Sánchez/Iglesias, diabólico tándem
Mientras los desaprensivos gobiernen con el Covid-19, España será un país inhabitable. Otra vez las tres palabras claves que desatiende el socialcomunismo, lo “concreto”, lo “necesario” y lo “veraz”, se transforman en inconcreciones, proyectos inútiles y vaguedades sin sentido, complicando, más aún, si cabe, el aterrador panorama. Al contrario de lo que ocurre en cualquier nación digna, dichos capos habilitan un sótano donde maquillan y esconden las equivocaciones, obscenidades que constituyen su podredumbre. Zulo que les permite incluso olvidar a los muertos. Van a lo que van, a cargarse al Rey, a desmembrar este país y a instaurar una republiqueta bolivariana.
El muy diabólico tándem Sánchez/Iglesias, de creencias distintas a quienes creen en una sociedad libre, apuesta por el edén represor y subasta España entre separatistas, dejando claro que están zumbados y que harán cuanto les venga en gana para seguir en el poder, donde llegarán a millonarios. Tales son sus altos ideales: esclavizarnos y empobrecernos. Hasta que la UE no nos respete, por considerarnos hijos de otro mundo. Con Sánchez e Iglesias unidos, el futuro huele a caos, hiede a ruina venezolana. Si el presidente tirase a la basura al nefasto y rastrero socio quizá dé el pego y logre inmolarse. Una mala compañía alienta el suicidio.
Sánchez no distingue entre honestos y leales ministros (que tiene) y algunos ministros traidores (que también tiene), por no citar ese lote de trileros podemitas, que no sirven ni de atrezzo. Se encuentra ante un lío de fácil o difícil solución. De atender a los constitucionalistas, seguirá en La Moncloa. Pero si se entrega a los disolutos, firmará su ocaso. A un indeciso, como Sánchez, capaz de acometer cualquier barbaridad, le da igual sacar a España de la ruina, que aproximarla al precipicio. A él, todo le vale. Un líder carente de convicciones suele ser antojadizo, injusto, irracional. Lo único que de verdad le inquieta a nuestro torpe presidente es que brille mucho su ego. Y así nos va.
El socialista olvida el intelecto y el comunista las emociones. De ser así, ¿qué hacemos con este muy diabólico tándem en el Gobierno? No solucionan nada y se obstinan en complicarlo todo. Uno de los dos sobra, o quizá sobren los dos.
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