufrieron sin piedad. Suena la tétrica melodía que impuso telones de acero allí donde el puño levantó su fuerza, y sonríen al oírla los vividores del saqueo público y la miseria ajena. No ha recibido la pobreza el socialista de partido con la intensidad que su ideología exige al que lo vota. En su obediencia probada, los comisarios del sanchismo protagonizaron la enésima prueba de fe y lealtad al Conducator que todo lo enfanga.
La tropa de bulócratas pastoreados y el perro del rebaño se juntaron de congreso en Sevilla a la manera norcoreana: con dientes prietos y manos limpias, que al final del envite se mostrarán vencidas por la fidelidad, con cada una de las ovejas del partido demostrando que nadie les gana en aplausos al caudillo. Los callos no serán a la madrileña, sino a la sanchista, como procede según el manual de resistencia. En ese socialismo de ingresos y congresos, lo de menos es la democracia, palabra prohibida en su acción de gobierno pero no en su argumentario, porque ya sabemos que todo buen dictador y su ejército de fieles palmeros necesitan proyectarse como lo que no son para que puedan comprarle lo que necesitan ser.
Cuando suena la Internacional, una libertad muere, una verdad es asesinada y una dictadura está en marcha. Han controlado tanto el pasado que están convencidos de que el futuro les pertenece. Nunca cogieron la hoz y el martillo si no era para acabar con su oponente, por lo civil o lo criminal, porque el escaño es del que lo trabaja. Y hoy, la Plataforma Sanchista de Obedientes Embusteros (PSOE) es una piara de estómagos agradecidos, pistoleros retóricos a sueldo del líder y delincuentes confesos cuya única misión es conservar el poder a costa de destruir todo lo demás, incluyendo el espacio que le permite manejar dicho poder.
Pedro y Begoña, henchidos de idolatría por doquier, comprobaron en el cónclave de justos, que la corrupción, cuando viene del PSOE, desgrava, porque hay millones de interesados en la España mamadora de la ubre estatal que necesitan ver a la cueva de Ali Babá trincando del bote. Y el felón, que no es honesto pero sí franco, cerró la reunión de voces aclamadas prometiendo las viviendas que lleva seis años sin construir, con la misma pasión que llevó a su admirado Generalísimo de Ferrol a instaurar el Ministerio de la cosa décadas atrás.
Se apagaron las luces, y mientras Aldama se piensa su próxima traviata y Ábalos su siguiente viaje dominicano, el Padre Ángel extendió la mano a Pedro para recibir su parte de caridad y Esther reivindicó el periodismo independiente con su pequeño militante haciendo méritos. Que se reunieran en Sevilla, la tierra que levantó el pulgar para robar a los parados andaluces, donde el presupuesto se repartía en prostíbulos de alcurnia, demuestra que el socialismo vive en ese eterno retorno de «honradez, honestidad, sentido común y progreso». Puestos a mentir, les escribo ya el epitafio a la rosa nostra.